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Quizá por profesar un idealismo mal entendido, o quizá por haber sido seducido por el enredo argumentativo clásico de los bolcheviques, CA parece estar siendo utilizado de la peor manera por el FA.
Nunca hubo en la historia del país, proceso de extranjerización y concentración de la propiedad de la tierra tan profundo y duradero como en los quince años en los que gobernó el Frente Amplio (FA). La izquierda en el poder, con mayorías absolutas en ambas Cámaras durante esos tres lustros, jamás tomó ninguna medida para impedirlo.
En todos esos años también se afirmó la cadena productiva de la forestación. Mientras que en la campaña electoral de 2004 el FA se había opuesto a la instalación industrial de Botnia en Río Negro, cuando le tocó gobernar no solamente defendió ese proyecto, sino que además promovió con exoneraciones fiscales inmensas la instalación de una industrialización de la madera similar en Colonia. Y en la segunda administración Vázquez, otorgó también ventajas, que incluso pueden perfectamente calificarse de excesivas, para la instalación de una tercera planta así, en el departamento de Durazno.
El desarrollo agrícola, sobre todo del Litoral, se vio beneficiado a partir de 2003 con las inversiones extranjeras de origen argentino que trajeron capitales, conocimiento y sentido emprendedor para multiplicar riquezas y trabajos. La forestación a su vez, es una producción de gran valor agregado y empleo por hectárea, y ocupa solo el 7% de la superficie total. Luego de crecer su área de producción en los años 90 y 2000, está prácticamente estabilizada en esa proporción del total que es, evidentemente, menor: la ganadería sigue siendo, por lejos, la de mayor área productiva en todo el país.
Todo esto ocurrió a vista y paciencia de toda la izquierda en el poder. La revolución productiva que estos procesos significaron fue la que apuntaló los mejores años de crecimiento económico, con aumento de exportaciones, inversiones y capacidad de producción del mundo agrícola, forestal y ganadero. La pregunta surge entonces naturalmente: ¿por qué el FA ahora, a 9 meses de estar en la oposición, promueve o apoya un par de proyectos de ley en el Parlamento, que procuran limitar la inversión extranjera en la compra de tierras y la libertad de forestar en zonas que no son de prioridad para esa actividad?
Una explicación es que ahora sí el FA está completamente en manos de la izquierda socialista más radical. Si los comunistas, los socialistas radicales y los tupamaros no pudieron durante quince años llevar adelante estos proyectos con éxito, fue porque hubo un polo izquierdista interno que lo impidió y porque había que cuidar los equilibrios dentro de la coalición gobernante. Ahora que pasaron a ser ampliamente mayoritarios en el FA, los designios izquierdistas más radicales toman pues iniciativas, contra la inversión extranjera y contra la libertad de producir en el campo.
Otra explicación, que no se opone a la anterior, es que para el FA una cosa es ser gobierno y otra es ser oposición. El FA no valora las medidas legislativas en función de lo positivas que puedan resultar para el desarrollo del país, sino que las propone en función de sus propios intereses partidistas. Así, aquello que resultó muy bueno mientras el FA fue gobierno, porque apuntaló un crecimiento formidable, ahora debe ser limitado de forma de perjudicar el desempeño de la economía mientras ejerce el poder un gobierno que es visto como neoliberal y enemigo del pueblo.
En esa lógica, cuanto peor esté el país, mejor para el FA. Y no es nuevo: nadie olvida, por ejemplo, que durante la crisis financiera más grave de las últimas décadas la izquierda pedía el default de la deuda pública mientras la administración de Jorge Batlle defendía los intereses nacionales y se enfrentaba al FMI. A nadie con experiencia política y sentido histórico puede entonces sorprender que el FA ahora esté promoviendo proyectos de ley que busquen dañar el desarrollo nacional, ya que está en su ADN de cómo cree que debe ejercerse la oposición.
Distinta es, sin embargo, la valoración que puede hacerse acerca del apoyo que esas iniciativas parecen tener de parte de Cabildo Abierto (CA). Quizá por no tener suficiente experiencia política, quizá por profesar un idealismo mal entendido, o quizá por haber sido seducido por el enredo argumentativo clásico de los bolcheviques, CA parece estar siendo utilizado de la peor manera por el FA, al facilitarle la posibilidad efectiva de lograr las mayorías parlamentarias necesarias para aprobar estos proyectos de ley.
El gobierno sabe perfectamente cuáles son las prioridades nacionales. No cederá al juego indecente de la izquierda que, una vez más, apuesta al cuanto peor mejor para perjudicar al país.