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El regreso de Mujica y Bonomi

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Los políticos no “son todos iguales”: hay buenos, regulares y malos, y estos últimos pueden ser por corrupción o incapacidad.

Muchas veces la incapacidad es peor que la corrupción porque el daño es más grande, pero -a diferencia de la corrupción- la justicia no puede intervenir en estos casos: nadie va preso por sus escasas luces, por más fatuo o insoportable que sea y a pesar de que haya tenido una desoladora gestión en importantes cargos de gobierno.

En los últimos días tuvimos, sobre este genero de políticos, dos platos de sopa: primero el expresidente José Mujica y luego el exministro del Interior Eduardo Bonomi, que siguen hablando y pontificando imperturbables.

Cuando el presidente Lacalle Pou decidió actuar en el tema Mercosur -una excelente idea pero que ha servido para muy poco- y anunciar que Uruguay iba a permanecer en el bloque, pero no renunciaba a su independencia para salir al mundo y ampliar sus negociaciones comerciales, Mujica consideró que tenía la “obligación” de dar su autorizada opinión: descalificar la posición uruguaya. "Que Uruguay negocie con una potencia como China, macanudo. Significa que armemos un puestito de vendedores en toda la costa para que vengan a comprar los vecinos” y siguió con pavadas por el estilo (hasta ahí llega su sagaz mirada sobre los tratados comerciales que firman todos los países del mundo). Nunca dijo nada de que también el expresidente Vázquez promovía un acuerdo con China y antes con los Estados Unidos.

Mujica fue el peor presidente de la historia uruguaya. Con la anuencia de todo el Frente Amplio, destrozó a este país, lo despojó de todos sus valores, los minimizó y los pulverizó. Convirtió la banalidad, la chabacanería, la improvisación, el lenguaje soez, el doble discurso y el irrespeto por el Derecho, en emblemas de su gobierno. Vació el Uruguay a punta de clientelismo (funcionarios públicos y Mides) y despilfarro y empezaron a sonar todas las alarmas por los números en rojo.

“Chambonada” dijo por el episodio de Pluna, pero esa chambonada significó dos altos jerarcas presos y 300 millones de dólares perdidos por chambón. No se agotó ahí y hubo mucho más y muy conocido. Fueron millonadas y millonadas de dólares que dilapidó.

Pero sí tuvo una histórica intervención en el Mercosur: la suspensión de Paraguay para allanar el camino al ingreso de la Venezuela de su amigo Hugo Chávez en ese entonces (año 2012), tan dictador como su ahijado y sucesor Nicolás Maduro, agitando la histórica bandera de que “lo político está por encima de lo jurídico”. No se trataba de simples “puestito de vendedores” sino de ideología amiga, pero que del punto de vista comercial no servía para nada.

La otra intervención “gloriosa” de la semana fue la del exministro del Interior Eduardo Bonomi cuando el gobierno anunció el marcado descenso en el número de delitos. “La baja de los delitos en el mundo -farfulló- se ha dado a raíz de la pandemia”, pero omitió decir que hay más de 2.000 presos más en las cárceles producto de las imputaciones. ¿No se le ocurrió pensar que cambió la política del Ministerio del Interior y la labor policial y que 2.000 presos más tiene una lógica incidencia en el número de delitos?

Bonomi, junto a su compañero Jorge Vázquez, fue el peor ministro del Interior de la historia nacional y tuvo siempre el apoyo incondicional de todo el Frente Amplio, que se convirtió de esa manera en corresponsable del desastre. Puede destacarse que Bonomi fue un ministro de varios récords: récord que estuvo en el cargo, récord a la hora de la asignación de recursos estatales, récord en la multiplicación de los delitos y récord por la fuga de uno de los narcotraficantes más pesados del mundo: Rocco Morabito.

En materia de delitos por ejemplo, en el primer semestre de 2018, en pleno auge del ciclo Bonomi y con las exigencias de la proximidad del año electoral, hubo un aumento de homicidios del 66,4% y un 55,8% en las rapiñas. En contraste, están los números del legado de Jorge Larraña-ga continuado por Luis Alberto Heber: los homicidios se redujeron en un 26% y las rapiñas un 17% en el primer semestre del 2021.

Eso sí, a lo largo de su gestión tuvo siempre el apoyo incondicional de todo el FA que cerró filas en cuanta crítica se le formuló y se convirtió de esa manera en corresponsable directo de ese desastre.

Mujica y Bonomi han sido, sin lugar a dudas, los peores exponentes en la actividad pública. No por corrupción, sino por incapacidad. Lo que deberían hacer de aquí en más es tratar de pasar desapercibidos para que la gente no recuerde sus gestiones. Tomar en cuenta aquello que escribió Pablo Neruda: “Me gusta cuando callas porque pareces ausente”.

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