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La plata, los bancos y la libertad

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El tiempo pone las cosas en su lugar. Y en estos días varias noticias han ido confirmando conceptos respecto a la “ley de inclusión financiera” gestada en el gobierno del Frente Amplio.

A la vez que queda en evidencia la falta de formación que existe en Uruguay incluso a nivel de sus elites, sobre el concepto de libertad.

Esta semana, el periódico La Diaria publicó una extensa entrevista con nuestro columnista Javier de Haedo, uno de los economistas más prestigiosos del país. Esto en el marco de un nuevo enfoque de ese periódico en el área económica que es muy positivo, teniendo en cuenta el problema endémico del Frente Amplio y la izquierda en general con el voluntarismo en esa área. Varios dirigentes de ese partido destacaron una frase en especial de De Haedo, cuando al hablar de la “inclusión financiera” dice que “me rechinaba que se utilizara el argumento de la libertad, porque en definitiva no creo que vaya por ahí. Yo soy muy fiscalista, y la inclusión financiera es importante para controlar la evasión de impuestos”.

De Haedo, con su a veces incluso brutal honestidad, dice lo que fue obvio para todos. Que la llamada “inclusión financiera”, solo buscaba apretar el cinturón en materia de impuestos, siendo su única justificación la lucha contra la evasión. Lo cual está perfecto, si no fuera porque desde quienes impulsaron esa ley, siempre se dijo otra cosa.

Tanto el exministro Astori, como el hoy senador Bergara, como el economista Martín Valcorba, pasaron meses jurando y perjurando que la única intención de esta ley era dar herramientas a la gente humilde para que accedieran al sistema bancario. Que era poco menos que una victoria revolucionaria que daba a los desposeídos un acceso fundamental al mundo bancario, y que en el fondo era un golpe a la codicia de la banca.

Un argumento tan infantil como injustificable. Y que saltaba por los aires en cuanto usted criticaba la ley, momento a partir del cual se convertía en un evasor, especulador, digno de los peores infiernos de la cosmogonía progresista.

Para sumar a esto, hace apenas 24 horas el diputado Daniel Peña del Partido de la Gente presentó un proyecto para regular la usura en los préstamos bancarios. Según Peña, la bancarización promovida por los gobiernos del Frente “terminó la competencia y el sistema financiero en Uruguay pasó a ser un oligopolio de pocos bancos privados donde definen la totalidad de las tasas en los préstamos”. Y como “la usura se calcula sobre una tasa media bancaria, en algunos casos se cobra 200%” de interés.

El individuo se asocia libremente para formar un estado, y elige a funcionarios que son sus empleados. Cuando estos funcionarios le mienten para avanzar sobre su derecho a usar su dinero bien habido de la manera que él quiera, se está atacando su libertad.

Sí, ¡200% de interés! En vez de ser una ayuda a los desposeídos y un golpe a la “banca transnacional”, esta ley solo buscaba sacar más dinero a los contribuyentes, y a cambio potenció el poder de los bancos en el mercado, y los habilitó a cobrar intereses exhorbitantes. Realidad mata relato.

¿Y que tiene que ver esto con la libertad? Tanto, que recordemos que la revolución más libertaria de la historia, la de los Estados Unidos, empezó justamente por una revuelta contra los impuestos.

La defensa de la libertad es la permanente vigilia contra la insaciable ambición de la burocracia estatal por avanzar sobre la independencia económica de los individuos. Estos burócratas, con la excusa de que sabrían mejor que nosotros mismos lo que nos conviene, todo el tiempo buscan aumentar su control paternal sobre las personas. En buena medida, quedándose cada vez con proporciones mayores de nuestros ingresos, con la excusa de que les darán una utilización socialmente más constructiva.

Claro que esto es una mentira. Una mentira que se hace más peligrosa, cuando los burócratas que impulsan medidas como la bancarización forzosa, lo hacen engañando a la sociedad, a los electores, o sea a sus jefes, con argumentos falaces como los empleados por Astori, Bergara, Valcorba.

El concepto básico de libertad, que nuestras elites parecen desconocer, es que el individuo es dueño de su vida, se asocia libremente para formar un estado, y elige a funcionarios que son sus empleados. Cuando estos le mienten, para avanzar sobre su derecho a usar su dinero bien habido de la manera que él quiera, se está atacando su libertad. Y despreciando su capacidad de entender la realidad que lo rodea.

La gente no es boba. Y por eso quienes se opusieron a esta ley, y eligieron un nuevo gobierno que la derogara, no son un grupito de evasores. Son ciudadanos de bien, conscientes de sus derechos y cansados de que un estamento burocrático al que le pagan un sueldo para servirlos, se crea con derecho a mentirles en la cara.

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