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Entre Mujica y Vázquez

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EDITORIAL

La presidencia de Mujica fue una sucesión de disparates que golpeó duro en la economía y los bolsillos uruguayos. Vázquez, tras un primer año de choques con su partido, optó por la nada.

A esta altura de la tercera administración frenteamplista en el país da la impresión de que el gobierno de Tabaré Vázquez salió casi desde un principio a disputarle a su antecesor José Mujica el título de “peor presidente de la historia”. Mujica acumuló fama y una larga lista de caros mamarrachos que marcaron su gestión y dejaron tambaleante la economía uruguaya. Tabaré Vázquez porque no hizo nada: nada de nada.

Mujica empedró el camino de su mandato con los más impresionantes desaciertos que el torpe voluntarismo puede crear: allí aparecieron el rotundo fracaso de la educación, educación y educación, el desastre de Ancap, el capricho de Pluna, la velita al socialismo del Fondes con su secuela de empresas compañeras inviables, el proyecto minero de Aratirí, el puerto de aguas profundas en Rocha y la Regasificadora como sus obras más emblemáticas que fueron mermando los recursos de la época de bonanza. Y mientras dejaba eso para los uruguayos, construía su marquetinera imagen internacional con la legalización de la marihuana, la llegada de los presos de Guantánamo y refugiados sirios, junto con la explotación de su imagen de presidente pobre, pero honesto que manejaba un escarabajo.

Vázquez la vino de campeón creyendo que estaba imbuido de la misma fuerza de su primera presidencia. Pensó que seguía siendo el gran catalizador de todas las aspiraciones y ambiciones del FA, y que con su sola presencia (y sus habituales amenazas de renuncia si era contrariado) alineaba a todo el conglomerado detrás de él.

Pero los tiempos habían cambiado: el mando constitucional era el mismo, pero el político estaba en disputa. Chocó con los sindicatos de la educación que recibieron el respaldo de su propio partido cuando decretó la esencialidad. Tuvo que recular en tiempo récord. Perdió la batallita del Fondes y fracasó en todas sus promesas electorales. Lo único que pudo hacer e hizo fue aumentar impuestos y tarifas públicas. Lo agotó y optó por no chocar más con quien debía chocar y dejar que las hojas del almanaque fueran cayendo, sin gloria alguna.

Eso sí, le quedaba por lo menos la Ley de Medios o de Comunicación Audiovisual que había impulsado su antecesor y por lo menos podía usarla para intentar disimular o maquillar su estrepitoso fracaso. Allí se consagraba el uso de la cadena de radio y televisión “en temas de interés público…”. Con esa facilidad que tiene los frenteamplistas para cambiar los nombres de las cosas, Vázquez pergeñó una innovación: el rótulo de “cadena nacional” con un único protagonista frente a las pantallas o los micrófonos quedó reservado únicamente para casos muy puntuales. El resto de las transmisiones de 15 minutos diarios en el horario que elija el Poder Ejecutivo (siempre son los centrales) pasan a llamarse “emisiones oficiales de transmisión simultánea” y están despersonalizadas. Y vaya si les ha sacado jugo.

El 1° de Mayo, Día de los Trabajadores en año electoral, hubo una excepción y se registraron dos cadenas nacionales (una atrás de la otra): del Pit-Cnt y la del ministro Murro. La presentación de Murro, no solo fue aburrida sino camisetera. Impropia de un Ministro. En cuanto a la del Pit-Cnt tuvo una tónica que el histórico dirigente sindical Richard Read describió como “no hay lugar a dudas que es parte de una estrategia. A muchos nos costó entender que era un mensaje del Pit-Cnt. Fue más una publicidad del gobierno en campaña electoral”. En definitiva, dos cadenas de loas al gobierno.

En cuanto a las “emisiones oficiales” corre por cuenta de los tiempos electorales en el Poder Ejecutivo. En los últimos meses ha estado en el aire ese apóstol del clientelismo que es el Mides en una campaña por nuevos voluntarios y el Sistema Nacional de Cuidados, pero también desfiló gente sollozando de felicidad porque OSE le conectó el agua, o UTE le llevó la luz (de los apagones mejor no hablar) o algunos famosos contentísimos porque la ma-rihuana iba a eliminar el narcotráfico y, obviamente que entonces la inseguridad iba a desaparecer. El colmo fue la campaña de la OPP por “1.500 obras en 1.500 días” donde no tuvieron el mínimo rubor en incluir obras llevadas adelante por los gobiernos departamentales, ante el estupor y la bronca de los intendentes. Pero para ellos no hay “cadena” ni “emisión”.

El problema mayor es que todavía faltan seis meses para las elecciones y el bombardeo se intensificará con el paso de los días. Nulo y cero en materia de logros durante su segunda administración, Tabaré Vázquez ha encontrado en la muy frenteamplista ley de Medios la posibilidad de influir. Mientras tanto, sigue en su batalla personal con Mujica por el título.

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