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Mejor estar en la cocina

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Uruguay es un país con un mercado interno limitado, esencialmente exportador de productos con un nivel relativamente bajo de procesamiento y situado entre dos países mucho más grandes.

La única forma que tenemos para conseguir el ansiado desarrollo económico y social es exportar a los anchos y ajenos mercados mundiales. Ello nos exige ser pragmáticos. Las sociedades nacionales con los mejores niveles de desarrollo humano son estados democráticos con economías abiertas que se adaptan a la globalización y sacan provecho de ella.

Para un país como el nuestro, el principio fundamental es no depender excesivamente de nadie. La mejor defensa de nuestra soberanía es abrirnos al mundo exterior y diversificar al máximo nuestros mercados. El ejemplo de Chile demuestra que esto es posible. Sucesivos gobiernos de diferentes partidos han aplicado una política exterior de Estado cuyo objetivo es abrir mercados a las exportaciones.

Chile tiene en vigencia 17 acuerdos de libre comercio con otros estados y tres con organizaciones regionales (Unión Europea, Mercosur y Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica). Además es parte de la Alianza del Pacífico y del Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans Pacific Partnership, TPP).

El principal obstáculo para la formulación de una sensata política de Estado de apertura comercial para nuestro país es la resistencia de un influyente sector conservador del Frente Amplio que se opone a cualquier esfuerzo de apertura al mundo exterior. En el caso del TISA, ese grupo consiguió que nuestro país se retirase de las negociaciones para un acuerdo sobre servicios.

Ahora, se anuncia que la Cancillería aprovechará la circunstancia de que nuestro país ejerce la presidencia pro tempore del Mercosur para avanzar en las negociaciones del bloque y que busca profundizar los acuerdos que ya tiene con los países de la Alianza del Pacífico. Según informó El País, "esos pasos son los que puede dar, lograr avances y no generar resistencias en el Mercosur y en la interna del Frente Amplio".

La Alianza del Pacífico es un acuerdo comercial que incluye cuatro países del litoral occidental de nuestro continente: México, Colombia, Perú y Chile. En el año 2012 nuestro país solicitó ser admitido en calidad de observador. Este paso despertó fuertes críticas internas en el Frente Amplio.

La lista de naciones con el estatuto de observador en la Alianza del Pacífico es extensa e incluye, en nuestra región a Canadá, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Haití, Honduras, República Dominicana, Panamá, Paraguay y Uruguay.

Los ministros de relaciones exteriores de Argentina y Chile se reunieron a mediados de enero. Luego de la reunión, la ministra argentina declaró que es necesaria la integración de Argentina a la Alianza del Pacífico, pero "desde el Mercosur". El canciller chileno afirmó que el objetivo compartido por los dos países es impulsar un acercamiento entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. Brasil, por su parte parecería estar adoptando una política exterior a fin de conseguir acuerdos comerciales con los países de la Alianza.

Esos acontecimientos, entonces, son auspiciosos para los intereses del Uruguay.

Nos conviene aproximarnos a la Alianza del Pacífico. Debido a las ventajas que aparejaría mejorar las relaciones comerciales con aquellos países latinoamericanos y también porque Chile, México y Perú son socios del Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans Pacific Partnership TPP) y pueden servirnos de puente para aproximarnos a la mayor zona de libre comercio que está tomando forma en este momento.

El acuerdo para el TPP fue suscrito el 4 de febrero y ahora deberá ser ratificado por los estados signatarios: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Vietnam.

Además, ya se avizora un acuerdo similar en el Atlántico norte.

Estos acuerdos, que ya no están construidos sobre la base de regiones continentales sino a partir de amplias cuencas oceánicas, actuarán en la práctica, como grandes legisladores internacio-nales que definirán la estructura, dirección y composición del comercio mundial de bienes y servicios en las próximas décadas.

Es mejor estar en la cocina. El que no participe de esos procesos deberá aceptar lo que los demás le impongan y no eso lo que conviene.

Editorial

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