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La progresía bienpensante

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Editorial

Agitar fantasmas asociando a ideas golpistas a un líder opositor de impecables credenciales democráticas también es válido para la progresía bienpensante nacional.

Es de público conocimiento que en nuestro país la actividad académica se divide entre la progresía bienpensante que está en favor de los intereses populares y en contra del capitalismo neoliberal y unos pocos otros vendepatrias comprados por la CIA que no vieron la luz de la verdad por ineptos o corruptos.

Los del primer grupo —la gente de bien— tienen patente de corso para incurrir en los dislates más estentóreos o en la defensa política del partido de gobierno, digna de un veterano de comité de base, con total impunidad. Esto se justifica plenamente, por supuesto, porque están a favor del bien y en contra del mal, así que el fin justifica los medios, faltaba más.

Los segundos —los vendepatrias, para ubicarlos— pueden ser intelectuales destacados, expertos en temas relevantes para el país, reconocidos en el exterior o ganar el Premio Nobel, pero siempre deben ser señalados como lo que son; enemigos del pueblo.

Y si llegan a ir a un programa de radio o televisión, el periodista de turno seguramente lo ayudará a no caer en la confusión de prestarle atención, advirtiéndole su filiación partidaria.

Este quizá sea uno de los puntos en que más se evidencia el planteo, que aunque suene caricaturesco es la forma en que piensa mucha gente —¡demasiada!— en nuestro país. Cuando, a modo de ejemplo un experto de connotada filiación frentista va a un programa periodístico se lo presenta como sociólogo, politólogo, economistas, nutricionista o lo que corresponda, sin ninguna alusión partidaria, que no es necesaria porque está del lado del bien.

Ahora, si por algún error de producción (o infiltración de la CIA) llega a caer un pseudointelectual que no es frentista nunca se dejará de señalar esa condición, como el fumar produce cáncer de las cajas de cigarrillos.

Pueden verse en televisión (si los avisos propagandísticos del gobierno que salen dos veces por tanda lo dejan) o escucharse en la radio todos los días ejemplos de esta realidad. Los intelectuales de izquierda, con pose de prócer, analizan la realidad como si lo hicieran desde el atalaya de la verdad y la imparcialidad y, por una increíble casualidad, terminan defendiendo al gobierno y atacando a la oposición en sus sesudos análisis.

Veamos un ejemplo de notable permanencia en el tiempo, la de Gerardo Caetano, que este mes comenzó un programa en Televisión Nacional desde su rol de analista imparcial. Al ser el único del programa, además, necesariamente debe guardar cierto equilibrio ¿no?

Pues no. En el programa de la semana pasada de "Plan País" Caetano analizó como politólogo independiente el lanzamiento de Ernesto Talvi. Vale recordar, para el lector desprevenido, que Talvi lanzó su candidatura presidencial la semana pasada en un acto rebosante de público, con un discurso de gran contenido conceptual y notable respuesta del público.

Sorprendentemente, al analista Caetano todo le pareció mal. En primer lugar señaló que eligió mal la fecha y fue un "grave error" porque coincidió en el aniversario de la muerte de Líber Arce, ocurrida medio siglo atrás. Algo desinformado para un analista de su calibre, dice que empezó mal porque no lo apoyó el sector Batllistas del expresidente Sanguinetti "porque hay algunos dirigentes que lo ven con distancia", cuando es exactamente al revés. Talvi no quiso el apoyo de esa estructura porque decidió comenzar un proyecto político nuevo. Argumento falaz, por tanto, pero sirvió para pegarle a alguien que no está de lado del bien, así que es válido.

Lo califica como un "sesentón que llega tarde a la vida política", ¿bastante atrevido no? Afirma que sus definiciones ideológicas "hay que atarlas en el discurso y no es sencillo", que si es liberal progresista no puede firmar por la propuesta de Larrañaga de "militarizar la seguridad", ignorando que ya dijo que no está a favor de la propuesta y le augura un mal futuro porque si no consolida su espacio en los próximos "cuatro meses" luego "le va a resultar muy difícil". Y no pierde oportunidad de pegarle a Larrañaga, que obviamente también está del lado del mal, afirmando temerariamente que su iniciativa de reforma constitucional "es muy riesgosa" porque "la militarización de la seguridad interna hoy en la prensa internacional está asociada con la hipótesis de golpismo militar". Agitar fantasmas asociando a ideas golpistas a un líder opositor de impecables credenciales democráticas también es válido para la progresía bienpensante. Somos muy afortunados de tener intelectuales de la talla de Caetano, y a sus salieris, para ayudarnos a pensar.

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