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Reivindicar nuestra soberanía

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Cuándo fue que la izquierda adhirió a la tesis según la cual nuestra política exterior sólo puede llevarse adelante en función de coordinaciones, acuerdos y hasta autorizaciones de otros países o de organismos internacionales?

La pregunta es capciosa porque implícitamente supone que hubo un pasado cierto en el que esa izquierda sostuvo que la política exterior debía de ser completamente soberana. Y la verdad es que, en la cosmogonía internacionalista de la izquierda, gobernada por mucho tiempo por los dictámenes fijados por la Segunda Internacional primero y por la Tercera Internacional después, la idea misma de una política exterior soberana le es completamente ajena.

Al dogma internacionalista, impulsado por la política exterior propia de Moscú, que preconizaba que la lucha del proletariado o la revolución mundial debía de primar frente a cualquier voluntad de soberanía nacional, se sumó después una impronta regionalista- americanista de enorme influencia sobre la izquierda uruguaya.

Desde los trabajos de Abelardo Ramos en Argentina, pasando por la prédica del hoy conocido traidor a la Patria Vivian Trías, y terminando por la visión novelesca de Eduardo Galeano que tanto influyó por doquier acerca de una América Latina única y de sufrimientos comunes, hubo efectivamente toda una interpretación intelectual y un sentir político que terminó siendo naturalmente el protagonista zurdo principal en nuestro país. Así las cosas, en el largo siglo XX y hasta nuestros días, siempre la clave de interpretación izquierdista relativizó la independencia de nuestra política exterior.

Y es en este contexto que debe entenderse la lógica pro- Mercosur que fue el norte de la política exterior del Frente Amplio (FA) por quince años. Es que con gobiernos del FA ninguna apertura comercial fuera del Mercosur podía concretarse si Brasilia o Buenos Aires llegaban a señalar algún disgusto frente a tal iniciativa de Montevideo. Nunca jamás el FA hizo nada que contrariara sustancialmente a sus dos potentes vecinos: ni siquiera cuando concretó el tratado de libre comercio bilateral (TLC) con Chile, ya que debe recordarse que ese acuerdo pudo ser aprobado en el Parlamento gracias a los votos blancos y colorados, y no por la mayoría propia izquierdista.

¿Por qué suponer que lograr un TLC bilateral con China implicará romper el Mercosur? ¿Qué complejo de provincia argentina o de cisplatina federativa anida en el FA?

Hoy el razonamiento del FA frente a la posibilidad de un TLC bilateral con China responde así a su lógica política de siempre. No se opone radicalmente, porque sería el colmo absoluto que así fuera cuando tanto la presidencia de Vázquez como la de Mujica se manifestaron en su momento favorables a tal acuerdo con Pekín. Empero, no acepta que ese TLC efectivamente se concrete sin el visto bueno, el beneplácito, la autorización, el consentimiento y la aceptación explícita tanto de Brasil como de Argentina.

¿Por qué suponer que lograr un TLC bilateral con China implicará romper el Mercosur? ¿Qué complejo de provincia argentina o de cisplatina federativa anida en el FA? ¿Por qué el FA siempre adhiere a las interpretaciones de los acuerdos y las declaraciones del Mercosur más sesgadas posibles, con el objetivo de limitar lo más que se pueda las decisiones soberanas del Uruguay en la fijación de sus prioridades de política comercial?

Si Buenos Aires cree que un TL China- Uruguay puede ser una razón más de su largo declive relativo regional, como ocurrió hace 20 años cuando Finlandia decidió hacer de Uruguay su centro industrial de tratamiento de la materia prima maderera en el continente, sabe que puede contar con la quinta columna del FA del otro lado del Río de la Plata.

En 2002- 2003, fue a través de la oposición izquierdista a la inversión finlandesa, que se tradujo en que el FA no votó el tratado de inversiones con Finlandia en el Parlamento. Hoy, es a través del desacuerdo del FA al avance bilateral Montevideo- Pekín argumentando la falacia de que esa bilateralidad dañará al Mercosur.

Los hijos putativos de Abelardo Ramos y los seguidores del traidor a la Patria Vivian Trías que residen en la izquierda descreen de que Uruguay pueda llevar adelante una política exterior soberana. Es por ello que el FA encerró al país durante quince años, mientras que Colombia, Perú, Ecuador o Chile, por ejemplo, lograban acuerdos comerciales beneficiosos que multiplicaron sus inversiones, puestos de trabajo y riquezas.

El acuerdo con China abrirá el paso a una revolución comercial y productiva. Pero, además, servirá para constatar los beneficios de llevar adelante una política exterior soberana y de haber dejado de lado el complejo provinciano izquierdista.

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