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Un esperanzador año nuevo

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Todo comienzo de año despierta ilusiones, invita a la esperanza y a nuevas expectativas para el futuro. Este año 2020 ya a punto de comenzar, lo hará aún más.

Ello es porque comenzará su gestión un nuevo gobierno, conformado por una coalición de cinco partidos, con un programa de cambios acordado por todos y que pone fin a quince años de gobiernos frentistas. Para ello fue necesario establecer una lógica de coalición que si bien no es una experiencia nueva en la historia reciente de nuestro país, tiene mucho de novedosa.

El gobierno que presidirá Luis Lacalle Pou despertó la ilusión de un cambio necesario, esperado y reclamado por buena parte de los uruguayos. No se trata de esas refundaciones que borran el pasado y comienzan de nuevo, porque ni eso es lo quiere el país, ni así funciona una democracia sólida. Pero tras tres períodos consecutivos de frentismo, este cambio era muy aguardado.

Algunos problemas empezaron a surgir sobre final del frentismo. Un preocupante déficit del 5 por ciento genera deuda externa y traba toda posibilidad de estimular una sana economía productiva. El crecimiento del desempleo preocupa. Además hubo, como alguna vez se dijo, una “fiesta” en las empresas públicas con despilfarro de recursos, irregulares en algunos casos como lo muestra lo de Ancap.

Encaminar todo eso será un desafío complejo. Para ello ha trabajado mucho el próximo gobierno con quienes integrarán el equipo económico bajo el concepto de que no sea el contribuyente, el empleado, el empresario, el productor (o sea los que crean la riqueza del país) quien pagué, sino que las correcciones se hagan desde adentro del mismo Estado. Para ello el equipo económico tiene un arduo trabajo por delante.

El otro gran desafío es el de la seguridad, una realidad que por momentos parece estar fuera de control y desbordó al gobierno saliente.

Tanto Lacalle Pou como sus socios están decididos a enfrentar el problema. Dadas las dramáticas dimensiones de esta realidad, también allí hay un sinnúmero de dificultades a sortear. Existe, sin embargo una clara determinación del propio presidente electo y del equipo que designó bajo la conducción de Jorge Larrañaga para empezar a trabajar.

Habrá que ajustar una tarea de inteligencia y buena pesquisa para aclarar robos y crímenes y que termina, como dice el viejo dicho, “atrapando al ladrón”. Plantea dudas sin embargo, el complejo procedimiento que luego sigue con fiscales y jueces, que parecen actuar con extrema lenidad y no mandan una clara señal a la sociedad. En ese contexto, los delincuentes creen tener carta blanca para hacer lo que quieran.

No es, entonces, solo el Ministerio del Interior y la Policía quien debe diseñar una estrategia eficaz para terminar con tanta inseguridad. También el país espera que desde los tribunales surja otra actitud.

Otra prioridad que se impuso el nuevo gobierno es el de mejorar la educación, que viene en franco retroceso desde hace años. La señal dada por Lacalle Pou no podía ser mas esperanzadora al designar a las personas más capacitadas para ello en el correspondiente ministerio y en el Codicen. Las primeras medidas para reformular este organismo son una señal que invita al optimismo.

Estimular al agro, afrontar la cuestión de la seguridad social, proyectar el país hacia un fecundo intercambio comercial con el mundo, crear un clima de diálogo con toda la sociedad son otras prioridades que se plantea el nuevo gobierno.

Algunas voces agoreras profetizan un mal final de la coalición, cuando ésta ni siquiera comenzó a funcionar. Los libretistas del relato intentan mostrar que uno de sus socios será particularmente complicados, cuando no hay indicio alguno que así será.

Lo que sí hay es cinco partidos convencidos de que ésta es la única manera de lograr que el nuevo gobierno tenga éxito y por lo tanto, su apuesta es hasta el final.

A esa firme convicción se suma el talante del propio presidente electo. En todo el proceso electoral mostró su temple: consolidó a su grupo para las internas, consolidó a su partido para la primera vuelta, y consolidó la coalición para la segunda vuelta. Lacalle Pou demostró una formidable capacidad de liderazgo. Ese liderazgo, más la convicción de cada uno de los socios, serán la garantía para un gobierno sólido, que sabe que no la tiene fácil pero que está decidido a aceptar el desafío. Esto sólo alcanza para saber que el nuevo año, a punto de iniciarse, traerá cambios y novedades esperanzadoras.

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