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Izquierda jurásica y exclusión social

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Editorial

Lo que tenemos bien claro es que nuestro mediocre crecimiento, el déficit fiscal y la preocupante situación del empleo se deben a las posturas antiliberales de la vieja, la nueva y la mutante izquierda.

Decía Winston Churchill que la diferencia entre socialismo y capitalismo reside en que en el primero las intenciones son mejores que los resultados y que en el segundo sucede lo contrario. En el Uruguay la mayoría de los que tratan de diferenciarse del paraíso jurásico del Frente Amplio al explicar sus razones sostienen que ellos son la "verdadera izquierda". Es así que el Intendente de Montevideo anunció que criticaría al gobierno de su partido, sin dejar de ser socialista y que varios dirigentes de Frente Amplio que lo votaron durante tres elecciones aclaran que aun dejando sus cuadros siguen siendo de izquierda. Dicho en términos generales, parece que la etiqueta de socialista o de centro izquierda le da un aire de respetabilidad a quien así se define sin pestañear o perder el sueño en explicar sus principios y valores.

Lamentablemente, en tiempos electorales juega aquella regla de varios juegos de cartas "pague para ver", es decir, primero vote lo que aparento y luego vea lo que pienso. ¿Para qué preocuparse en discutir ideas y confrontar resultados si lo importante es vender un producto llamado candidato y resumir su planteo a dos o tres mensajes publicitarios que lo identifiquen contra algo? Ese esquema tan simple alienta a los dirigentes del Frente Amplio a advertir sobre el avance de la "derecha", es decir la oposición; por otro lado, esta la emprende contra el gobierno discutiendo resultados pero sin insistir que es esa izquierda la responsable del "avance del retroceso" en nuestro país y que sigue invadida de preconceptos ideológicos por un discurso pretendidamente "popular" y decididamente demagógico.

Esta izquierda tan inmune a reconocer su responsabilidad es la culpable de la exclusión social en nuestro país, aunque decir esto suene como algo "políticamente incorrecto". Opinamos que nuestro mediocre crecimiento, el déficit fiscal y la preocupante situación del empleo se deben a las posturas antiliberales y antirreformistas de la vieja, la nueva y la mutante izquierda.

Por tanto, sin entrar en la reforma educativa pendiente, existen varios factores que inciden en profundizar la exclusión social: en primer lugar, la baja tasa de inversión que afecta el crecimiento y la productividad y que lleva al gobierno "a jugar todos los boletos" a una gran inversión forestal con facilidades que no tiene el resto del sector productivo. En segundo lugar, los monopolios estatales y el peso del sector público sobre la economía, responsables de la pérdida de competitividad del sector privado al aumentar sus costos de producción, por mayores tributos o por aumento de las tarifas públicas para financiar el gasto de un Estado ineficiente con 70.000 funcionarios más desde el 2005. En tercer lugar, el "Estadito paralelo" integrado por decenas de sociedades de derecho privado pertenecientes a las Empresas estatales (ALUR por ejemplo) inventadas por el genio depredador de nuestro expresidente Mujica y sin el control de legalidad del Tribunal de Cuentas. Y por último, la rigidez laboral destinada a proteger y aumentar los salarios de los ya ocupados sin preocuparse de la caída de la tasa de empleo, el verdadero problema del mercado laboral.

Sin intención alguna de agredir a quienes tienen visiones e ideas diferentes en cuanto a la forma de alcanzar la justicia y la prosperidad social, seríamos omisos si no cuestionáramos a los que bajo una bandera con los colores de Artigas hablan de izquierdas justicieras, alardean de sus forzadas identidades y se autoproclaman generosos con el dinero ajeno; tanto que predicando la igualdad social, la soberbia que exudan, los hace sentir más iguales que los demás.

Por momentos no importa qué puede entenderse hoy por derecha o izquierda, pero lo que sí es lamentable que las etiquetas "facilongas" sigan siendo efectivas y que no seamos capaces de plantear un gobierno de alternativa a partir de la disciplina macroeconómica y de una buena y transparente gestión.

No puede ser difícil, el Frente Amplio a lo largo de sus 14 años en el gobierno, ha escrito una larga lista de lo que ni debe hacer ningún partido cuando llega al gobierno. Empezando por ningunear abiertamente a los otros partidos, como si no tuvieran nada que aportar a la calidad de vida de los ciudadanos uruguayos y siguiendo con ejemplos frustrantes de corrupción y gestión como Ancap, Pluna, el Fondes, ASSE, la seguridad y la educación.

Hay que hacer una plataforma de gobierno seria y creíble, que permita encontrarnos todos sin esperar que las derrotas electorales de la izquierda se deban más a la bronca de un pueblo frustrado que a los méritos que puedan mostrar los que los quieren sustituir.

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