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Con la mirada en la Justicia

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Febrero es el mes de las presentaciones de los informes de Ancap tras las instancias de la Comisión Investigadora que funcionó en el Senado de la República. Una empresa que fue la principal del Uruguay y que bajo la presidencia de José Mujica, con Raúl Sendic primero y luego José Coya, se fundió y hubo que recapitalizarla de apuro.

Una empresa que perdió una fortuna: se estima que al cierre del balance del 2015 se habrán sumado unos 200 millones de dólares a los 600 millones que arrastró de ejercicios anteriores. El patrimonio de Ancap viene en picada. De US$ 1.100 millones que tenía en el 2012, apenas sobrevivían poco más de 400 millones en el 2014 y, según el senador Álvaro Delgado, podría terminar el 2015 con la mitad.

Una empresa con un endeudamiento de US$ 2.300 millones y la mayor parte a corto plazo. En ese escenario la solución fácil es renovarla (fue lo que se hizo), aunque ello supone más deuda, más intereses, mayor diferencia de cambio y el consiguiente crecimiento del déficit. La relación entre el debe y el capital era de 5 a 1 al cierre del 2014, y en 2015 sería de 10 a 1. Una goleada estrepitosa.

Lo cierto es que el salvataje en el Parlamento significó una capitalización de US$ 872 millones y el congelamiento de las tarifas de la empresa, en momentos en que el precio del petróleo está por el piso. Eso beneficia a todos los consumidores del mundo, menos a los uruguayos. Ellos tienen que pagar por Ancap: la famosa paramétrica se la metieron en el bolsillo de los contribuyentes.

Por el lado de la oposición (Partido Nacional, Partido Colorado, Partido Independiente) podrán existir ligeras discrepancias en la valoración de lo investigado y en dónde se dan las presunciones de ilicitud que pasarán a la Justicia. Pero hay temas que han merecido una especial consideración:

1) Reiterado y unánime sobrecosto en todas las obras realizadas. Nunca lo estimado al momento de su adjudicación fue finalmente respetado. El récord es la Planta Desulfurizadora, que llevó a Esteban Valenti a preguntarse si "¿es lo mismo presupuestar una desulfurizadora por US$ 118 millones y que cueste US$ 421 millones?".

2) Sin licitación alguna, Ancap contrató a una empresa de camiones brasileña para trasladar cal de sus plantas hacia Candiota, ubicada en aquel país. El gasto en fletes que pagó Ancap es de unos ocho millones de dólares anuales. No hubo participación de camioneros uruguayos.

3) La contratación de una agencia de publicidad, la multiplicación de gastos y la falta de controles. Se pautó y pagó publicidad en una radio que nunca salió al aire.

4) La contratación directa de un intermediario de origen paraguayo (Exor) en los negocios con la venezolana Pdvsa. Su representante en nuestro país, de filiación frenteamplista, mantuvo contactos personales con el entonces presidente de Ancap, Raúl Sendic. No se sabe bien dónde estuvo el beneficio de Ancap porque Pdvsa no aceptó a ese gestor en el pasado y en el más reciente y famoso fideicomiso de Vázquez tampoco participó. Pero se le votaron US$ 3,1 millones por un acuerdo extrajudicial de honorarios.

5) En la búsqueda de petróleo en territorio nacional, se observó un número de perforaciones exagerado. En la zona de Pepe Núñez (Salto), sobre todo, los pozos sin el mínimo indicio positivo se repitieron a poca distancia uno de otro, sin que nadie pusiera freno al exceso. De acuerdo a las denuncias, funcionarios jerárquicos de Ancap serían parte de empresas privadas conexas con esa actividad, pese a la expresa prohibición legal de intervenir.

Más complejo es el informe que presentará el oficialismo. Parece bastante difícil atar dos moscas por el rabo y los ríspidos enfrentamientos de Danilo Astori con Mujica y con Sendic hacen suponer que ello es imposible.

Pero, experto en el disfraz, el maquillaje y la mentira, el Frente se las ingeniará para convencer que aquel recio intercambio de advertencias sobre intentar "pisarle el Poncho" uno a otro, no fue más que un culebrón de quinta porque son todos socios, amigos y compañeros. Que cuando Sendic disparaba disparates con entonación de certeza sobre dónde había ido la plata que faltaba en Ancap (por ejemplo: se la tragó la diferencia de cambio, se la llevó el fideicomiso del boleto, se la dimos a los estacioneros, regresó al gobierno central), no era un esfuerzo desesperado por tapar lo que había hecho, sino solo matices de una transparente gestión.

En definitiva, el Frente va a decir lo que quiera en su informe, aunque no tenga nada que ver con la realidad de lo que pasó. Si alguien le cree, será su problema. Porque como dijo el mismísimo Sendic: "si se es de izquierda, no se es corrupto".

Editorial

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