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Internet no es neutro

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Todos aceptamos que en este tiempo de computadoras y conexión a internet la enseñanza presenta enormes ventajas de las que antes los estudiantes no gozaban.

Se trata de un medio formidable para acceder a todo tipo de informaciones y poder así proveer de conocimientos que potencian las posibilidades de los más jóvenes.

A través de las redes en particular se construyen comunidades o espacios públicos de comunicación, llamados ciberespacios, con comunicación e interacción local, nacional y mundial. Muchísima gente puede crear su perfil en Facebook por ejemplo, vincularse así con otros cibernautas aquí o en el exterior, y conformar redes o espacios públicos de información e interacción sobre temas de interés común. También se puede estar conectado a través de un usuario de twitter y navegar por el ciberespacio para buscar gran cantidad de información de todo tipo nacional e internacional.

La informática y los dispositivos telefónicos con conexión a la red de internet permiten integrarse a redes sociales que dan la posibilidad de construir un perfil público o semipúblico dentro de un sistema. Sin embargo, lo que no siempre se tiene presente es que esta mayor utilización de las redes no es neutra. En efecto, las redes sociales construyen filtros que se aplican a cada persona y que realizan ediciones invisibles y algorítmicas de la red.

Si se juntan todos esos filtros, es decir todos esos algoritmos, se obtiene lo que se ha dado en llamar la burbuja de filtros ("the filter bubble" en inglés). La burbuja de filtros es el universo propio, personal y único de información que uno vive en la red. Y lo que haya en esa burbuja depende de quién uno es y de lo que hace. Es decir que el usuario de la red no accede a todo el enorme universo de información disponible, sino que accede a un amplio espectro sí, pero de informaciones y vínculos que están filtrados por la propia internet, en función de su perfil general, de sus preferencias, de sus gustos y de sus antecedentes de navegación en internet.

No hay nada nuevo en esta descripción: cualquiera que utilice las redes sabe que es así.

Pero además de la burbuja de filtros propia de la red, está el sesgo de la predisposición del individuo que navega.

Como se sabe desde mediados de los años cincuenta con los trabajos de Festinger, y posteriormente con estudios de neurociencia de los ochenta, una persona siempre intenta evitar enfrentarse a lo que se llama la disonancia cognitiva. Se trata de la tensión que se produce cuando existen contradicciones entre ideas y aspectos importantes de lo que se piensa por un lado, y lo que muestra la realidad por el otro. Cuando esa tensión se hace más fuerte, entonces se produce cierto malestar, de forma que tendemos a la generación de ideas, actitudes o comportamientos que la resuelvan. Así las cosas, tendemos a prestar más atención a informaciones que vengan a ratificar nuestras ideas previas sobre la realidad, y desechamos las que pueden generarnos esa disonancia cognitiva.

Tanto la burbuja de filtros como la disonancia cognitiva plantean el problema de que la red de internet no es neutra. Los usuarios tienden a utilizar las redes sociales en un sentido de ratificación de las ideas y concepciones sociales, políticas, estéticas, etc. que ellos ya traen consigo de su socialización previa, que viene de fuera de internet.

La consecuencia de todo esto es evidente. La mejor utilización de internet será función del capital cultural y social que traiga consigo el usuario de la red social. Y allí los que más pierden son los que menos cuentan con esos recursos. Si alguien gusta de la música del Gucci y no mucho más que eso, por ejemplo, no serán las redes sociales en internet quienes naturalmente le faciliten acceder a las suites de Johann Sebastian Bach en la interpretación de Pablo Casals.

Para que internet no se transforme en una herramienta que ahonde las diferencias culturales y de clase, la tarea educativa formal de primaria y secundaria que integre esa dimensión más moderna es fundamental. Es allí en donde las clases populares sobre todo deben poder acceder a la información que les abra el universo de internet a realidades nuevas y distintas, que vengan a enriquecer las que ya ellas previsiblemente conocen en función de filtros y disonancias cognitivas particulares.

Infelizmente, cuando se sabe el escaso uso que hacen los maestros de las ceibalitas, por ejemplo, se hace claro el enorme déficit que como sociedad tenemos en esta importante área de la educación.

EDITORIAL

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