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Maduro entre petróleo y droga

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En esta misma página, a comienzos de marzo, muy en los principios de la funesta historia del COVID-19, presagiamos una posible recesión y una baja del petróleo. 

Pero a años luz estábamos de imaginar que el oro negro iba casi a no valer nada, como ocurrió en cierto momento en estos días o que con un repunte, el barril de Brent iba a llegar a los 10 o 20 dólares.

Ante el descalabro de los precios y la pésima explotación de lo que ha si- do para Venezuela su principal producto, desde Chávez en adelante, surgió la idea entre algunas personas que el desplo- me de los precios de los hidrocarburos iba a terminar con Maduro y su cruel satrapía.

Sería sin duda alguna una beneficiosa consecuencia indirecta para ese país sometido desde hace años a una tiranía, apenas disfrazada con ropajes seudodemocráticos. Una burla a la que solo el Uruguay del Frente Amplio y algunos otros que lejos están de ser referentes en democracia, como Cuba (socio y mentor) o Nicaragua, han pretendido darle crédito.

En estos días han corrido noticias de supuestos contactos entre gente cercana al gobierno de Nicolás Maduro y miembros de los principales partidos políticos de la oposición, lo que haría prever la apertura de un diálogo entre las partes a raíz del agravamiento de la situación, si cabe. Al aumentar los contagios por el virus, más la escasez local creciente de combustible y la hiperinflación que contribuye a profundizar el caos económico y social que agrava la tragedia del pueblo venezolano.

Un persistente desastre que lleva años y ha provocado no solo muertes, prisión y violaciones a los derechos humanos, sino también un éxodo masivo, jamás visto. Ya superan los cinco millones las personas obligadas a dejar todo detrás, en la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida y de salud en otra parte y como sea. Sin embargo, Juan Guaidó, el Presidente reconocido por decenas de naciones democráticas, negó la veracidad de dicho rumor.

A la teoría de que Maduro va a caer a resultas de la furibunda caída del precio del petróleo, sustento principal de la economía venezolana, hay que preguntarse si hoy en día ese gobierno no cuenta con otro flujo de importantes ingresos distintos del tradicional.

A la teoría de que Maduro va a caer a resultas de la furibunda caída del precio del petróleo, sustento principal de la economía venezolana, hay que preguntarse si hoy en día ese gobierno no cuenta con otro flujo de importantes ingresos, distinto del tradicional.

O sea, la droga

Ya dejó de ser nueva o tímida, la percepción de que la administración venezolana es actualmente un narcoestado. La justicia de Estados Unidos ha pedido la captura y extradición de varios sujetos cercanos al gobierno y ha tildado de traficante a más de un allegado al poder. A fines de marzo Estados Unidos acusó específicamente a Nicolás Maduro y a otros altos funcionarios de ese gobierno, de narcoterrorismo.

El Fiscal Gral. Bill Barr ha dicho que entre 200 y 250 toneladas fueron enviadas a su país al amparo del gobierno venezolano en combinación con disidentes de las Farc, la antigua guerrilla colombiana. Dos ex altos cargos de las Farc, el ex Negociador de Paz, conocido como Iván Márquez, y Seuxis Hernández, alias Jesús Santrich, también integran la lista de acusados.

El Departamento de Estado ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por información que lleve al arresto o procesamiento del primer mandatario. Más de una docena están acusadas, como el temible Diosdado Cabello, quien figura como Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (el poder tras bambalinas) por el que ofrecen US$ 10 millones; el Ministro de Defensa Vladimir Padrino; y el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia una total broma) Maikel Moreno. Un monto igual por el vicepresidente del área de Economía, Tarek Al Aisami y varios más de alto nivel jerárquico.

Las acusaciones fueron presentadas por los fiscales de Florida y Nueva York, quienes afirman que Maduro negoció personalmente con los líderes remanentes de las FARC que se refugiaron en suelo venezolano. La entrega de armas y pertrechos además de entablar conversaciones con países como Honduras para facilitar el pasaje de la cocaína. En paralelo juegan otros dos factores. La integración de la mayor parte de la oficialidad al turbio negocio del narcotráfico, (no hay que olvidar la llamativa inflación de ascensos en filas castrenses) y el gran número de cubanos diseminados por todas las esferas del poder. En especial las que tienen que ver con los planes estratégicos, los servicios de inteligencia y las fuerzas represivas. Aunque ninguno de estos personajes hoy pueda viajar libremente por el mundo, ni tampoco amorralar sus dineros en cuentas en EE.UU. dentro de fronteras siguen en lo de ellos.

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