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La hora de la Justicia

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Finalmente se presentaron los informes parlamentarios sobre la actuación de la Comisión Investigadora del Senado de la República sobre el affaire Ancap. Como era de esperar el Frente Amplio, tomándole el pelo a todos los uruguayos, encontró que estaba todo en orden, pese a que acaba de votar hace un mes, un rescate millonario para la empresa porque estaba quebrada.

Los informes de los partidos de la oposición, en cambio, describen meticulosamente los desmanes en que se incurrió, actividades "de apariencia delictiva", despropósitos injustificables en la gestión y la sumatoria de decisiones que llevaron a la principal empresa del país al estado deplorable en que se encuentra.

Asimismo se ha anunciado que se pasarán los antecedentes a la Justicia, para que falle sobre las responsabilidades que le caben a quienes fundieron Ancap. Finalmente, y como corresponde, será la Justicia la que determine la culpabili-dad o la inocencia de los implicados en el caso.

El tiempo de trabajo para la Comisión fue escaso y por eso el ritmo debió ser intenso. Cabe resaltar la responsabilidad con que los representantes de los tres partidos de la oposición representados en la Comisión asumieron su tarea, recopilando copiosa información y elaborando posteriormente contundentes informes sobre lo sucedido en Ancap en el período analizado.

El oficialismo solo atina a sostener la cantinela de que no se han demostrado delitos y que nadie metió la mano en la lata. Lo primero es una obviedad ya que no son los senadores de la Comisión los que deben juzgar si existió delito. Pasa que los legisladores frentistas están acostumbrados a otro estilo que desdeña las instituciones de la democracia liberal y han sido capaces de enchastrar a políticos de los partidos tradicionales sin ningún miramiento. Hacen bien los senadores en no acusar de delincuentes a Sendic, Martínez, Mujica o Astori, entre otros protagonistas de esta infamia, evitando caer en la malevolencia que los frentistas supieron detentar en el pasado. Implica un grado de civilidad y de comprensión del funcionamiento de una República que a algunos puede no gustarles pero que es un camino que aunque sea más arduo es bueno para el país que se recorra.

Lo segundo, que nadie se benefició directamente, no sabemos aún si fue así. Si como consecuencia de las irregularidades ya detectadas los beneficiarios fueron amigos de los directores de Ancap, radios partidarias, agencias de publicidad, empresarios del transporte o el grupo político de Raúl Sendic no pueden hacerse los desentendidos.

En buen romance, si se demuestra que nadie se llevó dinero para su bolsillo pero sí para las arcas de su lista o para negociantes prebendarios, para cualquier criollo eso igualmente es meter la mano en la lata.

Otro aspecto central del que el Frente Amplio no puede desentenderse es que la gestión fue deplorable y eso está demostrado. Si no hubo corrupción se acrecienta el juicio de ineptitud colosal de quienes dirigieron la empresa. Son las únicas dos explicaciones posibles para los déficits y el endeudamiento generado en una empresa monopólica que vende su producción a precios siderales.

La campaña que nos quiso vender a Raúl Sendic como un administrador serio y moderno, a la luz de los números de Ancap nos haría descostillar de risa si no nos estuviéramos lamentando del muerto que tendremos que pagar todos los uruguayos.

Esto nos conduce a otro elemento que genera la justificada indignación de quienes escuchan las deplorables declaraciones de los senadores frentistas. Se burlan de nosotros expresando que el desfalco de Ancap no tiene costo, tratándonos de idiotas o ignorantes. Afortunadamente el pueblo uruguayo es capaz de discernir con nitidez cuando lo engañan y no le podrán vender gato por liebre de la forma torpe y maquiavélica en que lo están intentando.

Porque al fin y al cabo encontramos esta brutal paradoja en el país de las paradojas. Quienes se rasgaron toda la vida las vestiduras, autoproclamándose defensores de las empresas públicas, las han defenestrado y dejado al borde del colapso como sucede con Ancap o las cerraron como con Pluna. Y casualmente son los mismos que creyéndose los únicos genuinos representantes de los intereses populares le han colgado del pescuezo al pueblo uruguayo un endeudamiento que compromete dolorosamente su presente y su futuro.

Es la hora de la Justicia, que deberá trabajar con ponderación e independencia para honrar su mejor historia.

Editorial

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