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La marihuana no es inocua

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Altera la coordinación motora elevando las posibilidades de un accidente; produce trastornos cognitivos y de memoria fundamentalmente en la adolescencia; puede causar brotes psicóticos en personas propensas a ello, o provoca estados de indolencia y más.

Otra vez se anuncia una gran exposición en el Latu, organizada por una ONG, que girará alrededor del cannabis y sus variados usos. Seguramente se mostrará como se pueden hacer cuerdas con la planta del cáñamo, cestos o zapatillas, tal como se observa en el Museo Cannábico que acaba de inaugurarse esta semana en la zona del Cordón. En la propia casa del accionista de una de las dos empresas que ganaron la licitación del Estado para la producción de marihuana en predios elegidos durante el anterior gobierno. Y de paso se podrá aspirar con los inhaladores que en la otra muestra se vendían a $ 200. También se divulgarán las supuestas bondades terapéuticas de la planta, aunque nada de esto se encuentre científicamente probado.

Sí, corren múltiples versiones de casos que se transmiten por el boca a boca o en páginas de internet, y hay gente sinceramente convencida de los buenos resultados, como con tantos productos de la llamada medicina alternativa, cada uno con sus propiedades milagrosas. Algunos recordarán al famoso lisado del corazón que estuvo muy en boga en determinado momento, o la ingesta de gorgojos como instrumento de lucha contra el cáncer. Es muy comprensible que las personas afectadas de graves males y sus familiares busquen desesperadamente la curación a través del camino que sea, siempre que les despierte alguna esperanza.

Sin embargo, el grueso del negocio no está en las zapatillas, ni en las cuerdas o los jarabes medicinales —aunque la industria farmacéutica sea un filón interesante— sino en la producción y venta de marihuana. Por algo uno de los socios de la International Cannabis Corporation (que a pesar de ese nombre tan extranjero sería de uruguayos), hizo su entrada en la bolsa de Toronto donde hay un buen mercado receptor para el cannabis, tras conseguir la autorización de la Secretaría Nacional Antilavado de Activos que funciona en Presidencia. En la oferta pública la acción quedó en 1,14, así que de acuerdo a los 3,5 millones de acciones comercializadas, la empresa alcanzó una valuación de 4 millones de dólares (Búsqueda 1.896) y ya se habla de otra emisión privada por 13 millones de dólares canadienses.

Que firmas privadas pasen a ser las productoras de drogas y no sólo de la marihuana, sino de la cocaína, la heroína, etc., bajo controles sanitarios adecuados impuestos por los distintos ministerios de salud en un nuevo universo donde el comercio de los estupefacientes en el mundo sea legal y el narcotráfico pierda su negocio y junto a ello desaparezca la terrible violencia que lo rodea, es una muy buena idea. A pesar de que no es nada simple de implementar.

Pero lo que se está viendo en nuestro país, tras la pionera iniciativa surgida en el período Mujica y que le diera al presidente uruguayo una repercusión internacional mayúscula, es muy preocupante. La población se ha encontrado inerme ante la improvisación con la que las autoridades han manejado esta iniciativa. Porque desde que se empezó a hablar de la ley sancionada en el 2013, con marchas y contramarchas hasta que la misma se reglamentó en el 2015, con fechas inciertas para la comercialización, incluidos anuncios de que se vendería en las farmacias de todo el país cuando la realidad fue que la mayoría de las 1200 se rehusaron, lo que sí hubo es propaganda, y no precisamente subliminal, a favor del consumo de la droga. Entre la juventud la ley ha llevado a la equivocada y peligrosa noción de que con la "marihuana todo bien". Que "por algo ya no se prohíbe, que es "cool", que "peor es fumarse un cigarrillo".

A diferencia de lo sucedido con el tabaco y las medidas impulsadas por el gobierno de Vázquez para desalentar su consumo, fácilmente aceptadas por gran parte de la población porque ya la gente había tomado consciencia de lo dañino de esa costumbre de echar humo por la boca, con la marihuana ha sido muy distinto. No se ha aprovechado todo este tiempo para hacer masivas campañas educativas que sirvan para abrirles los ojos a los jóvenes. Para alertarlos de los riesgos que tiene la verde plantita. Para enterarse de que altera la coordinación motora elevando las posibilidades de un accidente. Que produce trastornos cognitivos y de memoria, fundamentalmente en la adolescencia cuando el desarrollo del sistema nervioso central está en su máximo nivel. Que causa brotes psicóticos en personas con esa propensión o provoca estados de indolencia. Que ataca las vías respiratorias y que tiene 20 veces más de amoníaco que el tabaco.

Es urgente que las autoridades reaccionen y enseñen.

EDITORIAL

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