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Fertilización asistida

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Si bien hay hombres y mujeres que se convierten en padres a pesar de ellos mismos, muchos otros, a pesar de su fuerte deseo de procrear y de formar una familia, no logran que su sueño se haga realidad.

Al menos en forma natural. Sin embargo, con los admirables avances de la medicina, en nuestros tiempos a las personas no fértiles se les han abierto otras posibilidades. A diferencia de otras épocas, como en las que se ambientaba la trágica obra de García Loca, "Yerma", o en las monarquías, cuando más de una reina fue repudiada, enviada a un convento, o inclusive asesinada, por no alumbrar a un heredero, (jamás se consideraba que el problema fuera del hombre) en la actualidad, miles de niños nacen gracias a las distintas técnicas de reproducción asistida.

Pero esta opción requiere de esfuerzos varios. Tanto por el lado de los tratamientos a los que deberán someterse los que aspiran a una descendencia propia y no por adopción, como los pecuniarios, ya que son procedimientos costosos. Unos más y otros menos, según se traten de baja o alta complejidad. En Uruguay este tipo de intervenciones se llevan a cabo desde hace bastante tiempo. Y de acuerdo a los datos presentados nuestro país llega al 70% en éxito de la fertilización in vitrio, la unión entre espermatozoide y óvulo que tiene lugar fuera del aparato genital femenino, frente a un promedio de 57% en el mundo.

La donación masculina, al ser algo más simple, tiene una historia de más larga data en Uruguay. Comienza a finales de 1980, mientras que la técnica para conservar los ovocitos, es mucho más reciente. Los óvulos pueden ser donados desde hace unos 10 años y el poder crio conservarlos, abrió a su vez una nueva oportunidad a las mujeres a las que por su carrera, su trabajo o lo que fuere, como el reloj biológico no se detiene se les hace corto su tiempo de fecundidad.

Pero estos adelantos, entre nosotros solo favorecían a los que podían pagarlos. Para quienes no tuvieran suficientes medios de nada les servían los progresos científicos en la materia. Siendo Luis Lacalle Pou diputado y conociendo personalmente el problema, dado que sus mellizos llegaron al mundo gracias a las bondades de la ciencia, en diciembre del 2010 presentó un proyecto de tan solo dos artículos. El Art. 1° decía, considérese la infertilidad y/o esterilidad como una enfermedad… Art.2° Inclúyese dentro de las prestaciones integrales de asistencia que obligatoriamente deberán brindar las entidades públicas y privadas que integran el Sistema Nacional Integrado de Salud…

Esta simple presentación actuó de disparador en la Cámara de Representantes. De repente, en la bancada del Frente Amplio se recordaron de un viejo proyecto elaborado por su correligionario, el Dr. Alberto Cid, que yacía olvidado en algún cajón desde 1996. Había llegado la hora de desempolvarlo. En noviembre de 2013, luego de cambios y agregados, finalmente fue sancionada la actual ley de Reproducción Humana Asistida, un proyecto muy amplio, compuesto por 31 artículos, que tiene una impronta muy vasta, pues también abarca a mujeres solas.

Integra un concepto que nada tiene que ver con el de enfermedad, al que se refería el proyecto de Lacalle. Aun en contra de la opinión de galenos que expresaron ante la Comisión de Salud Pública de la Cámara, su desacuerdo ante el hecho que la sociedad toda tenga que hacerse cargo monetariamente de mujeres que no tienen impedimentos orgánicos para gestar, sino que la dificultad proviene de su elección homosexual.

Después de un año y medio, en marzo pasado se anunció que había salido a la luz la reglamentación de la criatura legal. Y no es para menos, ya que no solamente es cuestión de hacer leyes, por más bien intencionadas que sean, sino que también hace falta el financiamiento para poder cumplir, si lo que ella mandata significa erogaciones a cubrir. Y seguramente las habrá.

El Fondo Nacional de Recursos, (FNR) que se nutre, por un lado con los aportes mensuales del Fonasa por las personas cubiertas con este sistema, por otro con las cuotas de las instituciones de asistencia o seguros privados por sus afiliados fuera del Fonasa, más la plata del Ministerio de Economía por los pacientes que se atienden en servicios estatales, deberá solventar unos 1.300 procedimientos, U$S 8 millones, de acuerdo a la estimación de la dirección técnica del mismo. El subsidio del Estado variará según lo establecido en la reglamentación, la cual prevé distintos montos en relación a los ingresos de la pareja, (El País el jueves 23) y el número de intentos, que pueden llegar hasta tres, dentro del amparo del FNR.

EDITORIAL

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