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La previsible “necedad”

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El Plenario Nacional del Frente Amplio tomó posición respecto a que hacer con el proyecto de reforma jubilatoria. Dijo que dará el debate en el Parlamento, que la bancada votará a favor de solo unos “pocos” artículos, hará sugerencias y al inmenso resto se opondrá.

La noticia mereció destaque en los medios, quizás por aquello de que se está informando de algo nuevo. Sin embargo, una persona que no lee diarios y no ve televisión ni escucha radio, ya sabía que esa sería la resolución opositora. ¡Son tan predecibles! Es lo que la izquierda ha hecho desde que asumió el nuevo gobierno: decir que no.

Al explicar su posición, el Frente Amplio cae en algunos excesos de inesperada franqueza. Cuando su presidente Fernando Pereira explicó la estrategia dijo que al resolver votar esos pocos artículos, se pretende mostrar que en algunos casos el Frente no tiene la “necedad” de posicionarse en contra. ¿Quiere decir que ante todo el resto de la ley, sí actuará con “necedad”? Eso parece inferirse.

Lo que ocurrirá es previsible. La ley será votada, algún sindicato (ya hubo uno que lo anunció) promoverá una recolección de firmas para derogarla. El Frente dirá que no es conveniente pero tres semanas después apoyará esa campaña. Mientras tanto, tal como ocurrió con la LUC, el país quedará paralizado hasta la realización de la consulta y luego, cuando se compruebe que la ley quedó confirmada, seguirán protestando.

La Reforma Jubilatoria debió ser una. Sin embargo, la negativa surgió desde el principio, cuando en los hechos se despreció el gesto del presidente Lacalle Pou de trasladarse a la sede partidaria para entregar personalmente el primer borrador del proyecto.

La ley quedará confirmada porque los uruguayos saben que no hay alternativa. Si no se aprueba, en pocos años los uruguayos no estaramos cobrando un solo peso de nuestras jubilaciones cuando nos llegue la edad y pese a los aportes hechos. La gente no es tonta, y esto lo tiene claro. Es más, esta ley debió haber sido aprobada mucho antes. Si ahora urge hacerlo, es porque el Frente Amplio, sabiendo que tenía la responsabilidad de abordar el tema, la eludió. Se hizo el distraído.

Estando aún en el gobierno, el entonces ministro de Economía, Danilo Astori, anunció claramente que el siguiente gobierno, cualquiera fuera el que ganara, no tendría más remedio que impulsar esa reforma apenas asumiera. Y dejó bien claro que eso implicaba revisar las edades de jubilación y los montos.

Si el nuevo gobierno no acometió esa reforma apenas inició su gestión, es porque le cayó encima el drama de la pandemia y debió concentrar todos sus esfuerzos a atravesar la tormenta.

Ahora bien, si Astori la tenía tan clara, ¿por qué no lo entiende de igual forma Fernando Pereira o los diputados y senadores frentistas que deberán discutir el proyecto en sus respectivas cámaras?

Si hacer lo razonable, no es lo razonable para el Frente Amplio, no es porque ese sea el rol de la oposición. Por cierto, no se pretende un alineamiento absoluto con el oficialismo, ya que ello iría contra la naturaleza misma del funcionamiento democrático. Hemos visto como esa sumisión unánime ocurre en muchos países donde rigen gobiernos populistas, algunos de ellos muy admirados por el Frente.

Pero en algunos casos sería lógico que aparecieran ciertas necesarias coincidencias. La Reforma Jubilatoria debió ser una. Sin embargo, la negativa surgió desde el principio, cuando en los hechos se despreció el gesto del presidente Lacalle Pou de trasladarse a la sede partidaria para entregar personalmente el primer borrador del proyecto.

Esta actitud tan hostil tiene una explicación simple. El Frente Amplio hoy está en manos de dos grupos muy radicalizados: el Partido Comunista y el MPP. Así como a ellos les gusta definir a algunos dentro de la coalición republicana de “ultraderecha”, ellos son la “ultraizquierda” del Frente, que copó todos los ámbitos de decisión y solo se hace lo que ellos mandan.

Por eso, este gobierno debió enfrentar una negativa constante, terca y necia a cada cosa que quiere hacer, muchas de ellas necesarias y algunas impostergables como esta reforma jubilatoria.

El Frente Amplio está empecinado en retornar al gobierno (lo cual es natural en todo partido que actúa en democracia) y ya lanzó los nombres de sus eventuales precandidatos, ambos respaldados por uno u otro de los grupos extremistas que conforman el grueso de la coalición opositora.

Es difícil imaginar como lograrán su objetivo con la pésima imagen que tienen. Le han reprochado al gobierno no hacer lo que ellos tampoco hicieron en quince años y de hacer lo que en ese mismo período ellos eludieron abordar, sabiendo que era su responsabilidad adelantarse.

Y la gente se da cuenta.

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