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Pandemia y política

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La pandemia de Covid19 ha tenido consecuencias fenomenales en la vida de la gente en todas partes del mundo. Pero también está siendo utilizada como arma política.

Hay un persistente discurso que procura criticar a tal o cual presidente en función de los resultados sanitarios de la pandemia. El problema es que muchas veces esas críticas se hacen manipulando datos, y terminan siendo completamente sesgadas y parciales. Hay al menos dos ejemplos internacionales claros en este sentido.

El primero refiere a lo que ocurre en Estados Unidos, cuando se acumulan las noticias que señalan que la administración Trump falló en enfrentar la pandemia, y que se está ante un desastre sanitario mayúsculo por causa de las aproximadamente 175.000 personas muertas con Covid19 en ese país. El problema es que esta forma de presentar los datos es completamente sesgada, ya que en realidad ella no tiene en cuenta la cantidad de personas que viven en Estados Unidos. En efecto, para medir si se está ante la peor situación del mundo, que es lo que deja pensar esa cifra absoluta, en realidad hay que comparar cifras similares. Y allí queda claro que el peor país del mundo no es Estados Unidos, sino Bélgica, con más de 860 muertos cada millón de habitantes.

El segundo ejemplo refiere a Brasil. No hay día que no se señale el mal desempeño del presidente Bolsonaro ante la pandemia, y se argumente en este sentido mostrando las más de 111.000 muertes de personas con Covid19 en ese país.

La pandemia ha mostrado así que hay actores políticos y sociales que en realidad se interesan muy poco por la verdad informativa: para ellos, importa más atacar a su adversario político con verdades a medias.

Sin embargo, la politización es evidente: la cantidad de muertos por millón de habitantes en Brasil es menor que las que se verifican en Perú, Bélgica, Reino Unido, España e Italia, por ejemplo, y no es tan diferente a los guarismos que a fines de agosto presentaban Francia o México, cuyos presidentes nunca han sido tan desacreditados como lo es comparativamente Bolsonaro. El manejo de cifras está pues completamente flechado.

Se puede ser muy crítico de la forma en la que Brasil y Estados Unidos han enfrentado la pandemia. Pero es claro que sus resultados hoy en día no son de los peores del mundo. La pandemia es así utilizada como arma ideológica en contra de presidentes que son considerados populistas y de extrema derecha. Lo que está pasando es muy simple: como la posición ideológica de quienes sostienen ese argumento crítico es contraria a Trump y a Bolsonaro, entonces busca presentar los datos de forma de generar la idea de que esos dos presidentes son un rotundo fiasco.

Esta politización también ocurrió aquí. En marzo, la izquierda pedía a gritos que se confinara a todo el mundo de forma obligatoria, y estaba pronta para responsabilizar al presidente Lacalle Pou frente a lo que ella preveía sería un fracaso de su estrategia sanitaria. Con el paso de las semanas, y al constatar que la pandemia no se había ido de las manos, la izquierda procuró embretar al gobierno de otra forma: azuzó el descontento social y económico que habían traído consigo las consecuencias del Covid19.

Como en ningún caso tuvo éxito en la utilización de la pandemia para sus fines políticos opositores, ahora la izquierda promueve la irresponsabilidad social y ciudadana: busca explícitamente que fracase el esfuerzo del gobierno en contener la pandemia y salir adelante económicamente.

Su método es sencillo y está a la vista: la convocatoria periódica a grandes manifestaciones en las que, evidente y notoriamente, no hay distancia social ni hay utilización de mascarillas para protegerse ante la propagación posible del Covid19.

Tan es así, que la autoridad de salud pública ha debido insistir en informar a la población de que las medidas de cautela y protección se hacen muy necesarias si queremos seguir manteniendo a raya el desarrollo de la pandemia. Incluso para hoy de noche, desde el gobierno nacional hubo que llamarle la atención a la intendencia de Montevideo, para que colaborara con las tareas de control ineludibles para evitar que haya fiestas que terminen perjudicando la estrategia del país frente al Covid19.

La pandemia ha mostrado así que hay actores políticos y sociales que en realidad se interesan muy poco por la verdad informativa: para ellos, importa más atacar a su adversario político con verdades a medias, antes que dar fidedigna cuenta de lo que está ocurriendo con la evolución del Covid19. También, la pandemia ha mostrado que al menos una parte de la izquierda en nuestro país sigue apostando a que cuanto peor, mejor. Incluso si eso implica que la pandemia se salga de control. Hay que tenerlo muy claro.

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