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La hipocresía frentista

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Ayer se reunieron en el Palacio Legislativo, convocados por el presidente del Frente Amplio Fernando Pereira las máximas autoridades de los partidos políticos uruguayos con representación parlamentaria.

La iniciativa, de acuerdo a las declaraciones previas de Pereira era para bajar la pelota al piso, procurando disminuir la crispación que existía en el debate público.

La iniciativa del Frente Amplio, amén de bienvenida en un país dónde afortunadamente existen relaciones institucionales entre los partidos políticos, es de una enorme hipocresía, dado el nivel de agresividad que ha tenido el propio Pereira con dirigentes del gobierno y con periodistas. Esta estrategia de tirar la piedra y no solo esconder la mano sino acusar a otros de tirar la piedra no es aceptable en un país con el nivel democrático del nuestro.

En efecto, Pereira ha agredido en reiteración real a varios periodistas, acusándolos de favoritismos y de otras maldades, incluso a algunos insospechados de ser oficialistas como Gabriel Pereira o Aldo Silva. Siendo un dirigente político que prácticamente está todos los días en los noticieros, en todas las radios del país y en toda la prensa escrita, es poco menos que un delirio persecutorio la idea que trasmite permanentemente de que todo el mundo está en su contra.

Vale recordar que el Frente Amplio, por primera vez en la historia contemporánea del Uruguay no reconoció su derrota en las elecciones nacionales de 2019, un baldón del que no se podrá librar fácilmente y que fue no solo una actitud de gran indignidad sino muy poco uruguaya. La escasa diferencia de votos no es excusa, ya que en las elecciones nacionales de 1999 con un margen incluso menor se reconoció el resultado la misma noche y la explicación fue que los actores eran diferentes, fue una elección entre el Partido Nacional y el Partido Colorado, dos colectividades de incuestionables credenciales democráticas.

Desde que asumió el gobierno de la Coalición Republicana el Frente Amplio ha tenido una actitud agresiva, y profundamente antipatriótica.

A su vez, desde que asumió el gobierno de la Coalición Republicana el Frente Amplio ha tenido una actitud profundamente antipatriótica, caceroleando contra la nueva administración apenas asumida y recién comenzada la pandemia, pidiendo la cuarentena obligatoria y buscando golpear a la novel administración pese a que el momento reclamaba unidad nacional. Notoriamente no estuvieron a la altura de las circunstancias.

A raíz del referéndum de la Ley de Urgente Consideración, cayeron un escalón más en la degradación que viene sufriendo la fuerza política de Raúl Sendic y Charles Carrera. Mintieron descaradamente, atribuyeron intenciones maliciosas y atacaron sin remordimiento medidas eminentemente sensatas. En general tenemos memoria corta, pero vale la pena recordar que el Frente Amplio y el Pit-Cnt hicieron campaña en favor de la derogación de buena parte de la LUC en base a la mentira de que se privatizaba la educación pública, de que se darían desalojos express a quienes alquilaban su vivienda, de que se fundiría Antel, entre otros disparates de antología.

Por cierto que nada de esto se cumplió, y los dirigentes de la oposición que lo manifestaban sabían que estaban mintiendo y lo hicieron sin ningún pudor. Es que así son los revolucionarios de cafetín que hoy dirigen el Frente Amplio, ven enemigos dónde las personas civilizadas solo deberían ver adversarios con ideas distintas.

Alcanza con escuchar la permanente arenga de muchos de sus legisladores, incluidos lamentablemente a muchas de sus camadas más jóvenes para ver el escaso nivel del debate que son capaces de sostener. Quizá por eso es que recurren tan seguido al agravio, se han quedado sin argumentos frente a un gobierno que pese a la grave crisis que atravesó signada por la pandemia, ha logrado que el producto del país hoy sea mayor al que era en 2019 y muchos más uruguayos estén trabajando que cuando entregó el gobierno la deplorable última administración frentista.

Vale recordar también el último debate, en que el senador sempiterno suplente de Danilo Astori, José Carlos Mahía, acusó al gobierno de ser un “narcogobierno” por Twitter, ya que por cierto no se animó a hacerlo en la cámara.

Por tanto, en el encuentro de ayer convocado por Fernando Pereira para bajar la pelota no hay que ver nada más que otra estratagema de la izquierda vernácula para disimular el grado de agresividad y ramplonería que ha caracterizado su accionar en el último medio lustro. Nadie les puede creer que quieren bajar la pelota. Si realmente les interesa mejorar el clima en el debate público en vez de convocar reuniones pueden predicar con el ejemplo.

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