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Un gobierno es poder

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Un gobierno creíble se construye con ideas claras, decisiones firmes y coherentes de acuerdo al proyecto de país que se quiere desarrollar. Sin embargo, el gobierno del Frente Amplio muestra divergencias internas insolubles que afectan su unidad de gestión.

Para disimular esta situación recurre al armado de estrados como las reuniones del Consejo de Ministros en el interior y al lanzamiento de primicias para atraer la atención de los medios de comunicación, como fue la posible existencia de petróleo en nuestra plataforma continental.

Por otro lado, el discurso social no se corresponde con los resultados en educación, seguridad y prestaciones de salud. Las corporaciones activan reacciones que impiden que prevalezca el interés nacional al enfrentarse a cualquier lineamiento que no coincida con su visión sectorial. El Pit-Cnt beneficiado por una ley que le aseguró importantes recursos y normas como el decreto que permite la ocupación de las empresas, ha contaminado de incertidumbre el ambiente de negocios. El pequeño y mediano empresario se enfrenta a costos crecientes por las altas tarifas públicas y la incidencia de salarios que afectan su competitividad al ignorarse que al insistir en aumentar los costos no transables de una empresa su destino es cesar su actividad.

En ese juego de visiones encontradas, el gobierno de Mujica quiso implantar en forma gradual el modelo de autogestión de las empresas una vez que la inversión de riesgo privado fracasara. De allí que se inventara el Fondes que hasta ahora se ha utilizado para recuperar emprendimientos que luego de "fundirse" pasaron a manos de sus empleados con funestos resultados.

Lo mismo ha sucedido con el "Estadito paralelo" que el Sr. Mujica puso en marcha para que las empresas públicas escaparan al control del Tribunal de Cuentas. Decenas de sociedades de derecho privado nacieron desde Ancap. UTE, Antel aumentando la burocracia y la inventiva de Presidentes de Entes que piensan que sus Empresas son el motor del desarrollo del país.

La gestión del señor Sendic es el mejor-peor ejemplo.

En consecuencia, el tema central se resume en la abrumadora posición estatista impulsada por el Pit-Cnt que intenta asumir la conducción económica del país desvinculada de toda preocupación por la estabilidad macroeconómica que todo gobierno debe preservar.

Lo anterior puede confirmarse en los enfrentamientos que venimos padeciendo, desde la construcción que instruye a su sindicato para afectar las obras, como las movilizaciones en los supermercados con piquetes y eventuales ocupaciones que perjudican a miles de familias modestas.

Los derechos de la gente que paga impuestos y trabaja se avasallan bajo el peso de una expresión ideológica.

Tarde o temprano, si seguimos por este camino los recursos serán insuficientes como sucede en los frustrados populismos de la región, en especial en Venezuela, donde el pueblo no puede abastecerse de alimentos y medicamentos. Y cuando exige al gobierno que se haga responsable, la represión y la teoría conspirativa surgen impidiendo que la ciudadanía dicte en las urnas su veredicto inapelable.

En definitiva, la inseguridad, la violencia y la pérdida de valores básicos nos llevan a una sociedad que ignora las causas de sus dificultades y es invadida por un nivel de desesperanza que se extiende a las nuevas generaciones.

Todo el sistema político debe reaccionar: primero, dejando de hablar de candidaturas y alianzas electorales, y segundo, emitiendo el mensaje de que los compromisos políticos no pueden debilitar la profesionalidad de la gestión pública. La oposición en especial tiene que ser creíble marcando la diferencia en la conducta de sus dirigentes y en la fortaleza institucional de los Partidos. No existen salvadores aislados más allá de sus buenas intenciones. La renovación va más allá de una expresión generacional; su mejor expresión es la forma de mostrar modernidad de pensamiento y unidad de conducción capaz de impulsar un cambio basado en partidos y equipos de gobierno respetados y respetables. No existe otra.

Alcanzar el gobierno si bien es una meta esencial es insuficiente. Gobernar es tener poder y este no puede quedar en manos de corporaciones y sindicatos que limitan la capacidad de acción de un gobierno.

Los resultados serán tristemente elocuentes si no lo enfrentamos a tiempo. El Frente Amplio fracasó siendo rehén de su propia gente.

EDITORIAL

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