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Perón, Perón...

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El expresidente Sanguinetti generó una tormenta hace un tiempo cuando afirmó que el Frente Amplio tenía más semejanzas con el peronismo que con el batllismo. Y los hechos parecen darle cada vez más la razón. Si no veamos algunas cosas que han ocurrido esta misma semana.

El gobierno se ha mostrado muy dividido en cuanto al nivel de inversiones y gestión de las empresas públicas de la pasada administración. El debate desde el 1° de marzo ha estado monopolizado por los choques en torno al ajuste presupuestal de estas empresas, y la polémica explotó días atrás cuando ante expresiones muy duras del asesor personal del ministro Astori, Esteban Valenti, el actual vicepresidente Sendic dijo que hace tiempo que no escucha nada que diga ese personaje "por razones de salud mental". Siendo Valenti alguien a quien gusta más el escándalo que el dulce de leche, lleva días recorriendo cuanto micrófono se le ponga a la vista diciendo todo tipo de cosas sobre Sendic.

Al punto que ya nadie parece recordar que ambos, Sendic y Astori (todo el mundo sabe que el actual ministro habla por boca de Valenti) son miembros del mismo partido, que fueron jerarcas de muy alta responsabilidad del gobierno pasado y de este también.

Pero hay más para este boletín. Ayer se produjo una marcha de los aguerridos sindicalistas de la Salud Pública en pleno centro de Montevideo en reclamo de mayores aumentos de sueldo, con el dudoso argumento que eso implicaría mejor atención para la gente. La llamativa consigna que marcó a la marcha era "unidad para vencer" y desde días atrás, el centro de la ciudad padeció molestos carritos de publicidad rodante convocando. Lo sorprendente era que esa publicidad fuese armonizada por la misma musiquita oficial de la última campaña del FA.

O sea que el oficialismo no solo monopoliza la discusión pública ideológica en su propio seno, sino que también mueve al sector sindical al ritmo de su propia música electoral. Solo faltarían los bombos peronistas y tenemos el panorama completo.

Pero hay más todavía. La senadora socialista Mónica Xavier, reina del lugar común y la declaración esterilizada de contenidos, se despachó días atrás en una entrevista con El País, donde lanzó conceptos muy reveladores. Dijo que la propiedad privada es una anacronismo egoísta y que la libertad individual tiene demasiado valor en nuestro sistema legal, algo que habría que resolver mediante un cambio de las reglas de juego que nos llevaran a una sociedad más solidaria y comunitarista. No aclaró si su ideal es una especie de indigenismo a lo Evo Morales, o directamente una organización estilo hormiguero, sin incómodas apetencias individuales, y donde de escarbarla un poco, está claro cuál sería el rol que a ella le gustaría desempeñar.

Sumemos; acaparamiento de la discusión pública, visiones ideológicas que representan posturas antagónicas dentro de un mismo partido, desprecio por las libertades individuales y la democracia representativa formal, y manejo ostentoso del poder sindical para operar políticamente. Solo falta reclutar a alguna mujer que cautive, para que pronuncie discursos desgarradores desde el balcón del Palacio Estévez y podemos decir que tenemos una copia perfecta.

Con su habitual claridad de criterios (previa al almuerzo) el expresidente Mujica lo dijo días atrás en una entrevista; "en definitiva todo el cuadro de la política uruguaya está dentro del Frente. En el Frente está el gobierno y también la oposición. La discusión, el debate, toda la vida política".

A ver, no es que en el peronismo todo haya sido malo de por sí. Más allá de confiscaciones, persecuciones, vaciamientos como el de la Caja de Jubilaciones, etc. tuvo una cierta razón de ser y un rol en una etapa compleja de su país. El problema aumentó con todo lo que vino tras la muerte de Perón y los desastres que hicieron y siguen haciendo, los que en su nombre han llevado a uno de los países más ricos del mundo, a lo que se puede ver hoy, cada vez que se prende Crónica TV. Y si fue malo lo que probaron esos herederos no reconocidos allá, basta imaginarse lo que dejará esta copia clase B del lado oriental del río.

Todavía hay mucho que puede hacer la oposición en Uruguay para no seguir en este juego nefasto. Incluso en este momento político difícil, sin líderes carismáticos, y aún pagando los costos de la última gran crisis, representa a la mitad de la población. Una población que todavía valora a las instituciones, a la libertad, a un republicanismo bien entendido. Pero el costo de no despertarse y salir a luchar con decisión, está bien claro, mirando al otro lado del río.

Editorial

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