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Otra prueba del desastre

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La decisión de los docentes de un liceo de ocupar el centro educativo porque no les gusta la tarea de una ONG que apoya a los estudiantes, es una muestra más del descalabro y la falta de autoridad que azotan a la educación pública.

La noticia es como para revolver el estómago. Mientras la educación pública muestra niveles de rendimiento africanos, mientras en Primaria se discute un manual de educación sexual propio de un experimento social tipo Jim Jones en Guyana, los docentes del Liceo 13 decidieron no ser menos y ocupar el pasado martes el centro educativo y dejar a los alumnos, otra vez, sin clases.

Casi tan grave como la decisión, es el motivo. Según han expresado los docentes, su medida se debe al rechazo que genera la presencia de la ONG "Cimientos" que da apoyo a estudiantes, tanto económico como de seguimiento, para estimularlos a que no abandonen el liceo. Se trata de una ONG que cuenta con el apoyo de empresas privadas y entidades especializadas, que busca rodear y estimular a los estudiantes en los barrios de contexto crítico, para enfrentar así uno de los grandes flagelos de nuestra educación pública, donde casi un 70% abandona sin culminar secundaria.

¿Cuál es el motivo por el que el trabajo de esta ONG molesta a los sindicalistas de la educación? ¿Qué es lo tan horrible que hacen como para motivar ocupar un liceo y dejar sin clases a los jóvenes? Agárrese fuerte, estimado lector.

Según los gremialistas, lo terrible que harían estos voluntarios es analizar la escolaridad de los jóvenes que terminan primaria y acceden a ese liceo, con el fin de seleccionar a quienes tienen mejores calificaciones, a quienes tienen más chance de culminar su educación, y es a ellos a quienes dedicarían la mayor parte de su esfuerzo. Eso, para los sindicalistas, incurre en el gran pecado de la desigualdad, ya que todos deberían tener el mismo derecho y el mismo apoyo, en un sistema educativo democrático y justo.

Los profesores piden una auditoría de la ONG y un informe sobre todas las organizaciones similares que trabajan en Secundaria. "Se trata de organizaciones privadas que reciben financiamiento público directo y a través de la renuncia fiscal, dando así la potestad a los empresarios de elegir la educación que más se ajuste a sus intereses", se afirma en el comunicado. La postura de estos "docentes", no por delirante y habitual, deja de ser una salvajada.

Primero que nada cabe decir que el Estado no renuncia a nada, porque el Estado no tiene nada. El Estado es una organización jurídica que concretan los habitantes de un país para resolver sus problemas en común, y sus fines y sus recursos son los que los ciudadanos deciden libremente. En este caso, como en muchos otros, una mayoría de los uruguayos ha decidido que los recursos que podría recaudar en impuestos, tienen mejor utilización si se deja que los privados decidan dónde invertirlos. Los números no dejan dudas al respecto.

Segundo punto, lo que tanto molesta a los "docentes", no es más que el patrón regular en cualquier país civilizado. En la búsqueda de la excelencia, de la mejora constante de la sociedad, se premia y apoya a aquellos que se esfuerzan más, que tiene mejor desempeño, en el entendido de que esos ejemplos positivos son los que elevan al conjunto de la sociedad hacia nuevas cotas de conocimiento y superación.

El igualitarismo mediocrizante que se empuña desde ambientes sindicales como paradigma de democracia, es solo eso, mediocridad y atraso.

Por último, la actuación cuasi criminal de estos docentes, lo que deja en evidencia es su ignorancia y mala fe. El Liceo 13 es uno de los que tiene peores resultados del país, es (casualmente) uno de los que tiene más conflictividad sindical, y es uno de los que se encuentra en peor contexto social. Tal vez si los docentes hicieran mejor su tarea, no sería necesario el apoyo externo. Pero si en verdad les preocupan los jóvenes y su futuro, ¿es una medida coherente ocupar el centro y dejar a cientos de estudiantes sin clases? Lindo ejemplo les dan.

Por encima de estas consideraciones obvias, lo que esto demuestra es el lamentable nivel y la falta de autoridad de la conducción de la educación pública en el país. ¿Desde cuándo un grupito de docentes son los encargados de definir qué apoyo o quién lo recibe en la educación que financia toda la sociedad? ¿Qué capacidad y qué formación tienen estos profesores como para atribuirse este tipo de decisiones? ¿Quién les cedió la autoridad y el derecho a extorsionar al Estado de esta manera?

Nuevamente queda claro que la educación pública en el país está sin rumbo. Podemos hablar durante meses del liceo de Tala y sus éxitos en la NASA. Pero si no se pone orden y se termina con esta anarquía que plaga el sistema, por más que se aumenten y aumenten los recursos seguiremos teniendo resultados deplorables.

EDITORIAL

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