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Penoso elogio de la grieta

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EDITORIAL

Asistimos a una “nacional-peñarolización” de la política, donde no valen más los intercambios de ideas, sino la voluntad de aferrarse con uñas y dientes a un poder que lo ven amenazado.

Días atrás el título del editorial decía: “¿Por qué tanto descaro?” aludiendo al sorprendente uso y abuso que está haciendo el gobierno de la publicidad oficial en medios masivos, con desembozada intención electoralista.

Y para responder la pregunta se puso como ejemplo una campaña de la OPP que destaca que en este período de gobierno se hicieron 1.500 obras, mostrando desde el aire estadios, puentes y carreteras, en una estética que recuerda las viejas campañas de la Dinarp laudatorias de la dictadura, que mostraban la represa de Salto Grande y los puentes sobre el río Uruguay. Y por si no queríamos sopa, el gobierno agrega un segundo plato: la campaña paralela del Sistema Nacional de Cuidados, que utiliza los espacios expropiados a los canales y las radios por la chavista ley de medios.

Lo que se le reclama al gobierno es que pare la mano en esta competencia desleal a favor de un partido político (lógicamente que el oficialista Frente Amplio), no solo porque genera publicidad encubierta fuera del período autorizado por la ley, sino porque lo hace con recursos que aportamos todos los uruguayos con fines muy distintos al autobombo oficialista.

¿Pasó algo desde entonces? ¿El gobierno suspendió su propaganda? ¿Emitió alguna declaración tratando de justificarla? Ni lo uno ni lo otro: lo que hizo fue incrementarla. Esto ocurre en el mismo momento en que el país asiste al trágico desenlace de una crisis institucional, en que por primera vez en la historia, la familia de un ex ministro fallecido rechaza los honores de Estado para su sepelio. En el mismo momento en que se llega al récord histórico de homicidios violentos y una alta autoridad de la seguridad pública reconoce que el Mides subsidia a los delincuentes. En el mismo momento en que el ministro de Economía admite que gastó de más y que su gobierno se vio afectado por graves casos de corrupción.

Contemporáneamente a todo ese vergonzante berenjenal, lo que Presidencia de la República divulga en sus espacios gratuitos es la recomendación de que los padres ayuden a las mamás a levantar la mesa. Y lo sigue haciendo, demostrando con mayor claridad que no los guía el bien público sino la voluntad de mantener el poder, a cualquier precio.

Existe un sustrato ideológico detrás de este manejo arbitrario de la acción gubernativa. Asistimos a una “nacionalpeñarolización” de la política, donde no valen más los intercambios de ideas, las dialécticas intelectuales de las que surgen las síntesis prácticas, sino la voluntad de aferrarse con uñas y dientes a un poder amenazado, más por debilidades propias que por méritos ajenos.

En ese contexto, no resulta sorprendente lo que desgranó un prestigioso actor argentino, Pablo Rago, entrevistado por Sergio Puglia y Jaime Clara en el programa vespertino de Radio Sarandí. Kirchnerista convencido, el actor, que en condición de tal ha de ser una persona inteligente e instruida, declaró textualmente que “a mí me dicen que hay que cerrar la grieta, pero no, a mí me gusta la grieta, me deja claro quiénes están del otro lado, quiénes son honestos y quiénes no”. Es un comentario revelador del atroz deterioro del concepto de ciudadanía que padece la sociedad argentina y del que, tal vez, los uruguayos estemos empezando a contagiarnos. Y la verdad es que no es nada diferente a los prejuicios que emiten todos los días los principales referentes del frenteamplismo, cuando se mofan de los adversarios que viven en barrios privados o pretenden asustar a su clientela electoral agitando la famosa “motosierra de la derecha”. Esa compulsión a caricaturizar la prédica opositora es una apuesta permanente a acentuar la grieta que tanto agrada al actor argentino y tanto promueve nuestro gobierno con su desleal estrategia publicitaria.

Pero felizmente hay otra manera de hacer las cosas.

Y en ese sentido, cabe destacar un pasaje de la reciente exposición del precandidato nacionalista Lacalle Pou en ADM, donde manifiesta textualmente que “lo que no podemos tener son gobiernos refundacionales. Es un grave error haber dicho que hay que sacudir las raíces de los árboles. El Uruguay se sostiene por las raíces profundas que tiene. Es una construcción que ya no importa si es batllista, herrerista, wilsonista o seregnista. Es una gran nación construida por mucha gente”.

En tiempos en que la soberbia y la intolerancia se descarga como un mazazo desde el poder, el mensaje del precandidato del Partido Nacional agranda su figura de estadista y alienta la esperanza de un Uruguay sin grieta: con respeto, libertad y oportunidades para todos.

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