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¿Mono con metralleta?

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El presidente Chávez ha sido reelecto una vez más y, por tanto, inicia su tercer mandato ungido por el 63% del electorado. No podía pretender nada mejor para acrecentar su autoestima quien, en 1992, protagonizó un intento de golpe de Estado contra las instituciones democráticas de Venezuela -y sufriera prisión por ello- y, posteriormente, convertido en primer mandatario, fue derrocado efímeramente y restituido a su cargo gracias a la presión callejera.

Su historial incluye, también, la reforma constitucional de 1999 y la del 2000, que crean el unicameralismo y habilitan la reelección presidencial. En su discurso de asunción de días atrás, se refirió a su propósito de llevar a su país hacia el socialismo del siglo XXI, a la venezolana. Honestamente, nadie sabe en qué consiste dicho socialismo, palabra que desde el colapso de la URSS oculta tanto a comunistas y socialistas como a anarcos, democristianos, partidarios de la teología de la liberación, guerrilleros, sedicentes demócratas, etc.

¿Hay algún indicio que nos permita inferir cuál es el rumbo que tomará (que está tomando) Chávez?

Desde luego que sí: en mayo de 1995, Chávez se incorporó al Foro de San Pablo que realizaba su V Encuentro en Montevideo. Es de resaltar que las formas de lucha de esta nueva fachada del comunismo incluyen al indigenismo (supuesta defensa de los derechos indígenas, un punto muy sensible en gran parte de América Latina), al separatismo (asociado a lo anterior porque proclama que hay territorios que no pertenecen al Estado nacional sino a las etnias precolombinas), al ecologismo extremo (bajo su alegato el Estado deja el control de las zonas selváticas a los sediciosos) y a la teología de la liberación (condenada en 1994 por el Vaticano a través de un documento elaborado por el entonces Cardenal Ratzinger).

Pero el Foro de San Pablo no está solo: en el 2001 se reúne en Porto Alegre el Foro Social Mundial, cuyo objetivo es "oponerse a la globalización, al neoliberalismo y al dominio del mundo por el capital y por cualquier forma de imperialismo", aunque enarbole banderas con la hoz y el martillo, porte retratos de Lenin y Fidel y aclame a la guerrilla colombiana.

Un editorial de la revista "Cristiandad" (Buenos Aires. 19-II-02) define al FSM y a la lucha de clases marxista que es su esencia, en estos términos: "la lucha planetaria... no se limita a patrones y obreros sino a países ricos contra países pobres, bloques económicos entre sí, continentes productores contra continentes consumidores, mundos pauperizados contra mundos desarrollados... hijos contra padres, alumnos contra profesores, campesinos contra propietarios, feministas contra la familia, inmorales de todo tipo contra gente honesta, drogadictos contra sensatos, ecologistas radicales contra el sistema occidental, indigenistas contra civilizados, laicos contra religiosos, el pueblo contra los jerarcas, clientes contra empresarios, ciudadanos contra el Estado, etc."

Con estas metas y metodologías se identifica Hugo Chávez. Lo demuestra sin pudor de ningún tipo con la forma en que manipula la estructura del Estado y a los medios de comunicación. Lo demuestra con el uso de un lenguaje populachero muy inadecuado para un primer mandatario. Lo demuestra cuando organiza y lidera una "cumbre" paralela a la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata, que degeneró en actos de vandalismo.

Lo demuestra, finalmente, cuando proclama que ha de nacionalizar los hidrocarburos, la electricidad y las telecomunicaciones; cuando pretende emitir moneda sin tener que soportar las regulaciones del Banco Central, cuando quiere legislar por decreto, cuando busca la reelección indefinidamente y -¡oh joya para una antología del disparate!- cuando proclama a Cristo el más grande socialista de la Historia...

Lo malo del caso es que Chávez dispone, por ahora, de fuentes inagotables de petrodólares, que maneja a su antojo. Pero ello, unido a sus ambiciones, a su mesianismo y a su megalomanía, lo vuelve tan peligroso como si un mono tuviera entre sus manos una metralleta.

"Patria, socialismo o muerte", ya oímos algo parecido emanado de la isla caribeña. ¿Con qué resultado? ¿A qué precio? Estamos cansados de los cantos de sirena que sólo atraen hacia abismos insondables. Es que la libertad nunca puede estar ausente en ninguna disyuntiva. Todo lo demás suena a palabras vacías.

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