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Montevideo "está limpia"

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La entrevista que la semana pasada hizo El Observador al nuevo director de Limpieza de la Intendencia de Montevideo, no tiene desperdicio. Refleja limpiamente lo que es la concepción de gobierno sin autocrítica, encerrado y mediocre que caracteriza a esta administración Martínez.

Primero lo más sencillo de percibir: la Intendencia no designa jerarcas que sepan de los temas que deberán gestionar. En efecto, para dirigir el enorme problema que es la mugre de la capital, Martínez eligió a un ingeniero agrónomo. Se podrá decir que alguien con ese perfil universitario pudo haberse especializado en gestión de limpieza urbana luego. Es cierto, pero no es el caso: el novel director tiene como mérito ser militante del sector de Astori y haber trabajado en el Ministerio de Vivienda, y entre sus antecedentes está también haber trabajado en la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones. Y por supuesto que acorde a su vocación de agrónomo, fue director de Viveros de la Intendencia. Lo de siempre pues: su nombramiento responde al acomodo político por cuota, que es típico del Frente Amplio, sin que se verifique ninguna especialización académica o de gestión práctica previa.

El novel director cree que, hoy, la ciudad está limpia. Sin embargo, en la entrevista señala muy honestamente algunas realidades que explican por qué la ciudad, en realidad, está sucia. Para empezar, reconoce que las anteriores administraciones frenteamplistas no planificaron el acompañamiento de "la cantidad de contenedores que tenemos, más o menos 11.300 en la calle, con la cantidad de camiones necesarios para levantarlos en tiempo y forma". Para seguir, reconoce que los conflictos con Adeom son "un problema latente", y que los contenedores herméticos del Municipio B son un fracaso. Es cierto que usa la jerga frenteamplista y entonces declara que deben ser "evaluados". Pero, en criollo, son un fracaso, ya que los hurgadores "han encontrado la forma de poder sacar la bolsa de adentro del contenedor". Para terminar, reconoce que hay al menos "una treintena" de basurales endémicos en la ciudad.

La pregunta que cualquiera se hace es evidente: ¿por qué alguien que reconoce todas estas carencias es capaz de declarar, en el mismo reportaje y sin tono de broma, que la ciudad está limpia? La respuesta precisa que se tome consciencia de la mediocridad con la que se maneja esta administración Martínez.

La clave está en que entre fines de abril y principios de mayo hubo una encuesta de Equipos en Montevideo que arrojó datos sobre lo que opinan los capitalinos de su ciudad. Así, los jerarcas tomaron nota de que solo el 26% de las personas encuestadas dijo que la culpa de la mugre en la ciudad es de la Intendencia. Y también tomaron nota de lo más importante: si bien es cierto que el problema de la basura es considerado el principal, la mitad de los montevideanos cree que su cuadra está limpia o muy limpia, y 26% opina que no está ni limpia ni sucia.

Así las cosas, el novel jerarca simplemente repite lo que ya sabe que los montevideanos opinan sobre su cuadra, que es su entorno cercano en la ciudad, según los resultados de esta encuesta. Su respuesta es mediocre porque lejos de querer operar un cambio que haga que efectivamente la ciudad esté limpia, el novel director opina como la mayoría. No lidera, sino que ratifica el sentir mayoritario.

El problema es que esa mayoría que así opina no tiene posibilidades de viajar por el mundo, ni muchas veces siquiera puede visitar ciudades del interior que sí están limpias. No tiene entonces un espejo de excelencia en el cual mirarse para darse cuenta de lo que es una ciudad limpia de verdad. El novel jerarca se apoya así en el encierro de una sociedad que hace muchos años que perdió los puntos de referencia de lo que es una buena calidad de administración. Brinda así una opinión mediocre que, lejos de contrariar a los montevideanos, ratifica sus prejuicios.

Este discurso autocomplaciente es el mismo que le hizo creer al Uruguay que podíamos ser un "país de primera" con el gobierno de Mujica. No es por tanto un discurso nuevo. Sin embargo, importa ser conscientes de que no solamente es la vieja guardia la que lo sostiene, sino que también lo hace la generación de recambio frenteamplista encabezada por Martínez.

Cualquiera que tenga la suerte de salir de la capital y pueda comparar su limpieza con la de otras ciudades, se da cuenta de que Montevideo está muy sucia. Y el que lo sabe mejor que nadie, aunque logre disimularlo, es el intendente Martínez.

EDITORIAL

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