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El grave error de Daniel Martínez

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El pasado 26 de marzo para conmemorar un nuevo aniversario del Frente Amplio se realizó un acto con oratoria de sus tres candidatos a la Intendencia de Montevideo.

Como era de esperar, en plena campaña electoral hacia las elecciones departamentales, los discursos fueron encendidos y los candidatos se sacaron chispas para ver quién hacía el discurso más frentista. En un segundo plano, la actual intendente Ana Olivera miraba y aplaudía. Después de todo, que no sea ni siquiera uno de los tres candidatos oficialistas es un reconocimiento implícito del fracaso de su gestión que se va con un saldo desastroso para la ciudad.

La candidata del PVP optó un discurso de barricada, arguyendo que los candidatos de la Concertación "no han propuesto una idea" y que quieren "romper" la obra frentista.

Son expresiones propias de un radicalismo que no se condice con la realidad y que buscan recoger un voto cargado de resentimiento que afortunadamente es menor en nuestro país.

La candidata emepepista Lucía Topolansky dio por seguro el triunfo del Frente en Montevideo y destacó que lo importante es la cuantía del triunfo. En efecto, dijo que quiere ganar las ocho alcaldías del departamento y una mayoría importante en la Junta Departamental. En otras palabras quiere el poder absoluto y sin controles que es lo que le daría al Frente el panorama que describe. Si efectivamente se diera un resultado en que el oficialismo triunfara en todas los municipios y obtuviera la mayoría especial de 21 ediles en el legislativo departamental, la oposición se quedaría sin posibilidades reales de realizar siquiera las más básicas funciones de contralor.

Los consejos municipales, y en particular los alcaldes, son una barrera contra los desbordes del mayoritarismo desenfrenado. Pueden ser ejecutores y controladores de la acción del gobierno departamental o meros amanuenses, depende de cómo encaren su función. El Frente Amplio aunque quiere minimizarlo, sabe que la creación del Partido de la Concertación le da excelentes chances a la oposición de ganar el municipio CH (Pocitos, Punta Carretas, Buceo, Parque Batlle y parte de La Blanqueada) y buenas perspectivas en algunos otros. Es más, la votación de la departamental de 2009 y la nacional del año pasado confirman las expectativas de los concertacionistas.

Por su parte, la mayoría especial que quiere Topolansky en la Junta Departamental es para eludir los controles a que puede acceder la minoría. Si en estos años hemos presenciado actos de desprecio a los ciudadanos tan alevosos como el desastre del corredor Garzón, la compra de mobiliario de lujo para el despacho de Ana Olivera o la "desaparición" de obras de arte de elevado valor patrimonial y económico, imaginemos que puede llegar a pasar ante una nueva administración sin ningún tipo de freno efectivo.

Pero el más estridente de los discursos lo protagonizó Daniel Martínez. El candidato que algunos analistas presumen puede arrastrar votos de simpatizantes de los partidos fundacionales arremetió con dureza, voz impostada y en actitud que costaba reconocerlo, contra blancos y colorados.

Expresó que "Virginia, Lucía y Daniel Martínez somos parte de un mismo proyecto, nos complementamos y nunca habrá una palabra de agresión entre nosotros porque ante todo lo que nos importa es que gane el Frente Amplio. ¡Y envídienos blancos y colorados o llámense Concertación! ¡Y gane quien gane estaremos los tres juntos festejando en la calle junto a ustedes! ¡Envídienos!"

Amén de la bravuconada y la curiosa referencia a sí mismo en tercera persona, las palabras exaltadas y fuera de lugar de Daniel Martínez chocan con la imagen del moderado que capta votos extrapartidarios. ¿Qué blanco o colorado puede votar en definitiva a un candidato que los increpa a los gritos y les dice que lo envidien?

Ese discurso de Martínez es su primer grave error de campaña y lo aleja de la posibilidad de captar votos no frentistas. También el reconocimiento, obvio pero negado hasta hace poco, de que finalmente gane quien gane entre los candidatos del Frente da lo mismo. Gobernarán con el mismo programa y el mismo equipo que tiene a Montevideo postrado, sucio y trancado hace un cuarto de siglo.

Se equivocó feo Martínez en la forma y en el fondo. Blancos y colorados no tienen nada que envidiar al desastre de malos manejos, ineptitud y desidia con que se ha gobernado Montevideo. Por el contrario, hoy mal que le pese, la Concertación es la única alternativa para recuperar nuestra capital.

Editorial

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