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Pandemia y delincuencia

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En la marea de videitos que en estos días circula por whatsapp, desde los musicales, los de autoayuda, los de tinte religioso o los de humor, hubo uno bastante gracioso y que viene al caso.

Se trataba de un chorro, andaluz él, quien se quejaba, con su típico acento, de cuánto les había afectado el negocio el “maldito coronavirus”. “No hay casi nadie en la calle para asaltar, los comercios han bajado las cortinas y no quedan casas vacías adonde incursionar”, era su lamento.

Sin embargo, si algún parate en este preciso sector hubo, al menos en nuestro territorio, fue absolutamente pasajero. Quedó claramente demostrado con los alarmantes tiroteos del otro día en Malvín Norte. Los robos siguen a la hora del día y de todo calibre. Desde los chorros que trepan hasta un piso alto o se meten en el garaje de un edificio, por más inversión en rejas, sistema de cámaras, servicio de guardias, (otro costo que encarece la construcción o simplemente la vida, en este país ) y se llevan toda clase de bienes, autos, motos o lo que encuentren de valor, hasta las rapiñas con homicidio incluido o los asesinatos entre integrantes del hampa. “Los ajustes de cuentas”, diría Bonomi.

Al respecto hay datos que dicen mucho; durante todos estos años el número de crímenes fue en aumento mientras el de casos aclarados, en franco descenso. En el 2011, el 28% de los homicidios no fue aclarado y cada año los resultados han sido peores. En el 2012 creció al 31%, en 2013 fue el 43%; en 2014, 46%; en 2015, 47% y han continuado sin esclarecerse, alrededor del 50%.

Noticias como las tomas de tierras evidentemente organizadas, como la ocurrida en plena feria judicial de enero, en un predio privado en el barrio Santa Catalina, cerca del Cerro, no hacen más que elevar la temperatura en el tema de la delincuencia. De acuerdo al fiscal de la causa, se percibe que las 700 familias que tomaron repentinamente el lugar, responden a una operación que lejos está de ser espontánea. Todo indica que hay detrás personas dispuestas a lograr su objetivo, aunque no se sabe cuál, por el momento. O es oportunismo con miras a hacer dinero; intereses políticos, como podría ser el caso de las usurpaciones de las casas vacías antes de que fuesen demolidas en el asentamiento Kennedy, en el barrio del golf. Una manera de hacer fracasar al programa de reasentamiento del intendente de Maldonado, Antía, a un nuevo barrio no clandestino. Al igual que hizo con los moradores del afincamiento El Placer, que hoy luce como un enjardinado paseo a orillas del arroyo. O también podría tener que ver, y eso sería tal vez más preocupante aún, con el narcotráfico, como sospecha el fiscal. Es sabido que suelen servirse de personas necesitadas para sus fines, ya sea por el miedo o comprándolos. Algo así se observó en los “Operativos Mirador” hace un tiempo. Crean de esta forma, bastiones impenetrables al estilo del Medellín de Pablo Escobar, en Colombia, o las favelas de Río.

Más allá de la pandemia, mejorar la seguridad ciudadana y abatir al delito es el gran desafío del nuevo gobierno. Fue un claro reclamo al momento de las elecciones de una población agobiada por el estado de indefensión en el que se ha ido cayendo en los últimos 15 años.

Si hablamos de como escapó el capo mafioso Morabitto de la cárcel central, del cual no se supo más nada, o del narcotraficante mexicano que no va a ser extraditado y seguirá en nuestras defectuosas cárceles o de que en el almacén del Comcar se venden antenas satelitales prepagas, el panorama no es muy auspicioso que digamos.

Más allá de la pandemia, mejorar la seguridad ciudadana y abatir el delito es el gran desafío del nuevo gobierno. Fue un claro reclamo al momento de las elecciones, de una población agobiada por el estado de indefensión en el que se ha ido cayendo en los últimos 15 años de gobierno frentista. Es notorio que el ministro Larrañaga y su equipo, están abocados a ello, intentando dar un vuelco importante al accionar de las fuerzas del orden. Ejemplos de ello se notan a diario pero al mismo tiempo, el ministerio tiene que manejarse en buena medida, con los elementos, el personal y la cultura policial que vienen de antes. Basta ir a hacer una denuncia del delito del que ha sido víctima, para salir completamente desmoralizado. Y la posterior falta de resultados no ayuda.

Con sobradas razones, el Ministro comenzó a presionar para que se enviara al Parlamento a Ley de Urgente Consideración, (LUC) puesto que en ella hay varios artículos que atañen a su cartera. Es necesario contar con otros instrumentos legales. Sin ir más lejos, poder entrar en la noche, con anuencia del juez, (cosa que los opositores obvian mencionar) a una casa donde se sospecha hay una boca de droga, delincuentes o se está cometiendo violencia doméstica. Sin embargo, la retahíla de cuestionamientos a la ley es tan variada como lamentable, desde la oposición y de adentro.

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