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“Que nadie se llame a engaño”

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En su primera semana de actuación el gobierno comenzó con notoria firmeza en un tema que desde la campaña consideró prioritario, el de la seguridad. 

La presencia de la Policía en la calle, el pedido de identificación y a veces acciones fuertes en lugares donde hubo desórdenes, fueron las primeras señales de una acción que tendrá que ir muy a fondo.

Por ahora lo que se vio es algo inicial: presencia. Luego deberá venir lo demás, pesquisa y represión de la delincuencia en todos los flancos: rapiñas y robos, crímenes complejos y narcotráfico. Pero había que empezar y demostrar que la Policía está, se la ve y actúa.

Como era de esperarse, diferentes organizaciones de izquierda lanzaron desde las redes una dura campaña contra estas acciones y comenzaron a divulgar su u201crelatou201d que en realidad es interno y muy endogámico.

Hubo denuncias presentadas ante fiscales y la Institución Nacional de Derechos Humanos y un pedido del intendente Christian di Candia para discutir el tema con el ministro de Interior.

El presidente Luis Lacalle Pou recordó su postura tantas veces anunciada en la campaña: u201cfuimos muy claros respecto a como se iba actuar en materia de seguridad (u2026). Que nadie se llame a engañou201d. De hecho, su primera actividad fue reunirse con el nuevo ministro de Interior, Jorge Larrañaga y con los 19 jefes de Policía, para dar instrucciones claras de cómo actuar.

Asimismo el ministro del Interior rechazó que los operativos de seguridad u201cafecten la convivenciau201d y u201cgeneren preocupaciónu201d, como ha dicho el intendente. Más bien está sucediendo lo contrario, la gente ve con alivio esta presencia. u201cLo que afecta la convivencia son los delincuentesu201d, dijo Larrañaga. Según el ministro, el gobierno anterior dejó u201cuna cultura de anomia, el irrespeto que da lo mismo hacer una cosa que otrau201d.

Es que la reacción opositora desnuda una verdad: la omisión del anterior gobierno fue la que dejó crecer la delincuencia a estos niveles alarmantes, donde campea la impunidad.

Ello explica el triunfo electoral de octubre, la popularidad de la frase u201cse acabó el recreou201d y el número altísimo de adhesiones que obtuvo el plebiscito para reformar la Constitución propuesto por Larrañaga, pese a que no alcanzó la mayoría necesaria.

La mayor presencia en la calle es importante, pero quedan otros desafíos que pasan por reprimir los arrebatos y las rapiñas, investigar y aclarar hurtos, copamientos y asesinatos y, lo más complicado, enfrentar al narcotráfico.

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Todos estos fueron mensajes claros y contundentes pero el frenteamplismo sigue sin entenderlos. Su gobierno fracasó y es a él a quien la población increpa.

Un caso muy comentado ha sido el del operativo realizado por la Policía en San José en una plaza de la ciudad donde se había producido una gresca. La Policía llegó y actuó. Al que andaba revoleando dos machetes, un agente lo apuntó con su arma y le ordenó bajarlos y agacharse. La orden se obedeció.

El u201crelatou201d luego hizo hincapié en que era un pobre tipo que en las esquinas hacía malabares con esos machetes para conseguir unas monedas. Puede ser, pero cuando intervino la Policía no los estaba usando para hacer malabares. La Policía actuó con extrema firmeza, sin duda, pero de modo alguno violó derechos humanos de nadie. Y si las fiscalías y la Institución de Derechos Humanos estudian este y otros casos, quizás no les guste pero no podrán corroborar que hubo ni abuso ni derechos conculcados. En todo caso, en San José la Policía atendió a los derechos de los vecinos que hartos de tanto lío habían hecho la denuncia.

Es que las protestas frentistas tienen un efecto boomerang y dejan en evidencia que el crecimiento de la delincuencia, la criminalidad, el narcotráfico e incluso los violentos incidentes callejeros en Montevideo y otras ciudades del país, son resultado de una deliberada indiferencia del gobierno anterior.

La mayor presencia en la calle es importante porque tiene un efecto disuasivo y eso no es menor. Pero quedan otros desafíos que pasan por desarticular focos de hostilidad en las ciudades (como el de la plaza de San José), reprimir los arrebatos y las rapiñas, investigar y aclarar hurtos, copamientos y asesinatos y, lo más complicado, enfrentar al narcotráfico. Ahí no solo se necesita presencia callejera sino un preciso trabajo de inteligencia.

Las protestas frentistas hicieron más ruido por estas salidas policiales que por un hecho muy doloroso. Una agente de 31 años murió este sábado de una balazo en el cuello, atacada en su casa por asesinos que también enfrentaron a su esposo, policía igual que ella. De eso poco hablaron las redes. Y sin embargo, en lo que al tema policial se refiere, fue el hecho más dramático, más doloroso y más alarmante de la semana.

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