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Radiografía comunista

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Un error muy común es suponer que la represión comunista cedió luego de la muerte del tirano Stalin, responsable del totalitarismo del terror en la Unión Soviética. La verdad es que, por el contrario, ella se mantuvo por décadas.

El pasado 21 de enero se cumplió otro aniversario de la muerte de Lenin. Este en particular, se dio en un año cargado de historia, ya que se cumple un siglo de la revolución comunista de octubre en Rusia.

Hay una vieja forma de ver esa revolución, muy aceptada en círculos de izquierda luego de la desestalinización de los partidos comunistas de mediados del siglo XX, que concibe un momento "bueno", con Lenin a la cabeza, que fue seguido por una "mala" dictadura soviética dirigida por Stalin sobre todo a partir de los años 30. En este año en el que proliferarán los estudios y las reflexiones sobre los episodios de 1917 en Rusia, más de un análisis izquierdista seguramente intentará salvar el proceso revolucionario y el ideario comunista de esta forma.

Sin embargo, importa dejar en claro que ese argumento es enteramente falso históricamente. Hasta hoy sigue siendo relevante el libro editado hace veinte años por el investigador francés Stéphane Courtois, "El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión", porque brinda un amplio panorama de lo que fue la represión de los Estados comunistas en todas partes del mundo en el siglo XX, incluido, claro está, el terror leninista entre 1918 y 1923.

Ya entrado el siglo XXI, distintos estudios han podido contar con más y mejores análisis de archivos estatales y privados para conocer en detalle las mil formas de represión comunista. Dentro de los que se destacan y ha estado en nuestras librerías en Montevideo, hay dos muy importantes. Por un lado, "El telón de acero. La destrucción de Europa del Este, 1944 1956", de la historiadora Anne Applebaum, que refiere sobre todo al período de posguerra y a la extensión del poder estalinista en Europa del Este, con sus terribles mecanismos de opresión a los ciudadanos de esos países.

Por otro lado, está "Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin" de Orlando Figes, cuya lectura es ineludible para intentar entender cabalmente el horror que fue el totalitarismo estalinista y sus consecuencias en la Unión Soviética. Porque un error muy común es suponer que la represión comunista cedió luego de la muerte del tirano Stalin. La verdad es que, por el contrario, ella se mantuvo por décadas, y si bien el período de Kruschev puede entenderse como comparativamente más benigno, el terror volvió con fuerza en tiempos de Breznev y hasta bien entrada la década de los 80, todo lo cual también deja en claro esta amplia y detallada investigación de Figes.

Esta radiografía comunista no es novedosa. Entre nosotros, el socialista Emilio Frugoni, por ejemplo, designado en 1942 como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del Uruguay en la Unión Soviética, escribió a raíz de su estadía en ese país una dura crítica al sistema soviético en su libro "La esfinge roja". En tiempos de posguerra, intelectuales como Albert Camus pero sobre todo el gran pensador Raymond Aron en Francia, fueron duros censores del comunismo, como queda reflejado en ese gran libro de Tony Judt "El peso de la responsabilidad", que trata justamente de la servil complacencia ideológica de tantos intelectuales que preferían callar los horrores comunistas de la época.

Esa servil complacencia hacia el comunismo es algo que también se ha verificado en nuestro país. En 1951 cinco comunistas uruguayos viajaron a la Unión Soviética y volvieron maravillados. Uno de ellos, el ingeniero José Luis Massera, un matemático de renombre internacional, declaró a su llegada al país que "lo más hermoso que he visto allí es el hombre, el hombre soviético". Ni una palabra hubo sobre el horror de los Gulag ni sobre la salvaje represión comunista cotidiana en la URSS. Nada.

Incluso hoy en día a nuestra intelectualidad de izquierda y a muchos dirigentes del Frente Amplio les cuesta admitir sin ambages esta radiografía veraz del comunismo. Por ejemplo, están los jóvenes politólogos que creen en las bondades del sistema industrial comunista alemán de los años 50; los sindicalistas formados por el partido comunista que creen que en Cuba hay democracia; o está aquel candidato a presidente del Frente Amplio, que oficia de moderado con su redondez burguesa, que tuiteó sin que se le moviera un pelo de su barba: "yo juego del lado de Marx, Lenin, Guevara, Fidel, Ho Chi Ming, Mandela, Josif Broz, Mao y seguimos".

Con el centenario de la revolución de octubre habrá muchos izquierdistas que intentarán reivindicar el comunismo escondiendo la verdad de los hechos. Por eso importa tener clara su verdadera radiografía.

EDITORIAL

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