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Apenas se conoció el borrador de la ambiciosa Ley de Urgente Consideración presentada públicamente por el futuro Presidente Lacalle el 22 de enero, se armó el pandemónium.

El objetivo fue que los distintos partidos y conglomerados lo conocieran antes de enviarlo al Parlamento y a partir de entonces han llovido puras críticas. No faltan tampoco los anunciados aportes de los propios miembros de la coalición de gobierno, pero de donde han salido abiertamente con “los tapones de punta” sobre todos los temas y artículos es de las tiendas frentistas, empezando por la Mesa Política del F.A. Los múltiples reparos llegan desde el INAU, la Udelar, COFE, el Pit-Cnt, sindicatos como los de la educación que ya estudian hacer un paro el 2 o 3 de marzo, o el Sunca, alertando que los “quieren degollar de pardos”, hasta el Fiscal de Corte o la asociación de fiscales que tanto censuraban la reforma anterior del CPP.

Y hace dos o tres días le llegó el turno a quien pronto será excanciller, el Sr. Rodolfo Nin Novoa. Imbuido de no se sabe qué sapiencia, amonestó al Presidente electo por no invitar a la ceremonia de Asunción de Mando a la tríada más ejemplar y democrática del continente: a Nicolás Maduro de Venezuela, a Daniel Ortega de Nicaragua y a Díaz Canel de Cuba.

Lo acusó de falta de coherencia, por la no convocatoria de estos mandatarios, como si su resolución se pareciera (en signo contrario) a lo que ha hecho avergonzar al Uruguay por décadas, debido a las simpatías ideológicas del Frente Amplio que han primado en el manejo de las relaciones internacionales. Sin jamás reconocer que los destinos de esos pueblos se encuentran en manos de sangrientas tiranías, ni emitir jamás una condena a ese régimen, ante los flagrantes abusos y violaciones de los derechos humanos que pesan sobre sus habitantes. Tampoco dejó de enunciar algún amenazante vaticinio, augurando malas consecuencias futuras para el país.

La decisión de Lacalle Pou, por el contrario, ha sido por completo coherente con lo que una y otra vez manifestara en su campaña, de acuerdo a su pensamiento y sus convicciones democráticas, en sus declaraciones y discursos. Sin titubeos ni dobles discursos, Lacalle Pou ha enviado hacia dentro y hacia afuera un mensaje claro que hace honor a la tradición republicana y democrática del Uruguay. Su contenido se amplifica en los momentos actuales, cuando estos valores se encuentran a menudo desafiados, tanto por gobiernos autoritarios o populistas disfrazados con ropajes democráticos, que contribuyen a aumentar el clima de confusión que alimentan los estallidos sociales de incierto origen, en peligrosa combinación con incendiarias comunicaciones a través de las redes sociales.

La Carta Democrática de la OEA, como instrumento de presión internacional, es un reconocimiento a la Doctrina Larreta, presentada en los foros exteriores, por uno de los fundadores de este diario, Eduardo Rodríguez Larreta, siendo Canciller de la República.

Según palabras del futuro Canciller Ernesto Talvi respecto de estos tres personajes, el invitarlos o no sería resuelto en base al artículo 1° de la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA) que dice: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla” y continúa con otras expresiones, tales como “la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.

No podemos dejar de destacar que la Carta Democrática de la OEA, como instrumento de presión internacional, que fuera incluida hace dos décadas, se trata no solo de una herramienta, aunque más no sea simbólica, para luchar contra los casos de opresión gubernamental. Representa también un tardío pero bienvenido reconocimiento a la Doctrina Larreta. Elaborada y presentada en los foros exteriores, por uno de los fundadores de este diario, Eduardo Rodríguez Larreta, siendo Canciller de la República, apenas terminada la segunda guerra mundial, en el año 1946.

La fuerte repercusión que produjo su iniciativa en el área de las relaciones internacionales llevó a que se discutiera vivamente, no solo en nuestro país sino en el extranjero, tomando parte activa en su análisis, desde Estados Unidos a Rusia y por supuesto Argentina, territorio donde iba haciéndose fuerte Juan Domingo Perón. Furibundo opositor de la misma, dado que le apuntaba muy directamente. El núcleo de la Doctrina era justamente, desenmascarar y hacer presión, contra los variados tiranos que se afianzaban en diversos países, protegidos por el abrigo que les brindaba el principio de la no intervención. Tuvo que pasar un largo tiempo, para que la avanzada visión de Rodríguez Larreta, que nunca propuso un accionar bélico, fuera aquilatada en su valor y propuesta.

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