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Una mejor política exterior

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Importa mucho cuidar el vínculo con Argentina. En efecto, nuestro vecino atraviesa una circunstancia económica muy difícil y se ha dado un gobierno que no está apostando a la apertura comercial para salir adelante a través, por ejemplo, tratados de libre comercio.

A poco que avanza el gobierno de Lacalle Pou en definiciones de política exterior, se nota una mejora francamente sustancial con relación a la era frenteamplista en el poder. Hay al menos tres ejemplos ilustrativos que valen la pena ser destacados.

En primer lugar, está el gesto presidencial en el sentido de buscar abrir los mercados de las dos principales economías del mundo, China y Estados Unidos. Hacerlo con Mercosur, si es posible, y sobre todo a partir de la posición brasileña de mayor y mejor vínculo con Washington; pero hacerlo por el camino propio, si es necesario, manteniendo un diálogo permanente con las dos potencias de la región de forma de dejar en claro que esas aperturas tan importantes para nuestro crecimiento económico, de ninguna manera atentan contra el mayor comercio en el Mercosur.

En segundo lugar, el rumbo que ha fijado Lacalle Pou entiende que la prioridad de la política exterior pasa por defender los intereses nacionales en todos los ámbitos posibles. Es así, por ejemplo, que se tomó la iniciativa de mejorar la navegabilidad del río Uruguay, fundamental para bajar costos de exportación de nuestra rica producción del Litoral, y en ese sentido importa mucho la mayor cooperación con Argentina y con Entre Ríos en particular. Es así también, que se decidió mejorar las condiciones de acceso marítimas al puerto de Montevideo, de forma de potenciar su desarrollo. Y es así finalmente que se afirmó la imagen de Uruguay como destino posible de una inmigración de calidad en la región, con consecuencias importantes en Buenos Aires, por ejemplo, en donde nuestra sede diplomática está recibiendo decenas de solicitudes por semana de argentinos que buscan pasar a residir en nuestro país.

Aquí importa mucho cuidar el vínculo con Argentina. En efecto, nuestro vecino atraviesa una circunstancia económica muy difícil y se ha dado un gobierno que no está apostando a la apertura comercial para salir adelante a través, por ejemplo, tratados de libre comercio. Empero, un vínculo sano con Argentina no puede fundarse en la negación de nuestro desarrollo nacional, sino que debe hacer pie en la cooperación bilateral que reconozca sinceramente que existen, como siempre a lo largo de nuestra historia común, intereses nacionales que son muchas veces divergentes entre Montevideo y Buenos Aires.

Todo esto lo tienen muy claro Lacalle Pou y su canciller Bustillo, quien además conserva una muy buena relación personal con el presidente argentino. Con paciencia diplomática se podrán priorizar entonces los temas que precisan de la cooperación entre ambos países, a la vez que poner en sordina aquellos que todos sabemos que generan diferencias inevitables. En este sentido, la posición del ex -presidente Mujica, crítico de algunas iniciativas del Ejecutivo, lejos de defender el interés nacional, conspiró contra Uruguay. En efecto, su diatriba de la semana pasada contra Lacalle Pou fue una nueva ilustración del sentido profundamente antipatriótico de alguien que pasará a la historia como el que dirigió nuestra peor política exterior en el último medio siglo.

En tercer lugar, el gobierno dio un par de señales generales muy claras. Con respecto a la vergüenza del alineamiento anti- israelí que había sido la norma de los años de la era frenteamplista en el poder, no tuvo inconveniente en reconocer que había sido un error de una votación en el consejo económico y social de la ONU, que criticaba a Israel y que se realizó sin conocimiento de presidencia. Con relación a la tarea de Uruguay XXI, la agencia gubernamental de promoción exportadora y de inversiones, se definió que se alineara más claramente con los objetivos de cancillería, lo que quiere decir que sea más eficiente en sus gastos, de lo que fue en la anterior administración y más rentable, acompañanando el sentido de austeridad con el que se deben enfrentar los nuevos tiempos del país.

Todas estas iniciativas redundarán en resultados muy positivos para el país. Se precisa abrir los mercados de las principales potencias mundiales; retomar fuertes vínculos con aliados históricos y tomar medidas que potencien el desarrollo nacional, como son las mejoras en el puerto de Montevideo y en la navegabilidad del río Uruguay, y una mayor recepción de inmigrantes de alto nivel económico capaces de valorar la buena calidad de vida que comparativamente tiene Uruguay para ofrecer

A menos de un año del cambio de gobierno, ya se espera una mejor política exterior. Definitivamente, será una buena noticia.

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