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Un nuevo mundo audiovisual

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Los cambios en el acceso al mundo audiovisual ponen en tela de juicio las viejas prácticas informativas que teníamos. La clásica reunión familiar en el horario central del informativo de televisión para saber de todo lo ocurrido en la jornada va quedando como una reliquia de museo. Hoy, la información a través de redes sociales e internet llega en el correr del día como notificación al celular. Por la noche, muchas veces, la televisión simplemente termina retomando temas que ya se conocieron en la jornada.

Pero los cambios no quedan allí. Si hace unos años la novedad era tener televisión por cable con mayor variedad de oferta internacional de señales, en este 2016 la compañía de transmisión de videos por internet Netflix lanzó una noticia impactante: además de los 60 países en donde ya existía, pasó a operar en otros 130 países más. Cubre así todo el planeta excepto China. Pasará a trabajar en 17 idiomas distintos. Países tan diversos como India, Nigeria, Rusia o Arabia Saudita podrán acceder a partir de este enero de 2016 a muchas de las series más famosas y seguidas mundialmente, dentro de las cuales la estrella es "House of Cards". Con un costo mensual relativamente barato, incluso para las clases más populares de esos países, la apuesta es que se multipliquen rápidamente los ya más de 50 millones de abonados con los que cuenta Netflix hoy por el mundo. Aquí, el acuerdo que potenció Netflix fue el que realizó en 2014 con Antel, por el cual se podía acceder gratuitamente a su servicio por 6 meses si se contrataba a través del ente estatal cierto plan de conexión a internet en el hogar.

Para el mundo de la industria de la música internet también está representando una revolución permanente. En 2014, por primera vez, las ganancias de las empresas internacionales vinculadas a la música provinieron en partes iguales de la venta tradicional de discos y de la venta a través de servicios por internet. Entre 2010 y 2014 los ingresos vinculados a la escucha de música por internet se multiplicaron por cinco. Según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI por su sigla en inglés), que reúne los grandes productores de discos, esos ingresos fueron en 2014 de una facturación mundial cercana a 7 mil millones de dólares y con una fuerte tendencia a seguir creciendo, sobre unos 15 mil millones de dólares estimados en total para el negocio de la música ese año. Spotify es líder mundial de difusión paga de música por internet, pero no es el único: están también, por ejemplo, el servicio de Apple o el de Google que crecen rápido. El número de abonados en el mundo a ese tipo de servicios pagos para escuchar música pasó de 8 millones en 2010, a 28 millones en 2013 y 41 millones en 2014 según IFPI.

Todos estos cambios son conocidos sobre todo por las nuevas generaciones. Ellas viven vinculadas a través de internet y sobre todo gracias a los servicios de los celulares. En lo que refiere a las series y películas, las ven cuando mejor les place, sin necesidad de esperar la hora y oferta de televisión abierta o cable. Se conectan a internet y Netflix, por ejemplo, y listo. En cuanto a la música, Youtube tiene más de 1.000 millones de utilizadores en el mundo y se calcula que al menos un tercio de ellos escuchan la música gratuitamente, sin siquiera fijarse en el video que muestra la aplicación. Hay videos musicales célebres que alcanzaron más de mil millones de visitas, como el del coreano Psy con su "Gangnam Style". Así que alcanza con tener conexión para escuchar lo que se quiera inmediatamente y gratuitamente. Si se cuenta con unos pocos dólares por mes, se puede tener además por internet una amplísima variedad de música y con una mejor calidad de sonido.

En este esquema de cambios hay que revisar algunas de las definiciones de la llamada ley de medios que fue promovida en tiempos de la administración Mujica por todo el Frente Amplio. Según su articulado, ella fija que radios y TV difundan y promuevan la "identidad nacional" y fomenten la "identidad cultural del país". Hoy, cuando aún está en análisis algunas de sus disposiciones por cuestiones de inconstitucionalidad, sabemos que más del 65% de los hogares urbanos del país tiene Internet y también conocemos esta evolución tanto nacional como internacional sobre estas nuevas pautas de consumo culturales. ¿No será tiempo ya de darnos cuenta de que lo de fomentar la "identidad cultural del país" a través de nuestras radios y TV es completamente obsoleto?

EDITORIAL

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