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Réquiem para la regasificadora

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El reciente anuncio de Mauricio Macri sobre la explotación del cuantioso yacimiento de Vaca Muerta torna más inviable que nunca el proyecto de la regasificadora impulsado por dos gobiernos del Frente Amplio.

El futuro de la planta regasificadora, uno de los proyectos estelares del pasado gobierno de José Mujica, luce más vidrioso que nunca desde que el presidente argentino Mauricio Macri anunció un acuerdo entre el gobierno nacional, el gobierno de Neuquén, las empresas y los sindicatos para explotar el rico yacimiento de Vaca Muerta.

Se trata de la segunda reserva mundial de gas y la cuarta de petróleo cuya producción no sólo aseguraría la independencia de Argentina en materia energética sino que le permitiría convertirse en un gran exportador.

La iniciativa del gobierno de Macri suena como el réquiem para la regasificadora de Puntas de Sayago, un proyecto que contaba con el país vecino como el principal comprador de sus excedentes de producción, muy elevados por cierto. Pese a que un año atrás luego de la primera reunión entre Tabaré Vázquez y el recién electo presidente argentino se mencionó a Argentina como posible cliente de nuestro gas, esa perspectiva queda superada dada esta apuesta multimillonaria de Macri al desarrollo de la fabulosa reserva de Vaca Muerta.

El gobierno uruguayo debe resolver ahora qué hará con ese proyecto empezando por la terminal de recepción, almacenamiento y regasificación en cuya construcción ya se invirtieron unos 200 millones de dólares y que requeriría una futura inversión de por lo menos el doble de esa suma. Una construcción que se investiga en el Parlamento y sobre la cual pesan denuncias de pérdidas superiores a los 100 millones de dólares así como de irregularidades en el proceso de licitación. En ese proceso se adjudicaron las obras a un consorcio que subcontrató a una empresa brasileña que terminó involucrada en las denuncias de corrupción en torno a Petrobrás. Debido al escándalo el consorcio y la empresa se retiraron tiempo atrás dejando las obras en suspenso y una estela de dudas sobre su gestión.

Según datos del ministerio de Economía nuestro país podría consumir hasta 300.000 metros cúbicos diarios en tanto que el buque regasificador encargado inicialmente a Japón podía producir 10 millones de metros cúbicos. Ese enorme sobrante era el que podía comprar Argentina, un país siempre necesitado de energía, pero Cristina Kirchner, en su momento, no dio esperanzas de que un acuerdo de compra a Uruguay pudiera concretarse. En aquel momento desde la oposición y la prensa se exhortó a Mujica a rever todo el plan, cosa que el ex -presidente no hizo en una suerte de fuga hacia delante. Y así, hasta el fin de su mandato, continuó haciendo la apología de ese emprendimiento como si su realización no estuviera amenazada.

Llegado a la presidencia Vázquez alegó que el plan era intocable y que a lo sumo se podía llegar a adquirir un buque de menores dimensiones para reducir la producción algo que refrendó al volver de Japón, país al que se le encargó la nave regasificadora. Según él, la existencia de un acuerdo multipartidario celebrado en 2010 sobre el tema impedía cualquier cambio de ruta.

Desde la oposición —en particular Luis Lacalle Pou— le pidieron a Vázquez que parara la mano y que cumpliera con la condición de asegurar el destino del gran excedente de producción previsto, ya fuera con un comprador como Argentina u otro país. Vázquez, que no quiso escuchar esa propuesta formulada en abril de 2016, ahora parece estar aceptándola cuando señala que la regasificadora ya no es una de las prioridades de su gobierno dados los progresos realizados en materia de fuentes de energía renovable, en particular la eólica cuyo desarrollo es impresionante.

A pesar de ello, la ministra de Industria, Carolina Cosse, reiteró hace pocas semanas, no se sabe con qué fundamento, su confianza en la realización del proyecto. Dijo además que la comisión investigadora ponía en riesgo a la regasificadora, como si los problemas provinieran del Poder Legislativo y no de los errores y vacilaciones del Ejecutivo. A lo cual agregó que no veía razones serias para la investigación iniciada en la cámara de Diputados (con el voto del frentista disidente Gonzalo Mujica) y que detrás de esa actitud de la oposición existía una "intencionalidad política".

Precisamente, si algunos jugaron a hacer política con la regasificadora esos fueron los gobiernos del FA. Primero el de Mujica discurseando sin parar sobre el tema, ofreciéndolo al público con el espejito del "cambio de la matriz energética". Después con la indefinición de Vázquez, temeroso de contrariar a su antecesor y de ponerle fin a un proyecto cuya viabilidad estuvo en duda desde el mismo momento de su concepción.

EDITORIAL

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