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2020 internacional y Uruguay

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Este 2020 será rico en acontecimientos internacionales que marcarán los próximos años en el mundo. El más importante es la elección presidencial de Estados Unidos (EEUU) en noviembre próximo.

La política exterior de Trump ha sido bien distinta a la de su antecesor Obama. En efecto, ni la bilateralidad comercial, militar y política con China; ni la situación en la península de Corea y en particular con respecto a Corea del Norte; ni el vínculo multilateral con la potencia regional iraní, al salir EEUU del acuerdo de París de 2015 sobre la desnuclearización de Teherán; ni los énfasis de alianzas en Medio Oriente, sobre todo con respecto al apoyo a la política exterior israelí; ni lo que hace al funcionamiento y responsabilidades de la alianza militar de la OTAN, cuando EEUU pasó a exigir con Trump más colaboración financiera sobre todo a sus socios europeos; ni, finalmente, la relación bilateral con Rusia y el manejo de distintas crisis internacionales que involucran a ambos -desde Afganistán hasta Siria, pasando por la seguridad de los países de Europa del Este y la carrera armamentista, entre otros-, han sido enfrentados de forma similar en el período demócrata 2009- 2017 que en la actual administración republicana. Por todo ello, la elección presidencial en la primera potencia del mundo será decisiva en lo que refiere al sentido general del orden internacional que se fije en esta década.

En segundo lugar, se procesará este año la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE). El tema tendrá repercusiones geopolíticas mundiales, si Londres logra efectivamente transformarse en una especie de país de vanguardia en la liberalización de su economía y con una relación comercial y financiera muy privilegiada con EEUU. Pero además, la salida del RU establecerá un nuevo equilibrio interno en la UE, en donde el polo de países mediterráneos importantes -Francia, Italia y España- tendrá ante sí el desafío de reformular su vínculo con la potencia alemana.

Todo esto se suma a dos elementos geoestratégicos claves que se reafirmarán en este 2020: por un lado, la firme decisión rusa de pesar más militar, comercial y políticamente en lo que Moscú entiende es su natural área de influencia en Europa del Este; y por otro lado, el avance de la nueva ruta de la seda por parte de China, que quiere incluir a la UE en un desarrollo asiático-europeo que de alguna forma deje de lado la predominancia económica histórica del espacio del Atlántico norte.

En tercer lugar y ligado a esta ambición china, está el ascenso de Pekín como potencia ya no solamente regional sino también mundial. El enfrentamiento sobre todo comercial, tecnológico y económico con EEUU estará lejos de haberse terminado en este 2020. Pero sobre todo, China ha ido desplegando su influencia de inversiones directas y financieras en diversos continentes del mundo -sobre todo en África, pero también en Latinoamérica- con los objetivos de extender una amplia red de suministros de materias primas esenciales para su desarrollo, y de estrechar vínculos para su comercio.

Mientras que todo esto ha ocurrido, el particular sesgo estadounidense de privilegiar su situación interna y de intentar abandonar un protagonismo mundial costoso y no siempre redituable ha hecho que China pase a ser en estos años el socio comercial más importante de varios países claves para Uruguay. En efecto, no es solamente nuestro propio caso que destaca a Pekín como principal comprador de nuestros productos, sino que toda Sudamérica, por ejemplo, tiene a China como privilegiado destino de sus exportaciones, lo que hace pensar que cualquier enfriamiento del crecimiento económico del gigante asiático engriparía a principalísimos socios regionales de Uruguay.

Con todo este escenario previsible para 2020, nuestra política exterior debe volver a los fundamentos que han hecho de Uruguay un país con mucho más “soft power” que lo que su tamaño económico, demográfico y militar deja suponer. En efecto, isla de estabilidad en Sudamérica, ejemplo de democracia en el mundo entero, alineado tradicionalmente tras ciertos valores propios de Occidente en el respeto del derecho internacional, Uruguay puede mostrarse como un lugar valioso y estratégico a partir del cual vincularse con un continente clave en recursos y mercados.

Nuestro perfil diferente en la región es real y valorado por las principales potencias. Hay que apoyarse en él para apuntalar nuestro desarrollo económico en este 2020 que promete ser internacionalmente tan importante.

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