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¿Feminismo de izquierda?

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Una de las luchas más largas e insistentes que ha visto la historia, es la llevada por las mujeres para consolidar su derechos y libertades en igualdad ante los hombres.

Algunos países avanzaron más en ese terreno, otros corren con rezago. Hay lugares en que las mujeres todavía pelean para que ante igual tarea, haya igual remuneración. Profesionales de sólida preparación ganan menos que hombres con similares credenciales, mientras que en otros lugares las mujeres ni siquiera pueden ser profesionales, no se les permite estudiar ni tener independencia económica.

Esta lucha fortaleció el temple de las mujeres y consolidó en buena parte del mundo, movimientos feministas que contra viento y marea insisten en defender sus derechos. Como suele pasar cuando se generan estas corrientes, han surgido grupos de mujeres que interpretan su lucha con parámetros “ideológicos” que al final, complican las cosas. Con esas ideologías se trazan diagnósticos desprendidos de la realidad, con planteos que lindan en lo absurdo.

Reclamar por la igualdad de las mujeres ante los hombres es reclamar por un derecho universal. Es extender derechos básicos que empezaron a reconocerse tímidamente desde fines del siglo XVII y se fueron ampliando con el correr de los años y con la consolidación de instituciones democráticas. Es parte, entonces, de la lucha por los derechos universales.

En la medida que son universales, son de todos, no de algunos.

Esta reflexión viene a cuento porque días atrás los medios informaron sobre la intención del Frente Amplio de construir un “feminismo de izquierda”. Hubo una reunión donde participaron referentes académicos como el ex rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arocena, o del mundo sindical como la responsable del departamento de jóvenes en el Pit-Cnt, Tamara García.

Al echarle la culpa de estos horrores a la sociedad, al patriarcado, al machismo capitalista o, en términos más acotados al Estado, la Policía, los fiscales y los jueces, lo que se logra es diluir las culpas.

Esta iniciativa del Frente se da en un contexto muy particular. Por un lado, está su intento de apropiarse de una agenda que, al derrumbarse el mundo marxista y socialista, le ha servido para reconstruir un nuevo perfil. Pero por otra parte, porque hubo denuncias a figuras frentistas por haber tenido conductas inapropiadas ante mujeres. Nos referimos a los casos del diputado comunista Gerardo Núñez y al exalcalde del Municipio G, Jorge Meroni, del MPP.

¿Puede el feminismo tener versiones de derecha y versiones de izquierda?

Uno pensaría que tratándose de un derecho de valor universal, trasciende a esas categorizaciones.

Si los dirigentes mencionados tuvieron problemas por conductas de abuso (así como los han tenido políticos de otros partidos) no es porque sean de izquierda o de derecha, sino porque no tienen asumidos ciertos principios y valores básicos. Cada vez que hay una denuncia de abuso o de acoso, cada vez que hay un femicidio, nos rebelamos y horrorizamos al ver que estas cosas siguen ocurriendo. Pero a nadie se le ocurre preguntar, por ejemplo, si el hombre que días atrás mató a su pareja frente a sus hijas, era de derecha o de izquierda. Es un asesino. Punto.

El problema es que la izquierda, en su búsqueda de paradigmas que sustituyan al derrumbado marxismo, tomó algunas de estas banderas y las transformó en dogmas. Por eso juzga conductas ajenas con intransigencia moralista en el entendido que en su casa estas cosas no pasan. Y pasan.

Cuando estas posturas se ideologizan, se actúa con intransigencia en unos ámbitos pero en otros (donde la mujer es lisa y llanamente despreciada) se cierran los ojos por entender que hay que respetar identidades culturales milenarias y diferentes.

Al echarle la culpa de estos horrores a la sociedad, al patriarcado, al machismo capitalista o, en términos más acotados al Estado, la Policía, los fiscales y los jueces, lo que se logra es diluir las culpas. Si cuestiones tan amplias y abstractas son las culpables, al final nadie es culpable. Y menos aún lo es el abusador concreto, el criminal que mata a su pareja. Quizás ello responda a la idea de que todos los hombres, por haber crecido en este tipo de sociedad y casi como un destino inexorable, son potenciales abusadores e incluso potenciales asesinos de mujeres. Con razonamientos así, nunca se terminará de resolver este drama.

No hay un feminismo de izquierda como algo opuesto a un feminismo de derecha. Hay un histórica lucha que avanza con firmeza pese a los obstáculos, para que las mujeres, todas las mujeres, tengan los mismos derechos, las mismas libertades y las mismas garantías que los hombres por la sencilla razón de que les corresponde que así sea.

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