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Los partidos políticos y el agro

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EDITORIAL

¿Por qué, entonces, a algunos les cuesta tanto ver las diferencias entre un partido y otro? Porque hubo muchos, incluidos unos cuantos de quienes hoy protestan con toda razón, que en aquel entonces eligieron creer en candidatos como José Mujica o Tabaré Vázquez.

Las propuestas presentadas por el presidente Vázquez a las gremiales del agro y a los auto- convocados han sido unánimemente consideradas insuficientes. Y lo son de una manera escandalosa. Los siete millones de alivio que representaba ese paquete de medidas son la quinta parte de lo que se gastó en Alas-U: un emprendimiento que todos supieron condenado al fracaso desde el primer día.

Solo que en esto no hay nada de sorprendente. Los gobiernos del Frente Amplio ayudan a las empresas compañeras o a las grandes multinacionales como UPM, pero siempre tuvieron hacia el agro una mirada ignorante y cargada de prejuicios. En el fondo, sólo fueron capaces de verlo como una gran vaca lechera a la que ordeñar, para luego financiar sus operaciones de clientelismo a gran escala.

Muchos están desilusionados con este descubrimiento. Y la conclusión que sacan algunos es que, al final del día, todos los políticos son iguales. Pero eso no es cierto, y ahí está la perspectiva del tiempo para mostrarlo.

En la última campaña electoral, el Partido Nacional presentó un conjunto de propuestas con sólido respaldo técnico y con una visión global de los problemas que enfrenta nuestro aparato productivo. Esas propuestas partían de un diagnóstico muy claro: "Tener un país productivo exige, antes que nada, bajar nuestros costos en relación a los costos de nuestros competidores. Para que eso ocurra, el Estado tiene que dejar de ser un mal socio de nuestros emprendedores".

Los objetivos que se definían a partir de este diagnóstico incluían aspectos tales como "bajar las tarifas públicas, reduciendo el peso de los impuestos encubiertos" y generar una "gran devaluación logística", es decir, una reducción de los costos de los productores por vía de una gran inversión en infraestructura. "Necesitamos recuperar nuestras carreteras, cada día más usadas y deterioradas, así como desarrollar una red ferroviaria al servicio de la producción. Necesitamos recuperar el dinamismo de nuestros puertos". También se hablaba de la necesidad de "recuperar la ecuanimidad en el manejo de las relaciones laborales" y sacar al país de su aislamiento comercial: "Necesitamos menos diplomacia presidencial y más diplomacia profesional. Necesitamos una diplomacia más centrada en lo comercial y mejor conectada con los agentes económicos".

Dentro de este marco, las propuestas concretas incluían iniciativas tales como bajar hasta en un 20% la tasa del Imeba a los productores medianos y pequeños, eliminar hasta en un 100% el IVA al gasoil productivo, disminuir el peso de los tributos que graven activos fijos, generar líneas de crédito para financiar obras de riego a nivel predial y de cuencas regantes, simplificar los trámites para embarcar ganado, promover la autogeneración de energía permitiendo la transmisión de un predio a otro, crear un subsidio a los seguros contra riesgo climático para hacerlos accesibles a los productores, concretar un shock de infraestructura que dé prioridad a las rutas transversales.

Para hacer viables estas medidas (y otras más), la Agenda de Gobierno del Partido Nacional desarrollaba una estrategia de control del gasto público y de mayor eficiencia en el uso de los recursos aportados por los ciudadanos, que incluía, entre otras cosas, la creación de una regla fiscal contracíclica. Era una propuesta sólida, viable y coherente. De haberse aplicado, hoy estaríamos en una situación muy distinta de la que enfrentamos.

Por suerte, todo está documentado y a la vista desde 2014. Eso permite evaluar, con la perspectiva que da el paso del tiempo, quiénes fueron lúcidos y responsables en la última campaña electoral, y quiénes se dedicaron alegremente a vender falsas certezas, como la de que no habría aumento de la presión impositiva.

¿Por qué, entonces, a algunos les cuesta tanto ver las diferencias entre un partido y otro? Porque hubo muchos, incluidos unos cuantos de quienes hoy protestan con toda razón, que en aquel entonces eligieron creer en candidatos como José Mujica o Tabaré Vázquez, que le prometían todo a todos, con el único criterio de decir a cada uno lo que cada uno quería escuchar. Como siempre es incómodo reconocer errores propios, la reacción de algunos consiste en decir que todos son lo mismo.

Hoy vemos cómo está terminando aquel festival de la demagogia que montó el Frente Amplio. Y lo importante no es reprochar errores pasados sino aprender de cara al futuro. El año que viene volveremos a votar. A no equivocarse.

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