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El Fondes y el fondo

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Dicen que más vale tarde que nunca. Y si coincidimos con la sabiduría del popular dicho, deberíamos alegrarnos de que el actual gobierno haya decidido ponerle un freno al Fondes. Cosa que el "desfonde", se contenga.

Pero lo que no deja de producir cierta perplejidad es la cantidad de cosas que la presente Administración recién parece haberse dado cuenta que estaban mal hechas. Por una parte, porque el equipo de economía hoy dirigido por Danilo Astori también lo tenía a la cabeza en el período mujiquista, al menos oficialmente, si bien luego surgió otro en paralelo, además de haber ocupado nada menos que la vicepresidencia de la República.

Por la otra, por el hecho de que se les hizo notar esos errores una y otra vez. De parte de gente especializada, desde los sectores políticos de la oposición, a través de las páginas de los diarios, de las declaraciones ante cámaras, las mesas redondas, las conferencias, en reuniones y almuerzos. Cualquier oportunidad era buena para transmitir mensajes de alerta o llanamente críticos, sobre como se estaba dilapidando el dinero de los tiempos de las vacas gordas. Siendo el mentado Fondes un buen ejemplo de ello. Podrán quejarse de lo que sea, pero de que no se intentó por todos los medios posibles de alertarlos, no.

Ahora sin embargo, debemos felicitarnos porque con cara de "yo no fui" o mejor aun, de "yo no los voté", están dando algunas muestras de sensatez. Entre ellas, la de cambiar el enfoque con el que se manejaba ese claro caso de voluntarismo político del anterior presidente y su entorno. La creación de un fondo para socorrer en especial a las llamadas empresas recuperadas. O sea, las que quedaron en manos de exobreros y empleados, luego de que sus antiguos dueños tuvieran que cerrarlas por la no viabilidad económica de las mismas. Ya fuera por los cambios del mercado, los altos costos, la falta de una actualizada administración y competitividad, obsolescencia de los activos, escasa inversión y a menudo, la incapacidad de aggiornarse a raíz de la intransigencia, los reclamos, los paros y las huelgas del sindicato de turno.

Un chocante ejemplo de como se ha manejado la plata, gran parte provenientes de las utilidades del Brou, en vez de volcar estos recursos por medio del banco de manera más útil en el sector productivo, ha quedado constatado por un informe realizado por la propia OPP. Durante la discusión del presupuesto que se halla en trámite, fue invitado su actual presidente, Álvaro García, a presentarse en la Comisión de Hacienda de Diputados, para dar explicaciones sobre el porqué de la notoria concentración de créditos que atenta contra el más elemental criterio de buena gestión en un órgano crediticio. Se trata de ocho compañías autogestionadas, que abarcan el 93% de los recursos otorgados por el Fondes durante el gobierno de José Mujica y el 56% de ellos se entregaron a solo tres: Envidrio, (ex Cristalerías del Uruguay) Metzen & Sena y Alas Uruguay.

Respecto de Envidrio, da la casualidad y da que pensar, que una mujer muy cercana, prácticamente una hija del matrimonio Mujica-Topolansky, trabajara allí. En el caso de Alas Uruguay, se confirma lo que desde este mismo lugar se advirtiera claramente. Que sin volar, sin ninguna operación, la soñada firma aérea le costaba y le costaría, mucha plata a los uruguayos. A finales del 2014 figura en el balance con un préstamo de US$ 3,3 millones pero según el diputado Gandini, con buena información interna, ya son 7 millones de dólares prestados, sin que se haya encendió un motor de los aviones arrendados. Gasta cerca de US$ 1 millón por mantenerse en pie entre mantenimientos, alquileres, gastos de funcionamiento, sueldos, etc. Como era de esperar, García se mostró ofendido, (no debía ser fácil su papel, defendiendo lo indefendible) del momento en que se le dijera que los números del balance habían sido maquillados. Mientras Gandini le señaló alrededor de U$ 24 millones de morosidad, Álvaro García insistió en que solo eran US$ 6 millones al tiempo que intentaba darle una especie de clase sobre mora y previsibilidad de pago.

Pero la cuestión es que si bien en blanco y negro puede tener razón, según lo que aparece en balance, la verdad es que se hace el distraído respecto de los créditos incobrables que hay por delante. Lo cual coincide lamentablemente, con los parámetros para elegir a los proyectos, entre los cuales primaba la autogestión sobre viabilidad y sustentabilidad. Algo que cambió un reciente decreto, mientras se espera la ley.

Editorial

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