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Patria o cacerola

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Con la conferencia de prensa del lunes el presidente Luis Lacalle Pou demostró que el gobierno se encuentra bien planteado frente a la crisis provocada por la pandemia de coronavirus mientras que algunos sectores políticos y sindicales han decidido medrar miserablemente con el asunto.

Ante los gritos de los todólogos del Pit-Cnt, que resulta que ahora también son expertos epidemiólogos y otros actores entre los que no faltan politólogos y periodistas militantes del Frente Amplio, así como algunos de sus dirigentes (pero ciertamente no todos), el gobierno demuestra que sabe lo que hace y que tiene rumbo, algo fundamental en este tipo de circunstancias.

“No estamos haciendo política, estamos gobernando” quizá fue la frase de la conferencia de prensa del presidente Lacalle que mejor resume su posición. Pese a las presiones mediáticas totalmente improcedentes y desleales de corporaciones relevantes como el Sindicato Médico del Uruguay, o los reclamos al grito de Abigail Pereira o Daniel Chasquetti, el gobierno ha demostrado que no se amedrenta y trabaja incansablemente por las mejores políticas ante la crisis.

Hay personas y personajes en Uruguay que pese a que ponen el grito en el cielo pidiendo medidas prontas de seguridad para encerrar a los cuidacoches -insólitamente los mismos que hace unas semanas se indignaban porque la policía pidiera la cédula- le dan la espalda al país criticando al gobierno en su lucha contra una pandemia.

Cuesta creer que gente que se supone medianamente inteligente no logre comprender que es necesario actuar unidos frente a un virus que no distingue partidos políticos ni clases sociales. La cohesión social es fundamental para actuar coordinadamente y lograr derrotar esta pandemia con el menor daño posible, sabiendo que de cualquier forma el daño será grande.

En este escenario la presión mediática del expresidente Vázquez para declarar las medidas prontas de seguridad (una forma de imponer una cuarentena obligatoria) es desleal con el gobierno y con el país. Esta actitud solo parece ser superada por el cacerolazo convocado por el Pit-Cnt para hoy, una de las manifestaciones más abyectas que recuerde la vida democrática del país.

Es tal el punto de desatino de la central sindical que sin dudas tendrá los efectos contrarios a los buscados. Es un ejercicio absurdo de militancia en tiempos en que los esfuerzos deberían estar concentrados en salvar vidas.

¿Contra quién cacerolea el Pit-Cnt? ¿Contra un gobierno que asumió hace menos de un mes? ¿Contra las primeras medidas que adoptó extendiendo seguros de paro, ampliando los planes sociales o dándole créditos a las empresas con problemas? ¿Contra quienes están dejando todo en la cancha para coordinar de la mejor forma posible los esfuerzos contra la pandemia? Como escribió recientemente en Twitter Enrique Baliño, con sabiduría de abuela, si no ayuda, por lo menos no moleste.

Es tal el punto de desatino de la central sindical que sin dudas tendrá los efectos contrarios a los buscados; este ejercicio de militancia ridículo en tiempos en que los esfuerzos deberían estar concentrados en salvar vidas no le va a salir gratis. Al desprestigio enorme que ya tienen los sindicatos en nuestro país como demuestran todas las encuestas sobre la materia, se le sumará un nuevo bajón colosal por la deslealtad y la falta del más mínimo sentimiento nacional que demuestra su miserable medida.

La respuesta del presidente Lacalle Pou fue la que correspondía: están en su derecho. Y evidentemente lo están, pero eso no obsta de que sea una actitud condenable por todo ciudadano preocupado por la situación que enfrentamos. Hace bien también el gobierno en continuar el diálogo con el Frente Amplio, diálogo que es constante como ha quedado evidenciado en estos días. Quizá se equivocó al darle tantas reuniones al Pit-Cnt antes y después de asumir ya que cuesta pensar que se pueda conversar mientras una de las partes hace sonar una cacerola.

Debe destacarse, porque corresponde, la actitud madura y patriótica de dirigentes frentistas como Yamandú Orsi o Pablo Ferreri, que señalaron el acierto de las medidas del gobierno. Faltan 5 años para las elecciones y ya habrá tiempo de marcar perfiles y sanas diferencias, pero hoy es tiempo de unidad nacional y afortunadamente hay dirigentes frentistas que lo comprenden.

Estamos ante una de las horas más difíciles en la historia contemporánea del Uruguay, que nadie se llame a engaño. Las consecuencias de esta pandemia se dejarán sentir por un buen tiempo y debemos sobrellevar esta etapa con grandeza de espíritu. La historia ya se encargará de encomiar a quienes trabajaron por su pueblo y vilipendiar a quienes decidieron darle la espalda en este momento aciago.

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