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Infantilismo peligroso

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EDITORIAL

La tontería de la Cancillería, advirtiendo a ciudadanos uruguayos sobre los peligros de viajar a Estados Unidos, es un infantilismo inconducente. Que se vuelve peligrosa al ver que fue una postura conjunta, nada menos que con un gobierno que viola los derechos humanos.

La Cancillería uruguaya es hoy una fuente de risas condescendientes a nivel regional, y de bochorno para todos los uruguayos de bien. Y si todo el patético episodio en torno a la complicidad con el régimen genocida de Nicolás Maduro no fuera suficiente, lo ocurrido en las últimas horas es la gota que desborda el vaso.

Todo empezó cuando la embajada estadounidense en nuestro país elevó el nivel de alerta que suele emitir a sus conciudadanos que viajan a Uruguay, ante el aumento de los crímenes violentos que padece nuestra sociedad. No se trata de nada exótico, ni de una muestra de imperialismo de ningún tipo. Es un servicio que prestan las embajadas de ese país en todo el mundo a sus ciudadanos, advirtiendo de los riesgos que se corre, y llamando a tomar las precauciones del caso. Hay muchos estadounidenses viajando por el mundo y el clima general de seguridad que se vive en su país, salvo algunos hechos atroces e inesperados, a veces los lleva a no tomar recaudos que para un uruguayo tipo serían más que obvios.

Pues parece que eso no le gustó al canciller Nin Novoa, quien ordenó a su ministerio emitir un alerta similar para los uruguayos que viajan a Estados Unidos, usando de manera mezquina y miope el trágico episodio de la masacre en Texas, del cual todavía ni siquiera se había terminado de sepultar a las víctimas. Una movida de relaciones públicas magistral de Nin, que su compañera Kechichian del ministerio de Turismo, seguro debe haber agradecido mucho.

Pero no seamos materialistas. No pensemos en el daño que esa tontería de la Cancillería genera a la imagen del país frente a la nación más poderosa del planeta. Vayamos a los aspectos filosóficos de todo esto. La acción de la Cancillería es digna de un escolar de 10 años, que se enoja porque no lo dejan jugar al fútbol por malo. Estados Unidos, con todos sus defectos, tiene exactamente la mitad de homicidios al año cada 100 mil habitantes que Uruguay. Y bajo el gobierno del partido del canciller Nin Novoa, y su fiel escudero Sancho Bergamino, esa tasa creció la friolera de un 45%. ¿Le parece a Nin que es un tema como para andar haciéndose el gracioso?

Casi tan lamentable es su aseveración de que con esa postura, el gobierno estadounidense buscaría influir en la campaña uruguaya. ¡Si claro! Trump hace meses que no concilia el sueño porque el gobierno de Uruguay está en manos del Frente Amplio. ¿Tiene alguna prueba de eso, Nin? Si no la tiene, más valdría que se callara la boca. Sobre todo porque este tipo de declaraciones de las embajadas de EE.UU. son moneda corriente en todos los países, y un resorte soberano que tiene cada país en relación con sus ciudadanos. Pero hay un tema de escala obvio, y reaccionar como el gordito pata dura del barrio, para un país como Uruguay frente a EE.UU. es de un nivel de estupidez que rompe los medidores.

Como si todo esto fuera poco, resulta que horas después, nada menos que el gobierno de Venezuela emitió un comunicado calcado al uruguayo. Confirmando para todo el planeta, que las políticas exteriores del país paria por excelencia del hemisferio occidental, una nación que es considerada una dictadura genocida que viola los derechos humanos de su gente por la ONU y la nuestra, van de manito dada.

Esto ratifica el nivel patético al que Nin y Bergamino han sumergido a la política exterior del país, que ha sido respetada y considerada a nivel global.

Una política exterior que por décadas fue una verdadera política de estado, y que más allá de matices, buscaba representar los intereses y la filosofía de vida, de la mayoría de los uruguayos. ¿A cuántos compatriotas cree Nin que representa cuando comete estas atrocidades? ¿Ni por un momento le tiembla el pulso por haber sepultado un siglo de reputación internacional del país, convirtiéndose en amanuense de un payaso sanguinario como Maduro? ¿Por haber convertido la política exterior del Uruguay, en la política exterior del MPP y los grupúsculos más extremos de su partido?

Como si eso fuera poco, la sesión en el Parlamento del martes volvió a dejar en claro la visión utilitaria e hipócrita que tiene el Frente Amplio cuando se trata de la democracia. Para la campaña electoral, y como saben que la abrumadora mayoría del país está en contra de su relación carnal con Maduro, reconocen que lo que hay allí es una dictadura. Pero a la hora de definirse, cuando se trata de tomar medidas consistentes con esa postura, se van por la tangente y no se animan a llamar a las cosas por su nombre. Uno de los sucesos más vergonzoso que haya padecido este país en muchos, muchos años.

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