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Política exterior muy mala

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EDITORIAL

En un área similar, el FA de la patria grande al servicio de Buenos Aires ni siquiera amaga con buscar puntos de acuerdo con el Reino Unido, que cuenta con Malvinas en nuestra área de influencia y que está en proceso de salir de la Unión Europea.

El balance de estos casi tres lustros de política exterior del Frente Amplio (FA) en el poder es muy deficitario. Vale la pena un repaso sustancial a pocos meses de las elecciones, para constatar que el ridículo del último episodio en torno al comunicado para criticar la seguridad en Estados Unidos, y que luego fue casi calcado por Venezuela, no es algo excepcional.

Para empezar, el FA rompió un criterio muy relevante de política exterior del país, que lo destacaba, y que marcó por décadas su seriedad en materia internacional. En efecto, rompió con la política de Estado, para introducir lo partidista, lo menor, lo ideológico sesgado y hasta lo chabacano en nuestra política exterior. Dos ejemplos entre muchos de esta posición del FA. Uno, simbólico, deja a las claras sus ideas sectarias: cambiar el nombre del anfiteatro de la sede del Ministerio, José Gervasio Artigas, por el de Reinaldo Gargano. El otro, más regional, se lo puede recordar con toda la fatuidad de lo ridículo: aquella inauguración conjunta con el kirchnerismo en el poder, del “tren de los pueblos libres” que, por supuesto, no quedó en nada serio.

Más sustantivo, el FA perdió en el primer gobierno del FA una oportunidad de oro como fue la de realizar un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Una de las páginas más vergonzosas de la historia de la política exterior del país fue protagonizada en ese momento por el entonces canciller Gargano, que operó como simple súbdito de los intereses brasileños que, en aquellos años, veían con malos ojos esa apertura comercial nuestra. Otras páginas tan vergonzosas como esa, por cierto, fueron las corridas nocturnas de las mayorías izquierdistas en el Parlamento para ratificar la entrada de Venezuela en el Mercosur; y, por supuesto, en 2012, la infame decisión de quitar al Paraguay del Mercosur porque “lo político está por encima de lo jurídico”, al decir de José Mujica, y porque el FA quería, una vez más, hacerle el mandado al chavismo.

Toda una interpretación sesgada y parcial de una resolución menor, entre tantas, del año 2000 en el Mercosur, ha llevado a la izquierda a vivir en cuclillas tras los intereses de Buenos Aires o de Brasilia, cercenándose así la posibilidad de decisiones soberanas de aperturas comerciales bilaterales que mucho hubieran beneficiado al país, por adherir a una risible tesis de soberanía conjunta que, en realidad, solo sirve a Argentina o a Brasil. Allí está, hoy, nuestro poderoso vecino del norte decidiendo abrir el juego a una apertura comercial con Estados Unidos, igual que Argentina, sin consultarnos nada, y dejando en claro lo ridícula de la tesis frenteamplista en el poder.

El FA también perdió la posibilidad de adherir a una lógica multilateral cuyo líder regional es Chile. Con sus sesgos y miopías ideológicas, ha impedido que el país avanzara en alinearse en el libre comercio de la Alianza del Pacífico, que son los países que más crecen en la región. Mientras que parte del mundo se va cerrando, Santiago de Chile firmó en 2018 el tratado integral y progresista de asociación transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés) con Australia, Brunéi, Canadá, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. En conjunto representan el 15% del comercio mundial, pero el FA por razones ideológicas quedó afuera de cualquier movimiento de ese tipo. Ni siquiera pudo, tampoco, ratificar un tratado de libre comercio con… ¡Chile! Que fue ratificado en el Parlamento gracias a los votos de los partidos blanco, colorado e Independiente.

A pocos meses de las elecciones, el FA nos quiso hacer creer que cerró un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Más allá del voluntarismo político, en concreto no hay nada: hay temas aun por negociar, pero sobre todo, para que entre en vigencia, ese tratado debiera de ser aprobado por los parlamentos nacionales europeos, y todo eso demorará años todavía, si es que alguna vez se concreta. En un área similar, el FA de la patria grande al servicio de Buenos Aires ni siquiera amaga con buscar puntos de acuerdo con el Reino Unido, que cuenta con Malvinas en nuestra área de influencia y que está en proceso de salir de la Unión Europea.

El FA va a las elecciones con un país postrado económicamente y fracturado socialmente. Pero su balance en política exterior no está conformado solamente por el reciente ridículo sentimiento antiestadounidense que dejó traslucir el infantil comunicado de cancillería. Infelizmente, es un balance global aún más vergonzoso que eso. Y hay que tenerlo claro.

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