Lo bueno, lo malo y lo triste

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Primero fue el anuncio, luego la crítica. En su visita a Paysandú el presidente Lacalle Pou explicó el proyecto binacional de la hidrovía del Río Uruguay para llevar adelante con la Argentina y quizás también con Brasil. 

Luego, una descripción de la alternativa que enfrenta el país: “El camino es más impuestos o ahorro”, fue su descripción.

Castigado por una pandemia imprevista que es hoy, junto con sus consecuencias sociales, la prioridad, ya venía malherido por el legado de los gobiernos frenteamplistas. “Se gastó mal, se gastó mucho, se dejó al país endeudado y hay que reaccionar. Por eso es necesario ahorrar; la plata no crece arriba de los árboles”.

La última Rendición de Cuentas del segundo gobierno de Tabaré Vázquez que acaba de aprobar con severas críticas el Senado, dejó claro que solo en 2019 se alcanzó un déficit de 2.800 millones de dólares que, sumado a los arrojados en los cuatro años anteriores trepa hasta la muy onerosa cantidad de 11.000 millones de dólares. Y eso es solo por gastar más que lo recaudado porque el país, durante ese período, no fue víctima de ningún acontecimiento grave e imprevisto que pudiera entorpecer o complicar la gestión del superministro Danilo Astori, el gran padrino del desastre.

Como dijo en sala el senador Gandini “siempre creció más el gasto y por lo tanto el déficit y por lo tanto la deuda y los intereses de la deuda. Cuando esto sucede, siempre son los que menos tienen los más desfavorecidos. Agrandamos la brecha de la injusticia. Por eso lo condenamos”. O, si se quiere, la versión de la senadora Carmen Asiaín: “Hubo alguien antes que no quiso aprobar estas cuentas y fue la ciudadanía. Con esta Rendición de Cuentas quedó una realidad al desnudo. La realidad que nos pintaban era mampostería. Vino el Covid-19 y quedó al desnudo de forma descarnada la pobreza y la informalidad".

Lógico que hubo respuestas del FA. En sala, se destacó el humor negro del senador Olesker: “la responsabilidad en el aumento de la pobreza en estos cinco meses es del gobierno…” o fuera de ella con la reaparición pública nada menos que del exsenador y actual secretario político del FA, Rafael Michelini, que reclamó 200 millones o 300 millones de dólares más de déficit (¿por qué no 800 millones o 1.000 millones más) “para el conjunto de la población que tiene menos educación, oportunidades de trabajo", y pronosticó que "los bolicheros se van a fundir", así como indicó que los alquileres "están bajando porque no se alquila" y esto es porque "no hay trabajo". Si alguien pensó que Michelini, una figura asidua al podio de los parlamentarios más faltadores y sin proyectos de ley conocidos, había optado por el retiro y el silencio, se equivocó. De cabo a rabo.

Sería conveniente que desde el FA se autoplantearan una especie de “retiro espiritual” donde sus principales dirigentes hicieran una autocrítica de lo que fueron sus gobiernos.

Con este panorama, sería conveniente que desde el Frente Amplio se autoplantearan una especie de “retiro espiritual” donde sus principales dirigentes hicieran -aunque sea solo entre ellos- una autocrítica de lo que fueron sus gobiernos, sobre todo cuando amainó el viento de cola de la economía uruguaya y hubo necesidad de “pensar” para que los buenos resultados se mantuvieran. Tal vez se den cuenta que el gran fracaso empezó ahí, porque no aparecieron ideas ni medidas claras para manejar un país sin la generosa ayuda del exterior y que este gobierno, el de la coalición republicana que encabeza el presidente Lacalle, sí las tiene. Y “tal vez” entiendan que no es correcto apostar todo a la ideología, sino que la situación de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, debe ser la primera preocupación de cualquier partido político.

Que seguir apostando a la “grieta” en la sociedad y al “cuanto peor, mejor” del gobierno, no ayuda. Que el fracaso de la educación, la proliferación de asentamientos, la inseguridad ciudadana obligan a buscar caminos para transformar al Uruguay en un país autosustentable. Que no esté dependiendo de vientos de suerte en la timba económica, sino que le permita, por sí, competir en el mundo con sus recursos, ya sea del campo, ya del turismo o, quizás los más importantes, de sus propios recursos humanos.

Van pocos meses de este gobierno. Tiene mayoría parlamentaria para impulsar por sí solo las medidas de cambio. Pero, sería una buena señal que, por lo menos en esta panorama de pandemia y urgencia social, todo el espectro político camine junto lo más posible, sin zancadillas innecesarias.

Falta mucho para las próximas elecciones y sería una señal muy importante en estos momentos. Lo triste es que no creemos que ello ocurra.

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