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Entre una obsesión y un regreso

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En boca cerrada no entran moscas ni salen pavadas o falsedades. Parece simple, pero hay gente que pese a su experiencia nunca lo aprendió, como ocurre con el expresidente Tabaré Vázquez.

Obvio que está marcado y muy dolorido por haber sido el dirigente que entregó la banda presidencial y el poder a Luis Lacalle Pou tras quince años de omnipotencia frenteamplista, pero por lo menos podía haber aprendido cosas elementales y, sobre todo, algo de humildad.

La segunda presidencia de Vázquez entregó un país al borde de perder su grado inversor y maniatado por las deudas. Lo dice la propia Rendición de Cuentas de su último año al frente del gobierno que envió al Parlamento: cerró con un abultado déficit fiscal (5%), una constante de sus cinco años de Presidente, que pasados a dólares significan unos de 11.000 millones que se gastaron por encima de los ingresos. Escalofriante. Si habíamos quedado golpeados y asustados por los 800 millones de dólares que nos había costado la Ancap de Sendic y Martínez, multiplicarlo por 13 parece demencial. Es una cantidad de dinero con la que -dólar más, dólar menos- podríamos haber construido tres plantas de UPM2, con sus ferrocarriles incluidos, pero 100% uruguayas.

Pero, más escalofriante fue cuando salió a vanagloriarse por este súper agujero negro que había sido duramente criticado por el presidente Lacalle Pou (“se ha gastado mucho y mal y se ha dejado endeudado al país). Vázquez argumentó que “no es que dilapidó dinero y por eso hay déficit fiscal, es que se destinó dinero a inversiones en políticas sociales que reclamaba la gente hace décadas y décadas y que no habían sido contempladas y fueron contempladas por los gobiernos nacionales, departamentales y municipales de nuestro Frente Amplio”.

Esta grosera tomadura de pelo tuvo algo de positivo: provocó la inmediata reacción de un ex parlamentario muy respetado, dos veces candidato presidencial del Partido Colorado, que hacía meses que figuraba como retirado de la actividad política: Pedro Bordaberry. Y su comentario, a través de twitter, fue lapidario: “Invertir en lo social no es el problema. El problema fueron las fiestas de ciento de miles de dólares en Ancap, los 350 de Pluna, Aratirí, 300 en la regasificadora y mucho más”, como podrían ser el Fondes, las deudas de Venezuela, el puerto de aguas profundas o el Antel Arena de Carolina Cosse.

La reaparición de Bordaberry se produjo en un momento muy especial en la historia del Partido Colorado, donde su principal dirigente en la pasada elección (Ernesto Talvi) acaba de renunciar a la política. Aparentemente fue una reacción espontánea ante el burdo comentario de Vázquez, pero mucha gente lo asumió con grata expectativa y recibió el inmediato respaldo del expresidente Julio María Sanguinetti: “Ojalá que Bordaberry vuelva a la política” dijo en reportaje de esta misma edición de El País.

La obsesiva cantinela antigobierno de Vázquez tuvo algo positivo: provocó la inmediata reacción del exsenador Bordaberry y la expresión favorable sobre su retorno a la política del expresidente Sanguinetti.

Pero, Bordaberry no fue el único que se molestó con los dichos de Vázquez. También se sumaron los senadores Guido Manini Ríos y Jorge Gandini. El líder de Cabildo Abierto -comandante en jefe del Ejército entre 2015 y 2019- fue categórico: “no se ‘invirtió’ en educación sino que ‘se gastó’ y los resultados son hoy desastrosos”. Y sobre el gasto social, apuntó a que “tenemos el récord de asentamientos, de gente comiendo de la basura y durmiendo en las calles. El tema no es gastar más o menos, es gastar bien”. En tanto, Gandini reiteró que se gastó “muy mal en momentos en que ingresó mucho dinero” y destacó que en la actual situación “hay que apelar a la unidad de todos. Incluso con el Frente Amplio para manejar lo que tenemos”.

Soberbio y mal perdedor, Vázquez se ha convertido en un opositor desaforado. Es incapaz de reconocer que la derrota del FA lo tuvo como uno de sus principales responsables, porque fue el “campeón de la nada” durante su gobierno. Yamandú Orsi, intendente de Canelones y una de las figuras de recambio del FA, fue muy preciso cuando, hablando de la derrota, dijo a Búsqueda que “un gobierno que hubiese actuado distinto evidentemente no hubiese generado que mucha gente se fuera y votara otro partido… Nosotros mismos dimos señales de que estábamos ante problemas económicos…”.

Y si a eso le sumamos un gabinete donde reportaban como ministros María Julia Muñoz, Ernesto Murro, Marina Arismendi, Eduardo Bonomi, Carolina Cosse o Danilo Astori, ¿qué se podía esperar?

Las explicaciones de Vázquez no convencen a nadie. Son una obsesión y son falsas. Más vale boca cerrada. Solo está deseando que a este gobierno le vaya mal y lo crucifique la pandemia, aunque ello signifique un daño para todos los uruguayos.

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