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Incertidumbre en España

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La era del bipartidismo terminó en España de acuerdo con los resultados de las elecciones del domingo. Tal como se anunciaba, ningún partido obtuvo la mayoría de 176 escaños en el Congreso, o sea los necesarios para formar gobierno.

Aunque el Partido Popular (PP) actualmente en el poder resultó el más votado con 12 escaños, deberá negociar la formación de un gobierno de coalición con otro partido, una experiencia inédita en la moderna democracia española.

Una democracia que a diferencia de la existente en la mayoría de los países europeos desconoce la práctica de los gobiernos de coalición con sus pactos y concesiones recíprocas, entre ellas la participación de más de un partido en el gabinete ministerial. Si bien tanto el PP como su rival, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) —con quien alternó en el poder en los últimos 25 años y que obtuvo el domingo apenas 90 escaños—, debieron en su momento a acordar con pequeñas formaciones regionales para reclutar las mayorías en el Congreso, nunca se había planteado que los cargos del Poder Ejecutivo se repartieran entre dos o más fuerzas, cosa que ahora puede suceder.

Se abre un lapso de febriles consultas y negociaciones con una conclusión difícil de vaticinar. Descartada la formación de un gobierno de centro derecha en virtud de la baja votación del joven partido Ciudadanos (40 escaños) a quien se veía como eventual aliado del PP, el presidente Mariano Rajoy está obligado a buscar otros aliados quizás siguiendo el rumbo de la "grosse koalition" que tan buenos resultados le brindó en Alemania a Angela Merkel. ¿De qué se trata? De la coalición entre los dos partidos mayores, los antiguos competidores históricos, en este caso el PP y el PSOE que, aunque de distinto signo, han logrado coincidencias en el pasado en torno a temas tan acuciantes como el mantenimiento de la unidad española ante los pujos separatistas.

Una coalición de esta naturaleza no le vendría mal a la democracia española que estrenaría una experiencia capaz de conformar una sólida mayoría parlamentaria. De esta inesperada conjunción podría emerger un gobierno apto para timonear cambios de fondo —entre ellos quizás la reforma de la Constitución de 1978 para adaptarla a los nuevos tiempos— con el énfasis puesto en el combate contra la corrupción que melló la credibilidad de los políticos españoles. Una coalición que inexorablemente deberá cumplir con las medidas de contención del gasto impuestas por sus socios europeos.

Precisamente, entre los problemas que abrumarán al nuevo gobierno están las decisiones a adoptar respecto al plan de ajuste de la economía que Europa le reclama a España. El déficit de algo más del 4.5% estimado para 2015 (largamente por encima del 3% admitido por la Unión Europea) deberá reducirse en 2016, lo que impone una rebaja sustancial del presupuesto estatal que no será muy bien recibida por parte de los españoles. De todos modos el nuevo gobierno de coalición tendrá un as a su favor y es el crecimiento económico cifrado en alrededor de un 3% para 2015 y 2016, previsiones que confirman la recuperación gradual de la economía hispana.

Otro problema a resolver por el próximo gobierno es la alta tasa de desocupación (21%) problema endémico de España agravado por la crisis. Una crisis que deterioró la confianza de la gente primero en el PSOE de Rodríguez Zapatero y últimamente en el PP de Rajoy cuya popularidad quedó minada por las medidas de austeridad aplicadas a instancias de Europa. A estas acechanzas se agrega el problema del independentismo catalán que mantendrá al gobierno en la disyuntiva de declarar ilegítimo el proceso, como se hizo hasta el momento, o de autorizar una instancia plebiscitaria en donde los catalanes definan su destino en las urnas, solución esta última que por ahora luce improbable.

Como en todo proceso de formación de coaliciones hay espacio para nuevas alternativas en caso de que Rajoy no consiga convencer al PSOE de formar un gobierno de unidad entre los dos partidos mayores. En ese caso podría conformarse una coalición de izquierda como ocurrió hace poco en Portugal. Podemos, el novel partido de izquierda surgido a partir de las manifestaciones de los "indignados" y que obtuvo un crecimiento espectacular (69 escaños), podría aliarse al PSOE y a los nacionalistas catalanes, que cuentan con 17 escaños, para darle a España un gobierno de izquierda. Todo lo cual abre un período de incertidumbre en donde por algunos días permanecerán las interrogantes de quién y cómo formará el futuro gobierno.

EDITORIAL

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