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Marihuana y homicidios

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Editorial

La última tendencia del gobierno y sus satélites es explicar el alza de homicidios como una consecuencia natural de haber achicado el mercado ilegal de drogas con la ley de marihuana. Un dislate que no resiste ningún análisis.

La marihuana es un sedante. Una droga que baja la actividad y tiende a convertir a quien la usa en alguien más empático, abúlico, si se quiere. Sin embargo en los últimos días ha circulado una teoría asombrosa: la marihuana sería la responsable del aumento descontrolado de homicidios en el país.

La tesis, defendida por representantes del ministerio del Interior, de una entidad evaluatoria de la ley de legalización de marihuana llamada Monitor Cannabis, y reflejada en un reciente artículo de El País de Madrid, afirma que el aumento de la tasa de homicidios se debería a que se habría achicado el mercado para el narcotráfico, generando conflictos que explicarían el aumento de la violencia. Según se afirma allí, el mercado de marihuana mueve US$ 40 millones al año en Uruguay, de los cuales 10 han pasado ya al sector legal de la economía. Ahí estaría la razón de tanto tiroteo.

La teoría, de un optimismo digno de mejor causa, es un dislate mayúsculo.

Para empezar, las cifras de homicidios en Uruguay empezaron a escalar de forma significativa mucho antes de que se implementara la legalización de la marihuana. Esta ley fue votada en el año 2013, y su implementación llevó años, al punto que se puede decir que el mercado legal estatal estuvo vigente recién a partir de 2017. Pues las cifras de homicidios pegan su salto estadístico mucho antes: en 2010 había 205 asesinatos al año, y en 2016 (antes de la venta en farmacias) ya llegaban a 265.

De hecho, las estadísticas muestran que el alza de los homicidios es un proceso que comienza hace unos 10 años, ya que la tasa venía más o menos estable hasta 2011 rondando los 6 cada 100.000 habitantes, y en ese año inició un claro rumbo ascendente hasta hoy, que llega a los 10,3. A menos que los narcotraficantes tengan una afición al taro u otros sistemas de clarividencia, no parece que el "achicamiento" del mercado de marihuana tenga nada que ver.

Hay otro aspecto menos constatare con cifras, pero que sí es explicado por policías y gente que entiende en serio del mercado de drogas en Uruguay que da por tierra con la explicación.

Más allá de los números y millones que se mencionan, el mercado ilegal de marihuana en Uruguay siempre fue subsidiario. Se trata de una droga compleja de manejar, peligrosa de transportar por su fácil detección y gran volumen, y que deja márgenes de dinero insignificantes comparados a la cocaína o a la pasta base. De hecho, previo a la legalización, el mercado uruguayo pasó por ciclos de fuerte desabastecimiento, ya que para las grandes organizaciones había dejado de ser buen negocio. No solo aquí, y si no vea la popular serie Narcos México.

Es más, el boom del autocultivo, que se "blanqueó" con la legalización, ya había comenzado mucho antes, gracias a internet y a que los bancos de semillas en Holanda y España, hacían llegar su producto a Uruguay casi sin problemas. Por algo el entonces diputado Lacalle Pou intentó un proyecto de legalización del autocultivo mucho antes de 2013, caponeado por el Frente Amplio.

El lector se preguntará ¿de dónde salen estas teorías entonces? ¿Por qué un organismo evaluado independiente y el ministerio las defiende? ¿Qué se busca?

Lo primero es analizar que tan independiente es ese organismo evaluado, y a poco que se investiga, se ve que no es tanto. El observatorio Monitor Cannabis está ubicado dentro de la Facultad de Ciencias Sociales, bastión ideológico de los sectores que impulsaron la llamada "agenda de derechos". Y si se mira los nombres de sus investigadores, casi todos coinciden con las figuras que ocuparon espacios centrales en defensa del proyecto de legalización cuando se discutió la ley. Tienen todo derecho a hacer lo que les guste, pero sugerir que eso es una evaluación "independiente" es tomarle el pelo a la gente.

Cuando se trata de entender la actitud del ministerio del Interior, la explicación es que "toda monedita sirve". La actuación de esta cartera ante la epidemia de asesinatos que padece el país ha sido tan lamentable, tan pobre, que a esta altura cualquier explicación que pueda brindar alguna justificación a su fracaso es bienvenida. Así como la mayoría de los asesinatos son catalogados como "ajuste de cuentas", para justificar que casi no se resuelven, decir que todo se trata de una consecuencia prácticamente benigna de una ley de estos gobiernos, es mejor que aceptar que su trabajo es un desastre.

Hay una realidad que rompe los ojos. El narcotráfico, el sicariato, en Uruguay, son de los pocos negocios que marchan viento en popa. Y los últimos gobiernos solo han hecho cosas que los han hecho más fructíferos. Lo demás, es voluntarismo, especulación y demagogia.

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