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El país no para

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Los últimos meses, desde que la pandemia pese a no haber terminado ha dado un respiro de su mayor virulencia, hemos visto como el país ha vuelto a moverse a mayor ritmo.

La inversión ha aumentado y con ella la generación de puestos de trabajo aunque reste mucho para recuperar los 60.000 perdidos en la pandemia más los 60.000 perdidos en el último quinquenio frentista.

Sin embargo no todos tiramos para el mismo lado. El Pit-Cnt y el Frente Amplio, ostentando el mismo presidente en estos momentos dado el apoyo de casi todos los sectores a la candidatura de Fernando Pereira, no cejan en su esfuerzo por tratar de entorpecer la recuperación emprendida como una verdadera empresa nacional. Un día sí y otro también se cuestionan las medidas más elementales y sensatas, se llama sin ton ni son a ministros al Parlamento para explicar por qué llueve o por qué sale el sol, y se intenta desalentar a quienes trabajan denodadamente por la mejor salida posible de la pesadilla de la pandemia.

Una demostración clara es la jornada del día de hoy, en que se convoca a un paro sin motivos ni argumentos, cuya causa puede ser intentar hacer daño. Por cierto que a quien perjudican es a los niños que se quedan sin escuela, que son los de las escuelas públicas, no las privadas, entorpece los servicios de alimentación para quienes más los necesitan, a quienes tendrán mayores dificultades para irse a vacunar sumado a un largo etcétera donde son protagonistas los uruguayos más vulnerables. Con tal de pretender dañar al gobierno, a quienes realmente golpean sin escrúpulos es a todos los uruguayos.

Pero la realidad es terca y como quedará demostrado en el día de hoy pararán los empleados públicos sindicalizados, algunos pocos de gremios privados como la banca y no mucho más. Solo un cuarto de los trabajadores uruguayos está sindicalizado y de ellos no para la mayoría. Más aún, muchos de los que paran lo hacen por la fuerza, porque sus lugares de trabajo se cierran o por miedo a las represalias de la patota sindical, como hemos visto numerosos ejemplos en los últimos años.

La mayoría de los uruguayos, además, no va a parar porque le huelen mal estos intentos de entorpecer la marcha del país por mezquinos intereses sectoriales y partidarios. Este paro, que es un acto de campaña política, no representa a la enorme mayoría de los trabajadores y pese a las infladas cifras de paro y movilización no será el mayor en una década como se ha anunciado.

Aunque traigan personas en ómnibus desde distintos lugares del país, como han promocionado, aunque presionen a trabajadores para movilizarse, la realidad nacional pasa por otro lado y será incontrastable.

Los números muestran una realidad muy distinta a la que pretenden instalar el Frente Amplio y el Pit-Cnt. Como expresó la ministra Arbeleche la semana pasada en el Parlamento, se pretende instalar un relato con falsedades, como que se le niega un plato de comida a los niños en las escuelas, o que existió un ajuste fiscal el año pasado. Ambas afirmaciones son directamente mentiras alevosas.

Este año se crearán unos 50.000 puestos de trabajo, lo que permitirá recuperar muy buena parte de lo perdido el año pasado y esa tendencia continuará el año que viene.

El servicio de alimentación en las escuelas se reforzó, especialmente durante el verano como nunca antes y el gasto público y el déficit fiscal aumentaron el año pasado como consecuencia del incremento de gastos para atender a las personas más vulnerables y a las mico y pequeñas empresas más golpeadas por la pandemia. Más aún, este año Uruguay es uno de los países de la región que invierte más recursos en la atención a la pandemia, lo que pude hacer gracias a que no siguió la delirante política recomendada por el Frente Amplio de gastar miles de millones de dólares en unos meses a troche y moche.

Este año se crearán unos 50.000 puestos de trabajo, lo que permitirá recuperar muy buena parte de lo perdido el año pasado y esa tendencia continuará el año que viene, con lo que se comenzará a recuperar lo perdido en los últimos cinco años frentistas, en que con crecimiento económico lograron destruir trabajo todos los años. Cada vez que opinan con ligereza sobre lo que debería hacerse conviene recordarles sus cifras nefastas en tiempos normales y contrastarlas contra las del actual gobierno en circunstancias excepcionales.

En definitiva, es claro que hay dos modelos de país. El del lobby prebendario que pretende extraer rentas de la sociedad a través de la presión y la violencia y otro que crea, invierte, trabaja y se esfuerza por construir un mejor futuro para la sociedad en su conjunto. Cada uno y su conciencia sabe de qué lado pararse.

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