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El parto de Vázquez

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Fueron mis 9 meses más difíciles como gobernante" confesó el presidente de la República en la última reunión del Consejo de Ministros y no es para menos. En su referencia Vázquez incluyó sus años como intendente y, naturalmente, su primera presidencia y encontró que el período actual le está resultando mucho más cuesta arriba.

Las circunstancias juegan y todos sabemos que la economía ya no crece como durante los pasados 12 años y que la coyuntura política de la coalición gobernante se ha vuelto muy compleja para el presidente.

Más allá de las habituales explicaciones del equipo económico sobre los últimos datos disponibles, su menguada credibilidad y un análisis objetivo de la situación hacen pensar que este año el crecimiento puede estar cercano a la mitad de la proyección oficial. En efecto, mientras que el Ministerio de Economía ha sostenido porfiadamente contra los hechos más elementales, que la economía va a crecer al 2,5%, el promedio de la encuesta de expectativas del Banco Central (que no es una muestra significativa porque se han ido excluyendo a los estudios y profesionales menos amigables al oficialismo, de hecho solo quedan 6 encuestados) es de 1,38%. Algunos de los analistas no relevados señalan que el dato va a estar incluso cerca del 1%, algo muy cercano al estancamiento y que da cuenta de la difícil situación que atraviesan algunos de los sectores más relevantes de la economía nacional.

Otro aspecto macroeconómico que golpea la gestión del gobierno es el lastre que carga por los errores del pasado pero sin la posibilidad de recurrir al manido argumento de la herencia maldita ya que es el mismo equipo económico y el mismo partido de gobierno el que metió la pata. La pésima situación fiscal, tanto por el crecimiento irresponsable del endeudamiento del país como por un déficit fiscal muy alto y en crecimiento, se explica en parte por la desastrosa administración Mujica, así como también por la inercia de la actual.

El presidente del Banco Central ha vuelto célebre la metáfora de que deben mantenerse girando todos los "platitos chinos" para graficar los objetivos de la política económica que deben cumplirse. Lo cierto es que tiene varios que ya están en el piso y no parece darse cuenta, al igual que el resto del equipo económico. Lo peor es que al seguir pretendiendo cumplir todos los objetivos van a terminar por no cumplir ninguno y la competitividad seguirá en estado deplorable, el déficit seguirá creciendo al igual que el endeudamiento, la inflación seguirá fuera del rango meta y la economía irá rumbo al estancamiento el año próximo.

El gran asunto que no se encara es que el menor crecimiento redundará en menor recaudación, menores ingresos para el Estado y por tanto, mayor déficit fiscal y más endeudamiento. Ese es el talón de Aquiles de la política económica y nada se ha hecho, ni aparentemente nada se hará, para remediarlo. La aprobación definitiva por estos días de un presupuesto desfinanciado, irresponsable y despilfarrador ,es más que elocuente al respecto.

El panorama político no es más alentador para Vázquez que el económico. Ha aceptado todas las imposiciones de los radicales sin corcovear, demostrando una sumisión al eje radical que ha asombrado a propios y extraños en quien supo ejercer con autoridad el don de mando. Es un gran misterio que le ha ocurrido a Vázquez, si es que simplemente acepta una situación política que le desagrada pero que ve como inevitable o más llanamente, está entregado a no hacer nada en todo su gobierno. Porque el camino al que conduce la actual situación es a que no se realice ninguna reforma relevante en lo que queda del gobierno lo que es una noticia especialmente penosa en áreas como la educación dónde solo María Julia Muñoz es incapaz de ver la tragedia nacional que enfrentamos (o mejor dicho que aceptamos, porque no la enfrentamos).

Van 9 meses recién, como reconoció con resignación casi cristiana el presidente de la República. El rumbo por el que lleva al país en lo político y lo económico no augura un buen destino para su gobierno ni para los uruguayos, lo que es imposible dejar de apreciar aún con el mayor espíritu navideño.

Pero como estas fechas también en su sentido más profundo son propicias para creer más allá de los hechos, renovamos la esperanza en que pueda encontrarse un camino de entendimiento nacional que superando el bloqueo del partido de gobierno permita al Uruguay afrontar sus desafíos con éxito. Al fin y al cabo, como dice el dicho, es creer o reventar.

Editorial

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