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El legado "compañero"

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Apoco más de dos meses de la asunción de la nueva administración Vázquez, las señales que llegan desde el gobierno pintan un panorama muy distinto al que se manejó en los tiempos electorales.

El legado de Mujica fue más su pretenciosa aspiración de convertirse en un referente de la región (y, ¿por qué no del mundo?), que en desempeñar con corrección el cargo para el que fue investido y mucho de lo que se ve en este corto periodo tiene el feo aspecto del descalabro.

Las sacudidas que vienen desde el mundo y los cambios de viento en la región son muy preocupantes. El propio ministro de Economía debió reconocer cuando a principios de semana fue interpelado por el senador Lacalle Pou que "en los últimos meses ha habido un empeoramiento notorio de ese entorno internacional, que no estaba presente incluso en el primer semestre de 2014. Tenemos que prepararnos para el impacto".

Las palabras de Astori son una verdad a medias y generalmente las verdades a medias esconden falsedades. El cambio del panorama económico ya se veía venir mucho antes y destacados economistas lo habían advertido. Si el ministro no lo previó, cosa que no creemos, por lo menos hizo mal en no escucharlos. Además, sería de una torpeza infinita que pensara que la bonanza iba a ser eterna. El mundo siempre ha funcionado en ciclos y los gobiernos tienen la obligación de aprovechar la buena racha, ahorrar y prepararse para cuando las cosas cambien. Y aquí lo que se hizo fue despilfarrar a cuenta de un muy buen crecimiento circunstancial, a sabiendas que se iba a quebrar. Irresponsabilidad total. El gasto público creció y se comprometió en exceso en cargos, sueldos y prebendas. El déficit de las cuentas públicas en los 12 meses terminados en marzo pasado era de US$ 1.960 millones. Muy poco se destinó a multiplicar recursos y recién ahora parece que se entiende que "Uruguay no tiene otro camino que la apertura al mundo y en tiempos de dificultades más apertura todavía" (Astori, dixit), en vez de seguir con la cantinela ideologizada de "más y mejor Mercosur", que cada vez está peor.

Para capear el temporal que se viene el ministro descartó el fiscalazo liso y llano: "no tenemos pensado aumentar la presión fiscal de los uruguayos" y apuntó como fuente de ingresos a las empresas púbicas, que se sabe son monopólicas, no tienen competencia y pueden fijar las tarifas que se les antojen porque el consumidor no tiene ningún derecho a elegir. ¿Y cuál es el panorama de estas empresas?

—Ancap: el último balance conocido que es el del 2013 arrojó un déficit del orden de los 150 millones de dólares. Según ha trascendido, el déficit correspondiente al año 2014 sería aun mayor.

—Antel: afortunadamente desde la Presidencia de la República se dio la orden de frenar el faraónico Antel-Arena. En estos momentos, según informó el semanario Búsqueda, enfrenta problemas económicos. La empresa debió reducir las inversiones por una "situación financiera desfavorable". Se suspendieron varias licitaciones que estaban previstas. Se habla de que en el 2014 tuvo pérdidas por 194 millones de dólares.

—UTE: es realmente imprevisible confiar en un organismo que suministra energía barata o cara según el estado del tiempo. Si llueve o sopla viento, todo anda bien. Pero si hay sequía o el viento descansa, la cosa se complica. El 2014 fue un año de muchas lluvias y obtuvo una ganancia de US$ 400 millones; veremos qué ocurre en el 2015.

—OSE: nunca ha sido un servicio con alta recaudación. Además tiene un grave problema interno: el estado del agua potable es un desastre, por ahora en la cuenca del Santa Lucía y en Maldonado.

—Regasificadora: millonario megaemprendimiento en la que se embarcaron en forma conjunta Ancap y UTE bajo el nombre de Gas Sayago. Erraron feo en las adjudicaciones de las obras y hace meses que están paradas, con cientos de obreros en el seguro de paro. Todo esto va a tener un costo extra, que no se arreglará con monedas.

Como si todo esto fuera poco, han aparecido las peores señales que se podían esperar en las políticas sociales. Estudios realizados por organismos especializados del Estado (manejados por el partido de gobierno y no por la oposición), ponen de manifiesto la grave situación de niños que pasan hambre, que coinciden con las denuncias de un panorama similar en el liceo del Parque del Plata. Las políticas del Mides, tan justas, tan humanitarias y tan solidarias que se decían, están severamente cuestionadas y habrá que revisarlas.

Está bien reorientar la política exterior hacia una apertura al mundo para enfrentar el fin de la bonanza. Pero también que se conozcan las responsabilidades de los distintos actores por estas gestiones; que haya transparencia para que los hechos no se repitan. Pero, ¿alguien la espera?

Editorial

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