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La paranoia "Bolsonaro"

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Editorial

La intención de ningunear todo lo que venga del gobierno Bolsonaro arranca con su mote de ultraderechista que le han colgado y, ahora, una experta politóloga de la Universidad de San Pablo califica sus ideas como carentes de “contenido estratégico”.

El triunfo contundente de Bolsonaro tiene su costado cómico si se quiere, consistente en recoger las explicaciones que muchos expertos de aquí y de allá quieren dar para un hecho común en democracia: la derrota de un partido, en este caso la ultraizquierda de Lula, a manos de su opositor.

La intención de ningunear todo lo que venga del gobierno Bolsonaro arranca con su mote de ultraderechista que le han colgado las agencias de noticias. Obviamente hasta ahora ninguna de ellas llama ultraizquierdista, ni siquiera izquierdista, a los gobiernos de Maduro, de Ortega o de Cuba. Prefieren catalogarlos como populares, progresistas, y nunca como lo que son: dictaduras. Como lo señala la OEA y su converso secretario antes del MPP, expulsado del FA por llamar así a estos tres gobiernos.

Dentro de los análisis ridículos destaca el de una politóloga de la Universidad de San Pablo, la que desde su atalaya de "experta" universitaria, y con un enfoque del tipo del constanzamoreirismo, tronó desde su Olimpo gramsciano señalando (hilaridad) que las medidas anunciadas tienen poco contenido estratégico. Dijo: "Parece que el gobierno haya sido tomado por personas que no tienen idea de cuáles son los problemas más serios de Brasil (...). Cuando ponen el foco en las cuestiones que sí tienen importancia, tienen respuestas muy simplificadas", explicó la "politóloga" Maria Herminia Tavares.

La verdad que después de una explosión de risa tras leer que a los anuncios de Bolsonaro les falta contenido estratégico, uno no puede menos que seguir leyendo, atendiendo precisamente a los anuncios de reforma que día a día se instalan. Es difícil saber qué son respuestas simplificadas, pero hagamos un intento. Cabe señalar también que las agencias de noticias, como ocurrió antes de la elección, se empeñan en mostrar una imagen de un personaje de reacciones totalitarias, y así no tienen empacho en mentir.

Un ejemplo de esto es la noticia de la expulsión de 300 cargos de confianza del PT. Esto es exactamente lo normal, en Brasil y en todo el mundo: los cambios de personas en los cargos de confianza política. Siempre ha sido así y es absolutamente lógico. Si el Frente Amplio pierde las elecciones habrá mucho más que 300 cargos de confianza y afines que se deberán renovar, lo que dado su incrementado número les genera miedo, pero es así.

Otro tanto pasa con las expresiones oficiales respecto del fin de la ideología de género como orientadora de las políticas sociales. Se lo presenta a Bolsonaro como enemigo de gays, homosexuales y lesbianas y no es así. Como bien lo aclaró a una periodista homosexual de la BBC, el nuevo gobierno respeta todas las posiciones, pero se niega a adoptar la ideología de género como dogma. Como se sabe esta ideología señala que el género es una opción, que nada tiene que ver con el sexo que es apenas una circunstancia biológica, y que el género que es lo que importa debe ser una elección producto de la liberación de la opresión del varón, de la sociedad machista, etc.

Y qué más: que hay que terminar con la inseguridad a base de represión, algo que por estas latitudes se ha abandonado como si la policía no tuviera derecho y deber de ejercerla dentro de la ley. Apoyar a los policías en lugar de retirarlos del lugar de hechos violentos como se hace aquí… quién puede sensatamente estar en contra de esto, o de la lucha contra la corrupción.

La Universidad de San Pablo —su politóloga— habla que en temas gordos el gobierno no sabe mucho y tiene respuestas simplificadas. Justo en materia económica, al frente de la conducción hay un ministro formado en serio y que en menos de siete días ha dado con una enorme claridad su programa: apertura, desregulación, equilibrio fiscal, reforma de la seguridad social.

En materia internacional se anunció un claro realineamiento político en la elección de los nuevos amigos de Brasil, correspondida en Uruguay con una dosis de incompetencia increíble, propia de nuestro gobierno, que es la nada en materia de inserción internacional útil a los intereses del país más allá de ideologías. Y por si fuera poco en cuanto al papel del estado, de los derechos de propiedad, de la libertad individual, dijo recordando a Thatcher que Brasil se librará del socialismo, oprobiosa carga que padecen también los uruguayos.

Todo esto (y algunas cosas más) en siete días, cuatro hábiles. A esto le llama la Universidad de San Pablo poco contenido estratégico o respuestas simplificadas de gente que no entiende los problemas… ¡Pobre universidad!

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