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Si firmás, te ilumino la calle

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En el periodístico Así nos va de la víspera (Radio Carve), un oyente narró una anécdota reveladora, sin duda indignado por las expresiones de quien estaba siendo entrevistado, un integrante de la Comisión Pro-Referéndum contra la LUC.

"Con la mentira de que le iban a iluminar la calle de su barrio, le arrancaron una firma a mi abuelo", explicó. Otro, desde la posición contraria, confió en que se alcanzarán las más de cien mil rúbricas que faltan y advirtió que "está trabajando duro para convencer a sus vecinos". Ya conocemos cómo funcionan esas persuasiones. Usan el mismo método empleado en la previa del balotaje de 2019, cuando la presión de las organizaciones políticas en determinados barrios, visitando casa por casa, obtuvo que muchos votantes de la coalición republicana en octubre, se volcaran inesperadamente al candidato Daniel Martínez. La gente que no cree en la democracia incurre en esas prácticas: miente descaradamente para obtener un voto o una firma, o amenaza sutilmente a quien se resista con la tan a la moda "cultura de la cancelación".

Todo indica que, a pesar de hacer uso de estos procedimientos y hasta de haber organizado un paro general solo para acelerar la cosa, los promotores del referéndum no alcanzarán su objetivo. O tal vez lo logren, dependiendo del nivel de demagogia o patoterismo que apliquen para ello.

Hace bien el gobierno en no confrontarlos por ahora. La iniciativa toda es tan absurda y complicada, que ponerse a explicar cada artículo impugnado parece innecesario: ni los mismos recolectores de firmas tienen la más mínima idea de lo que están cuestionando.

El riesgo consiste en que la sarta interminable de mentiras y tergiversaciones que andan desparramando a diestra y siniestra, acabe haciendo carne en una población cuyas necesidades corren por muy diferentes carriles.

Al respecto vale la pena echar una ojeada al portal web yofirmo.uy, que funge de ser la voz oficial de los impulsores del referéndum.

Ya nomás al arranque, comparten un jingle publicitario, cuya estribillo no deja de sorprender: "por este país yo firmo, por un país más seguro". Es genial: quieren derogar una ley que fortalece la seguridad pública y corrige la permisividad con que en los gobiernos anteriores se alcanzaron récords de homicidios, rapiñas y hurtos, ¡pero cantan que firman por un país más seguro!

Luego desarrollan por escrito lo que parecen ser sus reparos principales.

En primer lugar enumeran medidas que la ciudadanía de todos los partidos estaba pidiendo a gritos desde hacía años (aumento de penas, creación de nuevos delitos, modificaciones del proceso penal y del régimen de legítima defensa, mayor discrecionalidad a la policía), pero pontifican que estas "suponen un cambio abrupto de modelo sin medir en la práctica el alcance de las medidas aprobadas". ¿Necesitan más medición de alcance que la que surge de la baja sustancial de todos los indicadores delictivos en el primer año y medio de gobierno?

Cuando desmenuzan los artículos a los que se oponen, hay por ahí una perlita digna de ser citada: se lamentan de que el aumento de penas para el delito de narcomenudeo "afecta sustancialmente a mujeres con hijos". Otra genialidad: están reivindicando abiertamente el derecho de las mujeres con hijos a dedicarse a la venta de pasta base y otras drogas. ¿Ahora comprende el lector por qué dejaron crecer el narcotráfico a proporciones escalofriantes durante los últimos quince años? ¡Si ni siquiera fueron eficientes en el combate a los peces gordos! Bastaría con recordarles cómo se les escapó Morabito.

La gente que no cree en la democracia incurre en esas prácticas: miente descaradamente para obtener un voto o una firma, o amenaza sutilmente a quien se resista con la tan a la moda “cultura de la cancelación”.

Lo mismo puede decirse del largo capítulo sobre Educación, donde atribuyen a los cambios propuestos por la LUC un deterioro de la equidad. ¿Justo ellos se atreven a decir esto, que con su viejo sistema hicieron colapsar la educación pública, con los peores resultados de aprendizaje y los índices más altos de deserción en décadas, y con un perjuicio rotundamente acentuado en los quintiles socioeconómicos más vulnerables?

Se quejan de que la ley cuestiona la libertad de cátedra, basados en que mandata al docente a enseñar "con un criterio de amplitud, ecuanimidad y balance de puntos de vista que permita a los educandos ejercer su libertad y formarse su propio juicio". ¿Esta definición es, para ellos, violentar la libertad de cátedra?

Si quieren llegar a las firmas, más les vale seguir prometiendo que iluminarán calles. Con argumentos como los de ese portal web, la verdad es que su referéndum es infirmable.

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