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Editorial

Si tomamos solo las retenciones partidarias hechas a los senadores, diputados, ministros e intendentes que pertenecen al MPP, la suma que ingresa al sector ronda los US$ 2.600.000 al año.

En El Observador de ayer, el periodista Santiago Soravilla transparentó los números de algo que se venía sabiendo en el ambiente político nacional desde hacía años: la práctica del sector mayoritario del oficialismo, el MPP, consistente en retener una importante tajada del salario de sus legisladores, dirigentes y militantes con cargos remunerados por el Estado.

Ahora nos enteramos que los sueldos que efectivamente perciben los emepepistas en posiciones de gobierno están topeados en 67.000 pesos nominales. Lo que ganan por encima de eso va para el movimiento. Y si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el Estado remunera a la vicepresidenta Topolansky con más de 470 mil pesos, entre sueldo y gastos de representación, una simple operación aritmética permite cuantificar la parte del león que se lleva cada mes el MPP para financiar sus actividades proselitistas y propaganda electoral.

Sumando las retenciones hechas solamente a los senadores, diputados, ministros e intendentes que provienen del sector, a Soravilla le da nada menos que dos millones seiscientos mil dólares al año. Es esperable que a esa cifra se le resten los aportes al BPS, pero en contraposición, hay que sumarle las numerosas retenciones que provienen de dirigentes en cargos intermedios, tanto en los poderes del Estado como en entes autónomos y gobiernos departamentales.

Es habitual y comprensible que un partido político exija un aporte a quienes beneficia con cargos públicos. Lo curioso es que ese aporte sea de tal entidad que configure, como en este caso, prácticamente una expropiación de la mayor parte del salario. Bueno, es gente que tiene una sólida experiencia en expropiaciones.

Parte de ese generoso volumen de dinero se destina también a un "Fondo Raúl Sendic" (¡no tema!: es por Sendic padre) que el MPP utiliza para otorgar créditos a micro y pequeños emprendedores desde hace once años.

Como siempre, el mecanismo es perfecto: usan el dinero del contribuyente, no ya para pagar justas retribuciones a sus funcionarios, sino para aceitar la propaganda sectorial y, además, dar una mano a quienes después pedirán el voto. ¿Ahora entiende, amable lector, por qué incrementaron en 70.000 la plantilla de empleados públicos?

Lo gracioso de todo esto (si se puede calificar como tal) es que los legisladores emepepistas fueron quienes más gárgaras hicieron en defensa de su malograda ley de financiamiento de los partidos políticos. El diputado y posible príncipe heredero del mujiquismo, Alejandro Sánchez, calificó a los legisladores de los partidos fundacionales de "reyes de la demagogia" en su columna del portal Ecos, por negarse a votar una ley inconstitucional que de todas formas no hubiera salido, desde que un rebelde diputado oficialista también se negó a acompañarla. Para el apodado "Pacha", la oposición, "pese a sus discursos grandilocuentes en contra de la corrupción, impidió abrir el debate sobre un proyecto de ley que intenta transparentar el financiamiento de los partidos políticos".

No faltó el sesudo comentario del politólogo de ocasión, en defensa de semejante dislate. Daniel Chasquetti expresó en Twitter que quienes se beneficiaron con el fracaso de esa ley fueron "los canales de TV, las empresas que buscarán influir en el próximo gobierno, los políticos con vínculos empresariales y los millonarios que incursionan en política". Se olvidó de decir que con el éxito de la ley, se hubiera beneficiado el Frente Amplio, con las toneladas de autobombo que realiza a través de sus minutitos gratis en radio y televisión, y en especial el MPP, pródigo en millones de dólares expropiados a los sueldos de sus esbirros, para gastar como quiera y donde quiera en asegurar sus privilegios por cinco años más.

Basta citar lo que declara el (felizmente) díscolo diputado Darío Pérez al diario colega: "fijate qué dice la ley con respecto al tesoro partidario de cada grupo: nada".

Ese manejo interesado de los dineros públicos también se puso en evidencia con las declaraciones del presidente Vázquez, cuando acusó a la empresa Equipos de perjudicar al FA en las encuestas, en represalia porque él le canceló un contrato con el Estado. ¿O sea que cuando al FA le va bien, es porque las compra con nuestra plata?

Poderoso caballero es don dinero. Usan los recursos públicos con la misma liviandad con que cocinaron los negocios del Fondes, Pluna, Ancap, Aire Fresco, la regasificadora y las ambulancias alquiladas de ASSE. Con la misma legítima sospecha que sobrevuela a las tupabandas de los 90.

Todo vale para que la máquina de poder siga encendida y acelerada. Para que no se detenga.

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