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Las primarias de Estados Unidos

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A menos de dos semanas de que comience el largo y complejo proceso electoral de las primarias en los Estados Unidos, las encuestas muestran un panorama que promete mantener en vilo a los dos grandes partidos al menos en la primera etapa.

Ambos tienen favoritos pero no candidatos seguros, y aunque finalmente estos se terminen confirmando, pueden salir dañados o fortalecidos de la campaña que está a punto de empezar.

El Partido Demócrata cuenta a su favor con una recuperación económica que comienza a sentirse en los bolsillos. Si se cumple la sentencia atribuida el expresidente Clinton para explicar resultados electorales "es la economía, estúpido". Los tiempos pueden calzar con los intereses de los demócratas.

Para el desempeño del oficialismo también pesa sustantivamente la popularidad del actual mandatario. A pesar de que las encuestas muestran al presidente Obama con más personas que desaprueban su gestión que quienes lo aprueban, su último discurso sobre el estado de la Unión en el Congreso, y varias apariciones públicas impulsando nuevas medidas para el control de la venta de armas parecen estar mejorando su imagen.

También debe tenerse en cuenta que la demografía juega a favor de los demócratas. Los jóvenes tienden a votarlos más, así como los latinos y otras minorías cuyo peso electoral aumenta elección a elección. Los republicanos, en cambio, tienen severos problemas para conectar con quienes se alejan del estereotipo cada vez menos frecuente del yankee blanco anglosajón y protestante.

Pero el partido de Kennedy también tiene problemas. Su principal candidata Hillary Clinton enfrenta acusaciones por la forma en que manejó información confidencial durante su período como secretaria de Estado. A eso se suma que en una elección en que las encuestas muestran que los votantes premian la novedad y los outsiders Clinton representan la quintaescencia de una candidatura del establishment.

Al igual que le ocurrió en la elección de 2008, donde comenzó como amplia favorita, su principal adversario se le ha acercado peligrosamente en la intención de voto. Bernie Sanders, un senador de Vermont conocido por sus posiciones radicales de izquierda, está muy parejo con Clinton en los primeros Estados que votarán. Si bien Sanders asoma como un riesgo menor que Obama para la campaña de Clinton, que la elección no esté definida da cuenta de las eternas debilidades que arrastra la principal postulante demócrata.

Por el lado de los republicanos la elección tiende a decantarse en dos principales candidatos: el magnate inmobiliario Donald Trump y el senador Ted Cruz. En su último número la revista Time tituló su portada: "Cómo ganó Trump", y analiza los factores que han llevado al ascenso sostenido que ha logrado en los últimos cinco meses. En efecto, mientras que la mayoría de los analistas auguraban un rápido ascenso y descenso de Trump desde que lanzó su candidatura, se ha mantenido como el principal candidato republicano, mientras el panorama ha variado decisivamente entre sus retadores. El neurocirujano Ben Carson o Jeb Bush subieron y bajaron en el mismo período, solo para mencionar ejemplos notorios.

El discurso de Trump, un típico demagogo de derecha, tiene asustados a los republicanos más razonables que ven como se les puede escapar la elección por llevar un candidato indigerible para la mayoría de los norteamericanos. Sin embargo, pesa a favor de la estrella de reality shows que es con luz el postulante que más personas reúne en sus actos y, de hecho, el único que ha realizado actividades multitudinarias. Sea por novelería o porque Trump expresa el sentir de una parte del electorado que está enojado con el sistema político y cae en propuestas absurdas pero sencillas, lo cierto es que hoy es favorito para obtener la nominación del "Grand Old Party".

Su principal adversario Ted Cruz también es un extremista de derecha, pero al lado de Trump parece un tibio moderado. La esperanza de los republicanos de volver a tener chance de pelear la elección nacional pasa por la resurrección de Jeb Bush (que al lado de los demás luce como un estadista de fuste), o que cobre impulso la candidatura de quien hoy aparece tercero en las encuestas, el senador por Florida Marco Rubio, un postulante joven y "con pinta de presidente".

El 1º de febrero en Iowa y el 9 en New Hampshire conoceremos los primeros pronunciamientos del electorado. Seguramente, al menos en estos primeros escarceos, las internas norteamericanas prometen ser un espectáculo atrapante.

Editorial

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